Gastón Pauls se recuerda agitando con la hinchada en la tribuna. “¡Si no decían ‘corte’ seguíamos saltando hasta los 90 minutos!”, sintió filmando la serie que marca su regreso a la ficción: Barrabrava, que se lanza este viernes 23 de junio en Amazon Prime Video: “Me pasó varias veces en el rodaje. Estaba todo tan bien recreado que yo sentía que estaba en la cancha con los barras bravas”.
Esta serie de ocho episodios que creó Jesús Braceras (uno de sus cuatro directores) muestra a dos hermanos de ficción que son echados de la barra del Club Atlético Libertad del Pueblo (CALP) e inician una guerra por su control.
Gastón Pauls hace de César, el mayor, junto a Matías Mayer como Adrián “Polaco”: los ásperos rivales del viejo líder “El Tío” (Gustavo Garzón). ¿Qué traiciones, pasiones y adicciones se agitarán en Barrabrava?
El fútbol y las drogas
“Vine a Uruguay para dar tres charlas sobre adicciones a las drogas -cuenta el actor y conductor de 51 años-. Hay un entramado de intereses en las sombras. A muchos les conviene que los verdaderos hilos sigan escondidos”, dice el actor pensando en las adicciones, pero podría aplicarlo al fútbol.
El espesor político argentino de la serie Barrabrava (poder, narcos, hinchadas, policías) sintoniza bien con estas charlas sobre drogadependencia que Pauls brinda hace siete años. Y con su programa Seres libres, en Crónica TV, con reveladoras entrevistas sobre adicciones y recuperación. “Mientras las autoridades no se comprometan, la situación va a estar cada vez peor”, pronostica.
El creador de Barrabrava, Braceras, ya había dirigido la serie Puerta 7 (2020), sobre el mundo de las barras. En esta ficción de Amazon Prime Video también tienen roles Cande Molfese, Liz Solari, Violeta Narvay y hasta el rapero Neo Pistea, entre otros. Hay una breve aparición de Eva De Dominici.
Y en este retorno a la ficción, Gastón Pauls se brinda de lleno para su complejo papel de César. Incluso en arduas escenas vinculadas con las drogas.
-Esta serie marca tu regreso a la ficción, y en una plataforma de streaming. ¿Qué fue lo que te motivó?
La oscuridad de la realidad y la de la ficción
-¿Los momentos oscuros de «Barrabrava» te permitieron conectar con tus propios momentos oscuros?
Pauls lo traslada al plano actoral: “A mí, todo lo que me pasó en la vida, con lo bueno, lo malo, lo doloroso, lo genial, un premio y un castigo, el éxito y el fracaso, permitió que como actor tuviera un abanico más amplio de registros, de emociones. Hay algo en el trascender el sufrimiento que me conmueve. Ojalá eso quede en la pantalla”.
-¿Qué valorás del realismo de los personajes de «Barrabrava»?
-El otro día, en la conferencia de prensa de la serie, Gustavo Garzón dijo como ocho veces: “Bueno, en el documental de Barrabrava…”. Pero era lógico. Hay algo en la realización de la serie que es muy documental, más allá de que sea una ficción. Uno la ve y dice: “¿Pusieron cámaras en una barrabrava?”. Para mí, como actor, era más fácil meterme en este mundo, porque estaba muy bien recreado. Por más que yo no sea un barra brava en la vida real.
Pauls piensa en una escena inolvidable durante el rodaje de Barrabrava. “Fue sobre el final de la temporada y la hicimos con Matías Mayer, un gran compañero. La escena duró tres o cuatro horas y fue muy demandante físicamente. Yo, que tengo 51, al lado de Mati, que tiene 32, cuando arrancamos dije: ‘No llego a los 90 minutos; pido cambio al minuto 14 del primer tiempo’”.
Pero apareció esa fuerza extra “que te da el proyecto y el equipo. Vuelvo a ponerlo en términos futboleros. Cuando cae tu rendimiento, tal vez el defensor empiece a pedirla todo el tiempo. O el delantero aguanta con el cuerpo la pelota. Después de cuatro horas de demanda física, ese plus permitió que yo llegara a buen puerto. Era una escena del episodio ocho, y si fallábamos se caían un poco los siete episodios anteriores”.
-Diez años atrás, la serie se hubiera estrenado en TV abierta o en cable. ¿Cómo ves este momento en que las series van directamente al streaming?
-Es un signo de los tiempos. Hay que reacomodarse constantemente. Y ni hablar en los años que vendrán. La televisión, y sobre todo la ficción como la conocíamos, casi no existe. Salvo alguna, una vez por año, en algún canal. Esto de las plataformas tiene muy poco tiempo, y ni hablar de la explosión durante la postpandemia.
«Hoy habrá cuatro o cinco plataformas que producen ficción. De alguna manera se repite el número de los canales de aire, cuando había ficciones en Canal 9, Canal 13, Canal 11 y Canal 7. Ojalá se sigan haciendo. Es el deseo de todos los que formamos parte de esta industria», comparte a casi 30 años del debut de Montaña rusa, la tira que lo volvió famoso.
Lo que viene
-¿Vas a entrar de lleno en las series por streaming, a la par del periodismo testimonial?
-Yo estoy bastante comprometido con Seres libres (está desde hace tres años) y viendo si podemos abrir el formato en Latinoamérica y en Europa. Filmé algunas películas y estoy llevando adelante dos proyectos cinematográficos. Pero les pongo mucha energía a las charlas en todo el país y puedo decir que la situación con las adicciones es una locura, una locura. Los pibes entran a consumir a los 6, 8 ó 10 años. Y hace 27 años que en la Argentina no hay una campaña de prevención fuerte contra las drogas.
«La última fue la del Dr. Alfredo Miroli, con Fleco y Male, en 1997. Pasaron todos los gobiernos y no hubo una sola campaña para que los pibes que nunca consumieron sepan, por lo menos, qué es lo que se van a llevar a la nariz, a las venas, o a los pulmones, cuando les ofrezcan merca o pasta base«, reconoce con conocimiento de causa.
-Hay una relación intrínseca entre adicciones y barras bravas. ¿Cómo fue para vos volver a ese mundo, pero desde el fútbol?
-Ojalá las adicciones se dieran en un solo sector social, porque sería menos complejo. Pero las padecen los pobres y los ricos, los de izquierda y los de derecha, el judío y el católico, el gay y el heterosexual, el macrista y el kirchnerista, el alto y el bajo, el gordo y el flaco. Y lo digo también en las charlas.
Y cierra: «Hay adicción al poder, a la guita, al rating, a los seguidores y al like de las redes. Y las adicciones se alimentan del silencio y del secreto, como las barras bravas«.