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Luces, cámaras e… ¡inclusión!

París dio la bienvenida a los Juegos Paralímpicos con una puesta en escena a la altura del mensaje rotundo sobre la inclusión que quieren dar al mundo. Al igual que pasó en las olimpiadas, la capital francesa apostó por sacar de un estadio la ceremonia inaugural por primera vez en la historia, aunque consiguiendo esta vez un camino esplendoroso desde los Campos Elíseos hasta la plaza de la Concordia, que fue el escenario de un espectaculo majestuoso.

Música, fuegos y mucho baile para dar la bienvenida a la ceremonia antes de la aparición del primer gran portagonista, Théo Curin, un importante nadador paralímpico francés que actualmente tiene un reputado programa de televisión especializado en el deporte paralímpico llamado ‘Théo Le Taxi’.

Precisamente al volante de su taxi, que iba decorado con cientos de Phyrges, la mascota de los juegos, que está representada con una prótesis en una de sus piernas, habló con varios deportistas del equipo francés.

Todo ello en una Plaza de la Concordia que enmarcó a la perfección el encuentro entre el deporte y el arte. Símbolo tanto de la Monarquía, con el obelisco de Luxor, como de la República, ya que fue uno de los lugares clave de la Revolución Francesa, escenificó un estadio utópico inclusivo. Sus dos pistas enmarcando el obelisco crearon un escenario audaz, armonioso y convergente que rindió homenaje a las hazañas deportivas, así como a los grandes momentos de la vida del pueblo francés.

De la discordia a la Concordia

La música tomó el mando a manos de Chilly Gonzales que al ritmo de su piano abrió una escena que destacó la paradoja de una sociedad que reivindica la inclusión, pero no consigue integrar verdaderamente a las personas con discapacidad. A la vez, la artista francesa Christine and the Queens interpretó una nueva versión de la emblemática canción de Édith Piaf “Non, je ne regrette rien”.

Los dos grupos escenificaron la relación entre las personas con discapacidad y la sociedad en general, representando un enfrentamiento entre ambos mundos. Una paradoja que resulta aún más evidente en el caso de los atletas paralímpicos, cuyas actuaciones los proclaman como héroes, en contraste con una realidad diaria en la que se enfrentan a numerosos obstáculos.

Los Phryges volvieron a adueñarse del protagonismo para anunciar la llegada de las delegaciones y dar una calurosa y entusiasta bienvenida a los atletas, que desfilaron desde los Campos Elíseos, en la “avenida más bella del mundo” tal como sentenció el presidente francés, Emmanuel Macron.

Al ritmo del DJ francés Myd los deportistas saludaron a las más de cincuenta mil personas que llenaban las gradas de la plaza. España lo hizo en 48º lugar, con Marta Arce y Álvaro Varela como abanderados de la delegación. Palestina se llevó la ovación de la noche, junto con una Francia que cerró el capítulo.

A viva voz

Con todos los atletas ya en el interior del escenario principal de la ceremonia, las pantallas gigantes, que se encontraban a ambos lados del obelisco, volvieron a coger el protagonismo para dar voz a las personas con discapacidad, narrando los recorridos desde la dificultad inicial de aceptar el cambio físico y/o la discapacidad, hasta el orgullo y la nueva confianza en sus cuerpos.

Acompañados por la música de Lucky Love, la secuencia invitaba a la reflexión sobre los prejuicios existentes hacia las personas con discapacidad, antes de la llegada de los discursos protocolarios y la izada de bandera al son de ‘La Marsellesa’.

Desde la tribuna oficial, el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, declaró inaugurados los Juegos Paralímpicos de París 2024 tras los discursos de Tony Estanguet, Presidente de los Juegos de París 2024, y de Andrew Parsons, Presidente del Comité Paralímpico Internacional, que apelaron ambos al inicio de un evento para la historia. «La exhibición de esta noche será el comienzo perfecto para lo que serán los Juegos Paralímpicos más espectaculares de la historia» sentenció elpropio Parsons.

Esta ceremonia de apertura más que un espectáculo, es también un símbolo. Representa la intención de París 2024 de que los Juegos Paralímpicos entren en un nuevo capítulo de una misma aventura olímpica, la de la inclusión y la superación de los propios límites.

Emmanuel Macron

— Presidente de la República Francesa

En busca de un futuro mejor

Acto seguido, una nueva película se abrió paso en las pantallas. Lucie, Molly y Martin relataron sus experiencias y ejemplificaron la importancia de la visibilidad, mientras una nueva coreografía se inició sobre el escenario, mezclando danza, deporte y arte en un juego ficticio que resaltó el trabajo en equipo, donde personas con y sin discapacidad inventaron nuevos deportes en los que todos podían participar.

Fue una celebración de la diversidad y la creatividad compartida, que ilustró cómo grupos diversos pueden unirse para lograr un objetivo común.

Una representación perfecta de ello fue el protagonista encargado de llevar la bandera hasta el escenario. John McFall, atleta paralímpico de Pekín 2008, medallista de plata en atletismo adaptado y atleta paralímpico, ha sido el primer astronauta con discapacidad en incorporarse a la Agencia Espacial Europea. Toda una declaración de como romper las barreras.

Izada de bandera paralímpica, himno paralímpico y juramento para respetar y promover los valores paralímpicos antes de que toda la atención volvería hacía las pantallas, que mostraron el recorrido de la antorcha hasta la misma Plaza de la Concordia.

De París al cielo

Tras varios relevos y partiendo desde el escenario principal, la antorcha llegó al Jardín de las Tullerías. Allí, en el corazón del Dominio Nacional del Louvre y las Tullerías, el relevo continuó hasta llegar al Pebetero. Charles-Antoine Kouakou, Nantenin Keita, Fabien Lamirault, Alexis Hanquinquant y Eloide Lorandi, cinco leyendas del deporte paralímpico francés, unieron sus antorchas antes de que el Pebetero se alejara volando e iluminara el cielo de París.

Las luces y el color pusieron el fin de fiesta, con un último espectáculo que convirtió el suelo en un lienzo gigante donde se pintó la última imagen de la noche, que reclamaba ser parte del cambio y no solo ser un mero espectador.

Los Juegos de la cconcordia y de la revolución, ya están aquí.

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