Tras la escasez de las últimas semanas, el valor de los combustibles subió hasta un 10%. Sin embargo, el costo está por debajo del nivel internacional. Quiénes participan de la mesa en la que se discuten los aumentos.
05 de noviembre 2023, 05:51hs
Si bien durante las semanas posteriores a las elecciones generales, la economía parece haber ingresado en una etapa de tensa calma, el conflicto por el desabastecimiento de los combustibles irrumpió en la agenda e impactó de lleno en las estaciones de servicio de todo el país.
Pasada una semana en la que se vieron largas filas en los surtidores, se habilitó un nuevo aumento de hasta el 10% para el precio de venta, que tendrá su efecto en el bolsillo de los consumidores y se verá reflejado en los índices de inflación de noviembre y diciembre.
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La falta de nafta y gasoil se explica por varios motivos, pero sobre todo abre una serie de interrogantes. ¿Por qué el desabastecimiento afectó a todo el país? ¿Cuál es la situación actual del sector? ¿Por qué aumentaron los precios? Y sobre todo: ¿cómo se determinan los valores que se comercializan en las estaciones de servicio?
Nafta: cómo se determina el precio
A grandes rasgos, los precios de los combustibles se conforman por: el costo del crudo, los impuestos, el transporte y la distribución y el margen para las refinerías y estaciones de servicio.
En la Argentina, el precio del combustible líquido -nafta y gasoil- se determina primero en pesos en el surtidor. Desde allí se deducen una cantidad de cargos, como impuestos y fletes, y así se llega al precio del barril en la puerta de la refinería. Ese valor, que hoy está en torno a los US$56 (al tipo de cambio oficial), es lo que habitualmente se llama “barril criollo”, un nombre que viene de otra época, en la que el Gobierno dictaminaba el precio; hoy se hace por un acuerdo.
“El punto central en la determinación del precio es el valor internacional del crudo. El Brent está en US$87, pero tenés un acuerdo para que los productores vendan a US$56 el barril, que es el barril criollo, que se negocia entre las refinerías, los productores de petróleo y el Gobierno”, resumió Nicolás Arceo, director de la consultora Economía y Energía.
Aquí para la industria se genera un primer desacople porque las petroleras venden en el mercado local a un valor de US$56 el barril, mientras que el precio internacional gira en torno a los US$85. Ya sea por exportaciones que no se pueden hacer o por importaciones que se realizan para satisfacer la demanda interna, esa brecha genera una pérdida para una parte del negocio.
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Este punto es central para explicar uno de los nudos del conflicto de las últimas semanas. Un contexto de mayor demanda en el consumo de combustibles, sumado a las paradas programadas del parque refinador, llevó la necesidad de importar.
“Las restricciones en el acceso al mercado de cambios y/o a fuentes de financiamiento alternativas determinaron un retraso en la importación de combustibles, generando crecientes problemas de abastecimiento que se agudizaron sensiblemente en los últimos días”, detalló en su último informe Economía y Energía.
A pesar del aumento que llegó a los surtidores esta semana, el ingeniero y consultor Emilio Apud consideró que el precio actual del combustible, que promedia los $300 para la nafta, aún no refleja todos los costos y destacó que tanto el margen de refinación como el de las estaciones de servicio es chico.
“Si no hubiera un precio interno más bajo para el barril, su valor estaría alrededor de un 10% por debajo del costo internacional: unos US$80″, afirmó el exsecretario de Energía. Y calculó: “El atraso es del 30%. Lo que se está importando, se paga entre $410 y $450 el litro. Habría que llegar a un valor similar, pero no creo que eso ocurra antes del balotaje”.
Exportación: la válvula de escape para cubrir los costos
Ante los faltantes de combustibles que se vieron a fines de octubre, Massa amenazó a las petroleras con suspender las exportaciones que, precisamente, son autorizadas por la secretaría de Energía: solamente se puede vender al exterior cuando la demanda interna está totalmente satisfecha.
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Las exportaciones de combustibles, explicó Apud, son una suerte de “válvula de escape” para que el sector compense costos. “Todo el volumen de petróleo que no sea requerido para el mercado interno, está liberado para exportar con una retención baja, del 8%. Así, colocan el barril en el exterior a unos US$80. El saldo exportable es importante, ya que se producen 660.000 barriles diarios contra los 500.000 que se consumen internamente. Eso les permite ir tirando, pero en esta industria eso no alcanza porque se necesitan grandes inversiones”, sostuvo.
Para incentivar mayores exportaciones de combustibles, el Ejecutivo dispuso un tipo de cambio especial para que una parte de las divisas que ingresen por las ventas de combustibles al exterior se liquiden al precio del dólar financiero (CCL), que vale más del doble que el oficial.
“Los dólares diferenciales permitieron a las empresas compensar un poco la distancia entre el barril criollo y el precio internacional, pero la condición de este aparente win-win (porque el Estado refuerza reservas) era mantener congelados los precios a los combustibles para las estaciones de servicio. Sin embargo, en el canal mayorista el precio siguió subiendo y la brecha fue de más o menos el 30%. Por eso, se trasladó la demanda hacia el mercado minorista, lo que llevó a desabastecer el interior del país”, sintetizó Alejandro Einstoss, investigador de IIEP UBA-Conicet.
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Otro punto que ayuda a las empresas del sector a mantener sus márgenes de ganancia a pesar del bajo precio interno del barril es que las petroleras que operan en el país son muy pocas y están integradas verticalmente. Esto significa que la misma empresa extrae, refina y vende el combustible.
Impuestos: un costo congelado y difícil de sincerar
Otro de los puntos fundamentales en el precio de la nafta son los impuestos. Además del 21% de IVA, Apud mencionó dos tributos específicos que representan alrededor del 12% del precio final: el impuesto a los combustibles líquidos y el impuesto al dióxido de carbono.
Esos impuestos, junto con la posición dominante que tiene YPF en el mercado interno, son las dos herramientas que tiene el Gobierno para amortiguar las subas en el precio de la nafta. Por eso, este martes se anunció la postergación hasta febrero de los incrementos sobre los impuestos a los combustibles líquidos, cuyo monto se encuentra congelado desde 2021. De esta manera, se resignan recursos fiscales a costa de contener el precio final de venta en el surtidor.
Para Einstoss, el problema de fondo “es que hay una distorsión enorme de precios que implica la aplicación de un combustible con precio cuidado y genera escasez”. Así, de acuerdo a su mirada, queda latente un desafío de “triple shock” para el sector que probablemente deba resolver el próximo gobierno: “Acomodar los precios del petróleo local al internacional, la modificación del tipo de cambio y la actualización de los impuestos”, precisó. Estos tres factores impactarán sobre la cadena de precios y, por ello, sobre el bolsillo de los consumidores.