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La dana en la zona más afectada de Mallorca: «Es muy urgente hacer algo con el torrente para que no vuelva a pasar»

Los turistas paseaban ayer por el Port de Sóller como en un día cualquiera del mes de agosto, ajenos a los problemas que se produjeron solo un día antes con el fuerte aguacero que anegó dos viviendas y diversos establecimientos turísticos. Los efectos de la dana ya solo eran visibles en las viviendas afectadas, donde sus moradores trabajaban para quitar el barro e intentar recuperar los enseres que quedaron bajo un metro y medio de agua.

Una de estas afectadas era la súbdita belga Sylviane Pons, nieta de solleric emigrado a este país, que con tristeza trabajaba junto a otros familiares en la limpieza de su casa. El inmueble es un piso situado en planta baja en la calle Santa Maria del Camí, junto a un pequeño torrente —lo que en Sóller se le conoce como un torrentó—, que el pasado jueves quedó completamente inundada bajo un metro y medio de agua tras la avenida de agua.

La vivienda quedó inhabitable, con los muebles destrozados y con todas sus dependencias cubiertas por el barro y la suciedad que arrastró el agua del torrentó, un lecho por el que sólo fluye el agua cuando se registran lluvias muy intensas como las del pasado jueves. Cabe recordar que en el Port de Sóller la gota fría dejó 144 litros per metro cuadrado. Sylviane Pons resume lo que vivió en pocos minutos como «algo muy fuerte».

«El agua entró por la puerta de la cocina y por las ventanas» y en muy poco tiempo «la casa quedó completamente inundada», aseguraba con los ojos empañados de lágrimas, «porque habrá que tirarlo todo». Recuerda con pavor cómo la puerta de la cocina se arqueó por la presión que ejercía el agua desde el exterior.

El piso que quedó inundado está situado por debajo del nivel de la calle, por lo que se formó una especie de piscina en su interior debido a que las alcantarillas de la terraza no daban abasto. «Hace tan solo dos años lo reformamos y pusimos todo nuevo», tanto los muebles que ayer estaban inservibles como todos los electrodomésticos de la casa. Todavía era pronto para cuantificar los daños, pero aseguró que su marido, desde Bélgica, ya ha contactado con la compañía aseguradora.

Pero lo que más preocupación le genera a esta vecina que pasa sus vacaciones en el Port es que «si no hacen nada, todo esto volverá a pasar». Por eso reclama a las autoridades que «es muy urgente que hagan algo con el torrente para que no vuelva a pasar lo que vivimos ayer aquí».

No oculta su impotencia por lo ocurrido, si bien pone en valor el trabajo que realizaron tanto los agentes de la Guardia Civil como de los Bombers de Mallorca, que le ayudaron a salir de la casa y a vaciar el agua que se acumulaba en su interior. Mientras no pueda regresar a su piso, se alojará en casa de un hermano que vive también en el pueblo.

En el otro lado del Port de Sóller, en la Playa de Can Repic, dos establecimientos que sufrieron las consecuencias de la dana y la lluvia torrencial. Àngels Hernández y Víctor Perrotte regentan el restaurante Es Canyís, que se vio afectado por la acumulación de agua en la calle. Explican que «nos habíamos preparado para la lluvia» colocando cinta en las puertas de su establecimiento, pero no pudieron evitar que el agua acabara por entrar en su interior.

«Gracias a la colaboración de los vecinos y del personal del restaurante conseguimos sacar todo el agua y en dos horas ya pudimos abrir de nuevo», asegura Àngels Hérnandez, mientras que su hijo Víctor explica que «conseguimos quitar el agua que se acumulaba en la calle gracias a una bomba que instalamos nosotros mismos». Perrotte añade que el problema en la zona radica en la falta de mantenimiento de los torrentes, en especial el del Norais, que desemboca al mar a pocos metros del restaurante, al asegurar que la vegetación limita el paso libre del agua.

A poca distancia de este establecimiento, Lorena Navia, del restaurante Don Pedro, relata que ellos también se prepararon para la tormenta, aunque el paso de vehículos por dentro de la balsa que se formó en la calle Vicari Villegas «generó como unas pequeñas olas haciendo que el agua finalmente nos entrara en el restaurante». El nivel del agua se situó al nivel del portal. El establecimiento también pudo abrir el mismo día, a pesar de los daños que sufrió el suelo de parqué. Ni en uno ni en el otro establecimiento la maquinaria sufrió daños.

Mientras tanto, algunos particulares y los servicios de limpieza trabajaban para retirar los restos de barro y vegetación que afectaron a viviendas y espacios públicos de la primera línea del Port de Sóller.

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