Fue en el torneo de Liberec, en República Checa, donde el marplatense de 22 años levantó su cuarto título de este circuito. Desde este lunes será 170 del ranking mundial, el mejor de su carrera.
Esta semana, los obreros del tenis argentino contaron los esfuerzos que deben hacer para sostenerse como profesionales, lejos del brillo del ATP Tour y principalmente en el mundo de los Challengers. Y uno de los cuatro que dieron su testimonio ante Clarín tuvo una rápida recompensa: el marplatense Francisco Comesaña se consagró campeón en el torneo de Liberec, en República Checa, con la particularidad que se jugó en dos superficies diferentes por cuestiones de clima y que le permitirá alcanzar el 170° lugar del ranking, el mejor de su carrera.
Comesaña ganó sus primeros partidos sobre polvo de ladrillo, original del certamen, pero cuando la lluvia dominó la escena obligó a pasar los encuentros de semis y la final a un complejo bajo techo y superficie dura.
Así, primero, el marplatense de 22 años le ganó al francés Ugo Blanchet (6-0 y 6-3) y después al norteamericano Toby Kodat (481°) con parciales de 6-2 y 6-4 para celebrar el cuarto título de este tipo en su carrera. Antes había vencido a Constantin Bittoun Kouzmine, Michael Vrbensky y al joven prometedor croata, Dino Prizmic.
Sobrevivir en el circuito
En diálogo con Clarín, Comesaña había contado cómo suele su temporada. «No sé si todos saben lo que realmente vale un año de un tenista. Es muy caro. Si no tenés ingresos extra se hace muy difícil, porque hay que pagar entrenadores, hoteles, vuelos… y realmente no alcanza», reflexionó.
El marplatense debe bancarse la carrera con el dinero que gana compitiendo, que nunca es suficiente.
Ir a jugar a Europa, donde se disputan la gran mayoría de los torneos, no es barato. Al pasaje aéreo a Madrid, como aeropuerto de entrada, hay que sumarle los gastos de comida y en algunos casos hospedaje, que no siempre está cubierto por un torneo de los niveles más bajos.
«En el circuito Challenger no se gana mucha plata. Un pasaje es carísimo, es impagable. Si tengo que ir a Europa con mi entrenador, llego con 3 mil dólares menos. Entonces en la primera semana hay que intentar llegar a la semifinal o a la final para recuperar lo que gasté en la ida. Es muy difícil», contó Comesaña, quien en mayo fue finalista del Challenger de Skopje, Macedonia del Norte, y en junio ganó en Vicenza y fue semifinalista en Prostejov, República Checa.
Con la victoria en República Checa y su escalada en el ranking, el marplatense consiguió uno de los grandes objetivos que comparten estos jugadores: romper la barrera de los 240 mejores. En ese nivel se les abren las puertas de las fases previas de los Grand Slams, que pueden marcar una diferencia enorme.
«Con esa plata podés viajar mucho más tranquilo todo el año, llevar a tu entrenador y hacer las cosas un poco mejor», aseguró Comesaña.