Durante la última década, cuatro varones diferentes levantaron el trofeo en el Abierto de Australia y en Wimbledon, y tres se coronaron en Roland Garros. En cambio, en el US Open hubo siete campeones distintos desde 2013, incluyendo cuatro debutantes en títulos de Grand Slam. Esta historia reciente podría llevar a pensar que no será fácil pronosticar quién terminará festejando en la edición del Abierto de Estados Unidos que se pondrá en marcha este lunes. Sin embargo, basta repasar lo que mostraron en la gira de cemento los mejores jugadores del circuito -esos que en los papeles están destinados a llegar a las instancias decisivas- para ver que no es muy arriesgado pronosticar que el último «grande» del año será un show con solo dos actores principales: Carlos Alcaraz y Novak Djokovic.
Mientras que el español y el serbio desembarcaron en Flushing Meadows con la confianza por las nubes, después de jugar uno de los mejores partidos de la temporada en la final del Masters 1000 de Cincinnati, la gran mayoría de sus compañeros del top 10 no logró grandes resultados ni regularidad en los torneos previos.
Alcaraz, de 20 años, y Djokovic, de 36, son los jugadores más destacados de una temporada en la que se repartieron los Grand Slam (Nole se consagró en Melbourne y en París, y Carlitos en Londres) y tuvieron en vilo a los fanáticos en una lucha cerrada por la cima del ranking, hoy en manos del más joven. Desde enero, se pasaron seis veces de mano el número uno.
Entre los dos ganaron diez títulos en la presente campaña, incluidos tres Masters 1000. El murciano, campeón en Indian Wells y en Madrid, es el jugador con más conquistas en el año (6) y el balcánico, quien festejó en Cincinnati, está tercero con cuatro trofeos, uno menos que el ruso Daniil Medvedev. Y ambos son los únicos clasificados a las ATP Finals de Turín.
El español, en tanto, tuvo un traspié en Toronto: se despidió en cuartos ante Tommy Paul, 14° del mundo. Pero volvió a mostrar un gran nivel en Cincinnati, donde llegó a la instancia decisiva ganando todos sus duelos en tres sets e hizo trabajar a Djokovic en la final.
Los rivales necesitan dar todo
El único de ese grupo que pudo conseguir un gran resultado en los torneos importantes de cemento fue Jannik Sinner, quien ganó el Masters 1000 de Toronto, aunque sin enfrentar a ningún jugador mejor ranqueado que él (octavo en ese momento).
Su rival más «peligroso» fue Paul (14°), quien había bajado a Alcaraz en cuartos, pero no pudo con el italiano en semis. Días después, perdió en el debut en Cincinnati. El de San Candido (6°) sabe lo que es ganarle a Alcaraz, con quien está 3-3 en el historial (1-3 en cemento), pero nunca venció a Djokovic (0-3). Y a los 22 años, su mejor resultado en Nueva York son los cuartos de 2022.
Taylor Fritz fue el top 10 más regular en la previa del US Open. El estadounidense (9°) ganó el ATP 250 de Atlanta, fue semifinalista en el 500 de Washington, alcanzó los octavos en Toronto y perdió en Cincinnati en cuartos con Djokovic. Habrá que ver si puede llevar su gran rendimiento a Flushing Meadows, donde nunca superó la tercera ronda.
El griego Stefanos Tsitsipas (7°) gritó campeón en el 250 de Los Cabos, en el arranque de la gira. Sin embargo, falló luego en los Masters 1000: cayó en el debut en Toronto ante Gael Monfils y solo ganó un partido en Cincinnati.
Tampoco Holger Rune (4°), Casper Ruud (5°), Andrey Rublev (8°) ni Frances Tiafoe (10°) firmaron buenas actuaciones en las canchas duras norteamericanas. Lo mejor fueron los octavos del noruego en suelo canadiense, donde fue eliminado por Alejandro Davidovich (37°).
Con estos antecedentes frescos, resulta muy difícil imaginarse a alguno de esos jugadores levantando el trofeo en Nueva York. Las tendencias de las apuestas también lo reflejan. Mientras que en las páginas más conocidas el serbio paga como mucho 2,5 y el español 2,6, Medvedev paga entre 5,5 y 8, y Sinner entre 11 y 12.
Aunque en el deporte -y en el tenis, especialmente-, nada está dicho hasta que termina un partido. Y cualquiera de ese top 10 puede dar una sorpresa.
Tampoco hay que descartar la aparición de algún «tapado» que se robe los flashes. Como el italiano Matteo Berrettini (36°), que ya demostró que tiene con qué dar pelea en los torneos importantes: fue finalista en Wimbledon 2021 y llegó a semis en el US Open 2019. O el alemán Alexander Zverev (12°), cada vez más cerca de su mejor nivel y quien viene de hacer semis en Cincinnati.
La motivación extra de una nueva rivalidad
Hay otro factor que alimenta el favoritismo de Carlos Alcaraz y Novak Djokovic de cara al US Open, más allá de sus enormes presentes y del flojo rendimiento de sus grandes rivales en las citas de preparación para el torneo: la motivación especial que representa para ambos la chance de jugar una nueva final de Grand Slam entre ellos.
El serbio, que irá por su 24° Grand Slam y el cuarto festejo en Nueva York, lo dejó claro en Cincinnati: «Partidos como esta final me empujan para mantenerme competitivo y seguir jugando al tenis».
«Este fue uno de los duelos más emocionantes y duros mental, emocional y físicamente de mi carrera. Tal vez pueda compararlo con la final con Nadal en el Abierto de Australia 2012. Realmente se sintió como una final de Grand Slam», afirmó el serbio tras la victoria del último domingo.
Y reconoció que el espíritu luchador del murciano le hacen acordar a Rafa, el gran rival de su carrera. «Es todo un desafío jugar contra él pero, al mismo tiempo es muy sufrido. Hubo momentos en los que estaba a punto de pedirle que por favor se rindiera, que me entregara algún punto porque ya no podía más. Lo que sentí en la cancha me recordó a cuando jugaba con Nadal en el mejor momento de su carrera. Cada punto es una batalla», afirmó entre risas.
Alcaraz, que buscará retener la corona y levantar su tercer trofeo «grande», afirmó: «Estoy agotado, pero orgulloso. Luché hasta la última pelota y casi le gano a uno de los más grandes de todos los tiempos. Es increíble poder enfrentarlo, compartir la cancha con él y aprender de él, como aprendo en cada partido que jugamos».
¿Será la final del US Open el quinto capítulo de esa nueva rivalidad? Djokovic así lo espera.
«Ojalá que podamos volver a jugar en algunas semanas en Nueva York. Eso sería lindo», dijo en la ceremonia de premiación de Cincinnati. Alcaraz asintió con una gran sonrisa y se rió cuando Nole, divertido, retrucó: «Sería lindo para los fanáticos, no sé si para mí…».
Más allá de las bromas, esa posibilidad de pelear mano a mano por el trofeo del último Grand Slam del año es una motivación extra para el español y el serbio. Y una razón más para animarse a pronosticar que serán ellos los que definirán el campeón en Flushing Meadows dentro de dos semanas.