El veintidós de junio, 48 horas antes del cierre de las listas de precandidatos que competirán en las PASO, el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, recibió en su despacho a un molesto adversario, el ideólogo de un acontecimiento histórico en el peronismo bonaerense. Emilio Pérsico, líder del Movimiento Evita, logró el apoyo de la familia Kirchner para que su esposa, Patricia Cubría, se presentase como precandidata a jefa comunal en una interna en la que entrará en “combate” para conseguir el voto mayoritario contra el titular de ese municipio que siempre quema por necesidades sociales.
Espinoza creyó que iría directo desde las PASO a las nacionales para intentar lograr su reelección. Pero no será así. Primero deberá ganarle la interna a Cubría. O viceversa. Nunca antes el PJ se sometió a una competencia de este estilo para elegir candidato a intendente de esa localidad, corazón de los comicios a nivel nacional, debido a que en sus vastos y desiguales barrios están habilitadas para votar un millón cien mil almas, el equivalente a los padrones de cinco provincias argentinas de población promedio.
La reunión fue tensa y sirve como ejemplo del nuevo escenario político que se abre en el PJ de Buenos Aires. Son varios los jefes comunales del partido que están rabiosos con los Kirchner debido a que el jefe camporista Máximo colonizó la mayoría de las listas de precandidatos a legisladores Buenos Aires. Sus dirigentes más leales fueron inscriptos en los lugares más destacados de la boleta que encabezará Sergio Massa.
Para colmo, Máximo y su madre, Cristina Kichner, habilitaron listas en las PASO a nivel municipales a sus “rivales” de los históricos jefes comunales del PJ bonaerense.
El diálogo entre Espinoza y Pérsico podría ser un adelanto de una campaña cruenta, en que el peronismo ortodoxo intentará ponerle límite a nuevos adversarios distritales, pero sobre todo a La Cámpora. Cubría no milita en ese espacio pero impuso su plan.
Pérsico le respondió con firmeza: «No, Fernando, vamos a competirte en las PASO. Lo que queremos es hacer un acuerdo con vos para que la interna sea civilizada. Sin violencia en las calles».
Y redobló entonces Espinoza: «¡Es que ustedes manejan acá a todo tipo de bandas, Emilio! Ojalá la interna sea en paz, sin agresiones entre nosotros».
– ¿Pero justo vos nos hablás de manejar bandas callejeras acá en La Matanza? No podés decirnos eso después de que cagaran a tiros a militantes nuestros porque pintamos paredes en los barrios, le respondió el jefe del Movimiento Evita y funcionario del ministerio de Desarrollo Social. Pérsico aludió así a varios enfrentamientos en los que militantes de su espacio denunciaron ser víctimas de una banda de punteros callejeros del PJ llamada Los Búhos, cuyos miembros son matones que responden a las autoridades del peronismo local.
La reunión no duró mucho más. Y marca, como se dijo, el nivel de tensión que habrá y que hay en el peronismo bonaerense.
Nadie sabe si estará garantizada la paz callejera en La Matanza.
Casi una semana después de aquel encuentro, el Movimiento Evita recibió la confirmación oficial de que Patricia “Colo” Cubría estaba habilitada para a las PASO contra Espinoza.
El “Evita”, siempre con apoyo de Máximo Kirchner y de su madre, logró también que otro de sus militantes, el legislador Leo Grosso, sea aceptado como contrincante de Fernando Moreira en otras de las PASO calientes que se sucederán en Buenos Aires, en este caso, en la localidad de San Martín, territorio en el que el jefe político es el hoy ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis.
Peleas por todos lados
El dirigente podría haber integrado las listas de precandidatos a legisladores nacionales, o quizás provinciales de Unión por la Patria (UP), pero La Cámpora de Kirchner ocupó once de los primeros quince lugares del tramo de la boleta de postulantes a diputados nacionales. Mientras que también ocupó la mayoría de los cargos para diputados y senadores bonaerenses. Esos puestos solían ser garantizados para dirigentes de los intendentes del conurbano, hábiles organizadores del aparato electoral del peronismo en la provincia con mayor población de todo el país. Pero, salvo algunos aliados de distritos claves, la agrupación juvenil decidió relegar a los jefes comunales que consideran no leales a su proyecto.
Los gobernadores, sobre todos los del “norte grande”, ya le habían advertido al precandidato a presidente Sergio Massa que no aceptarían “extorsiones de La Cámpora”, y que por primera vez en años no integrarían las listas a legisladores nacionales de sus provincias con militantes del espacio ultra K.
El peronismo empezó así un alzamiento contra La Cámpora que se da en diferentes variables de las precandidaturas y con cruces diversos, siempre de acuerdo a municipios o provincias particulares.
“Es el límite, se terminó la prepotencia de estos chicos”, resumió ante Clarín uno de los gobernadores del PJ que cumplió su palabra y no le dio chances a Máximo de pedir más bancas.
Una buena parte de los más poderosos jefes comunales del PJ bonaerense tampoco aceptaron que haya “camporistas” en sus listas de concejales.
El caso de Hurlingham
El municipio más emblemático en el que el PJ clásico y La Cámpora irán a una disputa en las PASO es Hurlingham.
El actual intendente es Juan Zabaleta, quien durante el tiempo que ocupó el cargo de ministro de Desarrollo Social tomó licencia de su puesto y permitió que un dirigente de La Cámpora, el entonces concejal Damián Scelci, lo reemplazara por un tiempo que se había acordado culminaría antes del fin del mandato de Alberto Fernández como Presidente.
Zabaleta dejó el Ministerio de Desarrollo Social y volvió a la intendencia de Hurlingham. Se encontró con varios posibles desmanejos administrativos y luego dirigentes opositores al peronismo presentaron una denuncia penal contra Scelci y otros “camporistas”.
Zabaleta modificó el gabinete que había designado Scelci. Y ahora decidió presentarse en las PASO para ganarle la interna a La Cámpora.
Este sábado, el propio Máximo Kirchner demostró cuán importante es para él esa PASO local. Fue el principal orador del acto de lanzamiento de Scelci.
Son muchos más los intendentes del PJ bonaerense que intentarán frenar el avance de los “camporistas”, que suelen utilizar como “bases” territoriales a las sedes locales de organismos nacionales que maneja la agrupación, como el PAMI y ANSES.
Los jefes comunales que se consideran adversarios de los Kirchner usan a la situación de Hurlingham como ejemplo del eje de su pelea contra los K: “Zabaleta se fue y le coparon la municipalidad. No se puede confiar en ellos”, describió ante este diario uno de los jefes municipales del PJ que quiere que el partido despierte de un largo letargo en el que se dejó cooptar por la agrupación de Kirchner hijo.
El vocero brutal de este nuevo escenario, en el que todo puede pasar en los barrios bonaerenses donde el PJ tienen hegemonía pero que entran ahora en discusión electoral, fue el caudillo de José C. Paz, Mario Ishii.
Gran conocedor de las entrañas del aparato electoral bonaerense del Justicialismo, imbatible en su distrito, se declaró enemigo de La Cámpora y dijo lo que decenas de sus colegas del conurbano solo ratifican en privado. Apuntó a Kirchner hijo y al resto de los “camporistas” al exigirles que dejen la presidencia del PJ bonaerense debido a que, según él, “no están a la altura de la tarea para la cual fueron encomendados”.
Ishii, declarante con ánimos de herir, agregó que los K y sus compañeros de aventuras en el conurbano monopolizaron el armado de los precandidaturas a legisladores de la provincia: “Armaron las listas a dedo, a espalda de los compañeros, sin posibilidad de ver la lista hasta el cierre de la misma”.
El PJ bonaerense está, al menos hasta hoy, dividido, aunque no tanto. Muchos de sus jefes encontraron un enemigo común. Paradoja, no es un dirigente de la oposición. Es del oficialismo. Se llama Máximo. Se apellida Kirchner.