La historia ocurre dos veces: la primera, como tragedia y la segunda, como farsa, escribió Karl Marx replicando aquella idea de Hegel de que los sucesos se repiten y percibimos a menudo (a veces muy) coincidencias en el tiempo que nos recuerdan hechos vividos anteriormente.
¿Cómo no pensar que algo así sucede por ejemplo entre Argentina y el FMI hace décadas?
El nuevo libro La Argentina en el Fondo, la intimidad de la lucha con el FMI 2003-2013, de Alejandro Werner y Martín Kanenguiser, narra las peripecias del país alrededor del último préstamo del organismo -al gobierno de Mauricio Macri en 2018 por US$ 54.000 millones- pero, además, es una especie de DeLorean (la máquina del tiempo-auto en el filme Volver al Futuro) capaz de hace rememorar episodios fallidos como la crisis de 2001 cuando el FMI, tras acompañar a la Argentina en los 90 y otorgarle el blindaje (un préstamo billonario en 2001), dejó de desembolsar plata precipitando la caída de De la Rúa.
Si había algo que le faltaba a la comparación del último tango en Washington con aquel caso, era la aparición de un libro que narrara los acontecimientos desde 2018 a la fecha, algo así como hicieron con lo de 2001 el ex editor de The Washington Post Paul Blustein en And the money kept rolling in (and out) -pieza magistral del periodismo económico- y la dupla entre el periodista Ernesto Tenembaum y el ex director del Departamento del Hemisferio Occidental Claudio Loser, Enemigos, un diálogo sobre aquella crisis.
Primera aclaración. La Argentina en el Fondo no es Enemigos. Kanenguiser, editor de trayectoria vasta y sólida en seguir los avatares de la diplomacia financiera de Argentina y el mundo hace décadas en La Nación e Infobae, escribió la introducción y el epílogo. Werner puso el jamón del sandwich (siete capítulos que se leen ágilmente).
Werner, como Loser, nació en el país, ocupó el Departamento del Hemisferio Occidental del FMI y dejó el organismo tras estar al frente de un caso argentino. Criado en México -sus padres se habían exiliado allí en los setenta y su papá, Manuel, había sido funcionario de José Ber Gelbard-, de formación económica en EE.UU. (Doctor del MIT) y de trayectoria en la hacienda mexicana, el economista escapa a la comparación con el ejemplo de 2001 que significó para ex miembros del staff que trabajaban con la Argentina perder su empleo. Pero cuando se piensa que los principales actores del crédito otorgado a Argentina en 2018 no están más en el FMI, como Christine Lagarde, David Lipton y el propio Werner, la analogía con las salidas del Fondo de Stan Fischer y Horst Köhler por la llegada de halcones como Anne Krueger (FMI) y Paul O’Neill como secretario del Tesoro de George Bush, son dignas de explorar.
Werner no escapa el bulto.
“Este programa de la Argentina y el FMI no tiene nada que ver con aquél. La crisis de 2001 terminó en una hecatombe social y política. El programa de 2018 fue solo atender una crisis de balanza de pagos”, le dijo al Económico antes de venir a Buenos Aires a promocionar su libro esta semana. “Georgieva empezó a cambiar fichas en el organismo, como por ejemplo Lipton, y no sólo por la Argentina. Pensó que su gestión iba a ser juzgada por cómo resolvía el caso argentino y no fue así finalmente: vino la pandemia”.
Del hilo que lleva Werner en el libro se notan tres narraciones: la historia del FMI, la de la Argentina con el organismo y la suya personal con el FMI y la Argentina. Pero también habla sobre el rol de EE.UU. y el gobierno de Trump (un diálogo exquisito con Claver Carone post PASO 2019), aporta datos interesantes sobre el Fondo (2020 fue el año de mayor actividad del FMI en la región) y experiencias que se viven en las multilaterales (negociaciones con Cuba y Argentina).
Su relato resulta por momentos justificatorio -habitual entre los economistas- y visceral. Si en EE.UU. existe una tradición de que ex presidentes y funcionarios escriben sus biografías cuando saben que no regresarán más a la arena política y se hallan libres de ataduras, pues este parece ser el caso de Werner.
Dice de cada uno:
Martín Guzmán, ex ministro de Economía: “Durante un período muy largo Georgieva y Kozack (N.E.: Julie Kozack reemplazó a Werner al frente del Departamento en 2021 y hoy es la portavoz del Fondo) entendieron a la Argentina a través del microscopio de Guzmán y Chodos (N.E.: Sergio Chodos, representante argentino en el FMI)”.
Alfonso Prat-Gay y Luis ‘Toto’ Caputo, ex Economía y ex BCRA: “Creían que los mercados voluntarios financiarían no solo la salida completa del default de 2001 sino también el gradualismo fiscal que pensaba desplegar el nuevo gobierno. Y, si ese no era su pensamiento, no quedaba claro cuál era su estrategia alternativa para cuando se terminara el financiamiento del mercado. Nunca construyeron una buena relación con quien ellos creyeran que pudiera ser su eventual prestamista de última instancia, el FMI, China u otro país”.
Sergio Massa, actual ministro de Economía: “Recién el gobierno de Fernández comenzó a adoptar algunas decisiones a partir de julio de 2022 cuando Massa asumió Economía”.
Kristalina Georgieva, actual directora del FMI: “Pretendía concentrar todo el poder y no tener gente cerca que pudiera cuestionarla”, “buscó otras opiniones para preguntar sobre nuestra actuación en el caso argentino, con algún grado de suspicacia sobre nuestra honestidad intelectual”, “un error fue transmitir al Gobierno argentino la posibilidad de eliminar los sobrecargos”, “asumió toda la responsabilidad de la negociación con la Argentina con un enfoque demasiado comprensivo, sin dejar lugar para que otros jugaran un rol más duro”.
Quizás el FMI buscó evitar un final como 2001 y que la historia se repitiera dos veces. Kanenguiser dice: “El FMI fue puntilloso con Macri y laxo con Fernández”. Como suele decir un ex ministro de Economía argentino, “El organismo es siempre es proautoridades”. Tal vez el Fondo fue también algo pro Macri y algo pro Fernández.
Alejandro Werner: «Jamás recibí un llamado de alguien del FMI para darme instrucciones sobre la Argentina»
– ¿Cambió el FMI con la llegada de Kristalina Georgieva por el préstamo que habían otorgado en 2018 como en 2001 cuando salieron Stan Fischer y Horst Köhler?
– Cuando asumió Georgieva la Argentina era el programa mas grande del FMI con un país. El gobierno de Alberto Fernández veía al programa como uno de las grande problemas que tenía el país y Georgieva empezó a cambiar fichas en el organismo como por ejemplo la de David Lipton aunque hay múltiples dimensiones para explicar la ida de Lipton y no solo el caso argentino. Hay similitudes a lo que pasó en el FMI con el 2000-2003 cuando fue la salida de Kohler pero lo cierto es que vino la pandemia y así como Georgieva creía que el caso argentino iba a marcar su gestión, no terminó siendo así. Efectivamente se da cuenta que lo que definiría su gestión iba a ser cómo atendería la pandemia y el caso argentino pasa a un segundo plano. De hecho Georgieva adopta una línea de trabajo que permite a los equipos técnicos del Fondo tener injerencia en otros países y otorga créditos a otras economías emergentes en problemas. El 2020 fue el año de mayor actividad del FMI en la región y el mundo. Pero efectivamente Georgieva llegó con un foco muy claro en el caso argentino y de repente el mundo cambió.
– ¿Qué tan preponderante es el rol de EE.UU. en el FMI y lo ha sido en el caso argentino?
– En el libro tratamos de describir la relación y una idea acerca de que el rol de EE.UU. es muy importante pero menos de lo que se cree en la Argentina. Cuando una economía emergente miembro del G-20 como Argentina, Brasil, Indonesia entra en problemas financieros, se tratan de países muy grandes y EE.UU. querrá siempre ayudar porque no hacerlo es más costoso para la economía mundial. El tema es que estas economías emergentes han crecido, su integración a los mercados financieros también, las cuotas del FMI no se han actualizado y es lógico que hagan falta paquetes de ayuda más grandes y no mas chicos en un mundo. El apoyo del principal accionista del FMI, EE.UU., condiciona el trabajo del conjunto porque hace que el staff trabaje más enfocado en un caso y con más creatividad empujando a armar un programa de una manera más sólido que si ese apoyo no existiera. Luego sí hay una instancia de mayor o menor afinidad personal o ideológica entre gobiernos y países pero eso es muy distinto.
– Usted cuenta en el libro que Mauricio Claver Carone, asesor del Departamento del Tesoro, lo llamó luego de las PASO 2019 para que el FMI aprobara desembolsos a la Argentina. Y su respuesta que se había equivocado de número porque eran sus jefes los que decidían.
– Asi es. Nunca recibí un llamado de Christine Lagarde o David Lipton después del de Claver diciéndome “oye Alejandro» y darme instrucciones para la Argentina. Cuando un programa del FMI con un país está 88% cerrado y falta 12%, quizá ahí sí la presión del socio puede inclinar su aprobación. Pero cuando un país no tiene un programa o el programa no existe, no tiene sentido que un Jefe de Estado o funcionarios hagan giras por las capitales del mundo pidiendo ayuda para negociar con el FMI porque está claro que conseguirán apoyo a una declaración a algo que no es específico. Conseguir un apoyo de algo abstracto siempre se logra. Pero el apoyo de algo más específico es mas dificil.
– ¿El FMI está en contra o no de los controles cambiarios?
– El FMI ha cambiado mucho en su taxonomía de políticas publicas, monetarias y cambiaras. El FMI cree que desde el punto de vista del largo plazo una economía sin controles operará de modo mucho más eficiente que una que opera sin controles. Pero en contextos de volatilidad se justifica la imposición de controles de capitales si la economía no tiene reservas suficientes. Una economía robusta y con reservas como la chilena puede ir a elecciones estando su sociedad super-polarizada sin problemas económicos mayúsculos. En cambio una como la Argentina no puede, no tiene los cinturones de seguridad que la dejan transitar por esa volatilidad de manera segura. Necesita los controles para que la volatilidad no la haga explotar.
– ¿Por qué piensa que Mauricio Macri dijo el otro día que «El FMI propició este cepo asesino y todo este desastre”?
– Es un debate electoral. Y por lo tanto tiende a ser poco honesto de uno y otro lado del espectro político argentino Si dejan un país sin reservas es dificil operar con un tipo de cambio flexible. El problema estructural que enfrentó Macri en 2016 era tremendo con una herencia desastrosa y elecciones a los 18 meses generan incentivos muy malos para hacer una buena política económica. El gradualismo fue una mala elección y resultó ser que el ajuste que le llega a todo gobierno que está con una macro desequilibrada a Macri le llegó a los 18 meses. Además, se perdieron tres meses en el arranque del programa económico de la Argentina y el FMI en 2018 por elecciones equivocadas en su equipo económico. Eso se recompuso a partir de septiembre de 2018.
– En el libro dice “Recién el gobierno de Fernández comenzó a adoptar algunas decisiones a partir de julio de 2022 cuando Massa asumió Economía”. ¿Puede explicar más?
– Comparado con Martín Guzmán, el primer ministro de Economía de Fernández, Massa tiene un marco conceptual de la política fiscal mucho más ortodoxo y tradicional. Guzmán tenía un marco de política anticíclica. Sin accesos a los mercados es muy difícil hacer eso y ese marco conceptual era muy distante para los funcionarios del FMI y el 85% de los economistas respetados. Ha perdido mucho el tiempo en Washington hablando de si la inflación es multicausal o fenómeno monetario.