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Hugo Fattoruso, el gran creador de candombe, rock y jazz, festejó sus 80 años con un show que lo mostró vital

Hugo Fattoruso, uno de los grandes artistas rioplatenses, celebró este martes 20 de junio sus ochenta años, con un concierto en el Teatro Solís de Montevideo, donde repasó algunos de los momentos sobresalientes de una carrera musical que tiene casi tanto tiempo como su vida misma.

Sobre el escenario de un teatro a pleno, desplegó algo que podríamos llamar Universo Fattoruso, en el que tradición y modernidad se reunieron en un plano de exquisita convivencia. Sin fricciones, más bien con una inigualable frescura no exenta de complejidad.

Hugo Fattoruso presentó varios de sus diferentes proyectos y de esa recorrida quedó en evidencia ese potente aliento melódico inseparable del pulso rítmico. La riqueza de la melodía sostenida por ese piso seguro del ritmo.

Hugo Fattoruso es una leyenda viva de la música popular rioplatense.

Hugo Fattoruso es una leyenda viva de la música popular rioplatense.
Fueron poco más de dos horas de concierto en los que Fattoruso demostró que sus innovaciones se han convertido en clásicos de la música rioplatense. Para este primer concierto (habrá otro en la noche de este miércoles 21), el artista eligió un camino bastante pedagógico de su historia. Hilvanó proyectos de ayer y de hoy con una versatilidad artística inseparable de su creatividad.

Antes que nada, una ovación

Una larguísima ovación, que tuvo mucho de amoroso reconocimiento, recibió a Fattoruso y a su acordeón. Vestido de manera informal, con una camisa de motivos alegres, comenzó su concierto con un vals a propósito de que tanto esas piezas como ese instrumento marcaron su comienzo como músico.

A esa introducción le siguieron dos temas que son parte conocida de su historia como compositor: Corre niña y Conmigo (no sé), acompañado por Los Fatto, su grupo de familia, que integran sus hijos Alex, Christian, Luanda y Francisco y sus nietos Nicolás, Santiago y Donatello. Un segmento seguramente lo vivió de manera entrañable el músico.

Clima de fiesta se vivió en el concierto con que Hugo Fattoruso celebró sus 80 años.

Clima de fiesta se vivió en el concierto con que Hugo Fattoruso celebró sus 80 años.
De ese mundo familiar saltó a su proyecto HA con la baterista y percusionista Albana Barrocas, una propuesta en la que Fattoruso se siente evidentemente cómodo.

Barrocas es una baterista creativa y de un tempo a toda prueba. Audaz en los espacios que le propone el tecladista. Abrieron con Aero morales, un tema potente con una sonoridad a vibráfono desde el teclado que parecía desafiar a la baterista. Un tema que es una larga travesía rítmica con sutiles arreglos que le dan un espíritu intenso.

Barrocas y Fattoruso dialogan sin efectismo, con una inventiva premiada con el larguísimo aplauso de la audiencia. En Tambores 2, Fattoruso dio una clase de cómo se toca el candombe, pero cantada sobre un ritmo que acompaña los dichos del profesor.

Dos orientales (uno de aquí, uno de allá)

Este encuentro de teclado y percusión se prolonga con Dos orientales, con Fattoruso junto con el exquisito percusionista japonés Yahiro Tomohiro y dos composiciones: De regreso y Dos orientes.

Si con Barrocas hubo un arco de tensión en los diálogos de batería y teclado, con Tomohiro el encuentro tuvo centralmente un cariz relajado, de alguna forma reflexivo, salvo en el final de este set en que el tecladista eligió un camino de un intenso expresionismo.

Ahora bien, Fattoruso no toca de la misma manera en todos los contextos. En ciertas melodías recrea los contornos distintivos, en otras, su lirismo por momentos se vuelve exuberante. Este artista, que cumplirá 80 años el 29 de junio, más que ningún otro músico probó que los idiosincráticos detalles del candombe podían adecuarse a muchos contextos diferentes.

Con la participación de la cantante Laura Canoura, el pianista logró despejarse de tanta interacción y convertirse en acompañante de esta excelente cantante que interpretó La pena nueva, “Ni siquiera tiene nombrebuscó guarida en mi pecho y viene de no sé donde” y la milonga El desperdido, un tema sobre alguien que dejó de estar perdido. Quizás, el momento más distendido de la noche.

El maestro Hugo Fattoruso, con su piano y sus partituras. Un festejo de la música popular rioplatense.

El maestro Hugo Fattoruso, con su piano y sus partituras. Un festejo de la música popular rioplatense.

La potencia de Barrio Opa

Tras el dúo con Canoura, llegó uno de los momentos más fuertes de la noche. Barrio Opa, con Nicolás Ibarburu en guitarra, Francisco Fattoruso en bajo, Tato Bolognini en batería y un percusionista. Comenzaron con El romance del sordo, un tema de Opa mal titulado y que recién ahora recobra su título original (en la grabación quedó registrado por error como El romance del muerto.

“Jamás le habría puesto un título así –dijo Fattoruso-, yo soy un romántico, ni se me ocurre poner esa palabra en un título«. La banda tiene un groove demoledor, Francisco e Ibarburu edificaron junto con el baterista una pared sonora densa sobre la que la melodía revolotea como una mariposa.

Luego, el pesado Candombe Beat Funk, con un elocuente solo del bajista y para cerrar el set se suma Ringo Thielmann, bajista del Opa, para hacer ese hit que es Goldenwings. Llega rengueando al escenario, al parecer por un grave problema en la cadera, hasta que se cuelga el bajo y ya nadie se acuerda de su forma de caminar, porque toca con un empuje juvenil, impactante. El poder transformador de la música.

Luego presentó otro proyecto, esta vez en trío con Unno, con Rolo Fernández en bajo y Mateo Ottonello en batería. Hay un tono más experimental en esta propuesta, en especial, en Vivir contento, mientras que, en Séptimo piso, el aire de candombe recobra su protagonismo.

Uno de los momentos esperados fue con Rey Tambor, una cuerda de tambores formada por Diego Paredes en tambor piano, Fernandito Núñez en chico y Noé Núñez en repique, al que se sumó el Lobo Núñez, verdadero prócer del candombe y Tomohiro. Hicieron Barrio latino y Tonos negros, seguidos por una audiencia que mostró ese respeto que emana de este artista que es parte insoslayable de la música uruguaya.

Gran dinal. Hugo Fattoruso, junto al Coro de Niños del Sodre.

Gran dinal. Hugo Fattoruso, junto al Coro de Niños del Sodre.
La despedida fue con el Coro Nacional de Niños del Sodre, en este caso se presentaron 13 niñas, dirigidas por Víctor Mederos y con parte de Los Fatto dando respaldo a las voces. Cantaron un tema de Los Shakers, What A Love, y Never, Never. Un cierre a tono con esa calidez tan particular que tiene Fattoruso, un artista que en sus dorados ochenta sigue siendo un artista creativo y vital.

WD

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