Raúl Narciso “Beto” Basimiani (58) fue productor de cumbia en Santa Fe, pero terminó condenado por narcotráfico en tres causas. Se encuentra alojado en el Complejo Federal III de Güemes, Salta.
Dicen que lo van a ver en busca de sanación. Su caso quedó al descubierto tras la fuga en Año Nuevo de Patricio Ruiz Díaz (45), “El Señor Fusil”.
Según informa Clarín, el mediodía del miércoles 21 de junio de 2023, una ambulancia Peugeot Partner llegó al puesto de control vehicular del penal de Güemes, en Salta. Dentro iban, además del chofer, una enfermera, una mujer de 53 años y su hija de 14, con grave retraso madurativo y en estado crítico, por el cual tenía asistencia mecánica respiratoria.
La mujer le dijo al guardiacárcel de la puerta que estaba allí para visitar al interno Basimiani, Raúl Narciso, en calidad de “amiga”.
Sin embargo, la situación se agravó: debido a su estado de salud, la joven debía acudir con ambulancia, bajar con camilla y enfermera. La madre no había llevado ningún certificado médico.
En este contexto y alegando causas humanitarias, el Servicio Penitenciario Federal (SPF) logró el ingreso del grupo y la “visita excepcional” de las mujeres.
Todo quedó asentado en una serie de comunicaciones internas, comunicaciones que hoy son un indicio de las extrañas e irregulares que pasaban en ese penal de seguridad media del que, en pleno Año Nuevo, se fugó Patricio Ruiz Díaz (45), conocido como “El Señor Fusil”.
La visita del 21 de junio, en realidad, había sido una “consulta”. Raúl Narciso “Beto” Basimiani (58), un hombre con trayectoria en el mundo de la cumbia de Santa Fe y con una condena unificada a narco a 20 años de prisión, usaba el Complejo Penitenciario III del NOA como su consultorio.
Aunque nunca había tenido ese perfil, en los últimos años se había transformado en sanador, chamán y la lista de “amigos” que necesitaban pasar a verlo al Pabellón A del Sector Funcional IV comenzó a ser cada vez más considerable.
La historia quedó al descubierto durante las primeras horas de 2024, cuando la cúpula de la cárcel de Güemes comenzó a ser investigada y finalmente salió a la luz tras la escandalosa fuga del “Señor Fusil”, armado sólo con un alicate.
El caso de Ruiz Díaz puso muchos temas al descubierto: la corrupción penitenciaria, la necesidad de un protocolo para que presos peligrosos no sean alojados en cárceles permeables (nivel 3) y la facilidad con la que los internos obtienen desde celulares hasta, como en el caso de “Beto” Basimiani, un lugar cómodo para ejercer ilegalmente la medicina.
Güemes es una cárcel federal, un complejo, en realidad, que ya ha pasado por todo tipo de denuncias, desde malos tratos y apremios ilegales hasta hechos de corrupción y escapes.
Las situaciones irregulares están tan asentadas en la vida cotidiana que pese al escándalo de la fuga de Ruiz Díaz, apenas al pasado jueves 11 de enero el SPF debió abordar otro intento de fuga.
Celulares y perímetro reforzado
El dato llegó del área “Inteligencia” del SPF. Fue a mediados de la semana pasada. Decía que tres internos pensaban escaparse del Complejo Penitenciario III NOA (popularmente conocido como “cárcel de Güemes”) y tenían teléfonos celulares para coordinar todo el plan, según detalla Clarín.
En total se secuestraron tres celulares, dos en espacios comunes y uno en poder de uno de los tres presos que, según el rumor, se iban a fugar: José Mauricio Canillas (47), condenado por la Justicia Federal de Salta, en dos causas, como organizador de tráfico de estupefacientes. En una le impusieron ocho años de prisión y en otra, 10.
Otro de los presos que, fue identificado como Federico Rolando González(39), detenido por tráfico de drogas en abril de 2022 y condenado a cuatro años de prisión.
Pero, de los tres apuntados, el que tiene la historia más peculiar es Claudio Tárraga (32), quien protagonizó un secuestro que tuvo como protagonista a su sobrino, hijo de su hermana.
Según determinó la Justicia -que lo condenó en 2022 a 10 años de prisión-, Tárraga estuvo detrás del secuestro extorsivo de Carlos Pellegrino Argañaraz, un taxista de 28 años al que mantuvieron cautivo, maltrataron y le hicieron filmar un video rogándole a su familia 28 mil dólares por su liberación.
La información se judicializó, quedó en manos del fiscal federal Carlos Amad, y organizó una serie de medidas la noche del jueves 11 de enero pasado: hubo una requisa nocturna ordenada por el nuevo director del complejo y se reforzó el perímetro de la cárcel con policías.
Ahora González, Canillas y Tárraga están siendo investigados por la evasión frustrada. En cuanto a la situación de “Beto” Basimiani, no está claro, según las fuentes consultadas, si la fuga del “Señor Fusil” le arruinó el negocio de la sanación.
Ahora, en 2024 se le presenta difícil por otra razón: comenzaría el juicio oral en el que se lo acusa por el presunto abuso sexual de dos hijas de su pareja, de 7 y 13 años.
Fuente y foto: Clarín