Llevar internet a cada rincón de España. Esta es la misión del Gobierno, que a principios de octubre puso en marcha ayudas por valor de 544 millones de euros para desplegar los servicios de tecnología 5G en aquellos municipios con menos de 10.000 habitantes. Esta estrategia de país, impulsada con ayuda de los fondos europeos Next Generation EU, es también una oportunidad para las grandes operadoras de telecomunicaciones.
El 5G ha sido presentado como una auténtica revolución. La quinta generación de telefonía móvil permitirá a los usuarios conectarse a la red de forma más rápida, con menos latencia y a través de más dispositivos a la vez. El aumento de la velocidad y de la potencia permitirá que esta tecnología abra la puerta a la digitalización y suponga así un «elemento transformador económico y social», según La Moncloa.
España quiere tomar la delantera en el despliegue del 5G. Es por eso que la rama española de la británica Vodafone eligió el país para realizar el lanzamiento de su primera red comercial. En junio de 2019, los ciudadanos pudieron experimentar por primera vez un cambio en la conectividad que se limitó a pocas ciudades, pero que desde entonces se ha ido ampliando y normalizando. Telefónica, la francesa Orange y MásMóvil encendieron su redes en septiembre de 2020, abriéndolas a cada vez más localidades. Los últimos datos disponibles, de junio de 2022, apuntan a que la cobertura real de telefonía 5G ya alcanza un 58,18% del territorio, lejos del 33,51% registrado en 2021.
Pugna competitiva
El emergente mercado del 5G es visto como una lucrativa oportunidad de negocio. Eso ha llevado a las cuatro grandes ‘telecos’ que dominan el sector a una batalla competitiva a tres bandos —Orange y MásMóvil anunciaron su fusión en julio del año pasado, aún pendiente de aprobación— para ser las primeras en clavar su bandera en tierra firme.
Telefónica está tomando la delantera. La multinacional española capitaneada por Jose María Álvarez-Pallete ha desplegado 2.000 antenas de banda ancha de 3,5 GHz, la más potente del mercado, suponiendo un 65% del total. Así, en ese campo adelantaría a sus dos principales rivales. Orange, no obstante, fue la más rápida en activar sus servicios 5G+ o 5G SA, que cuentan con una mejor cobertura. Lo hizo en febrero; Telefónica, en julio.
Además, en 2022 la compañía ingresó 12.497 millones de euros, mientras que Orange se quedó en 4.647 millones y Vodafone en 3.907 millones. Movistar lidera el mercado del internet móvil con una cuota del 26,7%, mientras que la siguen Vodafone/Ono con un 23,9%, Orange/Jazztel con un 21,7% y MásMóvil con un 18,2%. También es líder en cuanto a líneas de telefonía móvil se refiere, representando un 27,4% del total.
Veto geopolítico
Esa competición también depende de factores geopolíticos. Así, las ayudas del Gobierno para el despliegue del 5G en el entorno rural, que otorgarán ayudas por 543,8 millones de euros, estarán condicionadas al «alto riesgo» que puedan suponer algunos fabricantes. En la práctica, eso supone un veto velado a compañías chinas como Huawei y ZTE, también restringidas en otros países occidentales como Estados Unidos o Reino Unido. Y es que ambas empresas han sido acusadas tanto por la Unión Europea (UE) como al otro lado del Atlántico de ayudar a Pekín en sus labores de ciberespionaje.
Aunque España ha dejado esa prohibición en el aire, lo establecido en las ayudas públicas para la extensión del 5G perjudica a Vodafone y a Orange, pues las dos ‘telecos’ dependen en varias provincias de los equipos y servicios fabricados por Huawei. Con sus proveedores vetados les será mucho más difícil desplegar red de banda ancha en el campo español. Sin embargo, esa decisión beneficia a Telefónica, pues la infraestructura de 5G del grupo español se apoya en la finlandesa Nokia y en la sueca Ericsson, consideradas seguras. Como adelantó El País, Vodafone y Huawei ya han presentado un recurso contra las bases establecidas por el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital.