La final se había grabado el viernes pasado y él tenía el secreto guardado bajo muchas llaves. Y fue precisamente una llave la que lo llevó a ese momento de gloria que se vio en buen parte del país: porque el 19 de octubre de 2023, José Bedmar se ganó una -y la colgó alrededor del cuello-, lo que le permitió llegar a la última instancia del juego por un departamento a estrenar. Y este martes 8, casi un año después de aquel primer paso, el geólogo marplatense se convirtió en el segundo «dueño» de Los 8 escalones.(a las 22.30, por El Trece)
En medio de la euforia, con el jurado aplaudiendo de pie y sus ex rivales valorando su largo camino de respuestas correctas, se escuchó claramente cuando su madre, con la voz cortada en el hueco de un abrazo conmovedor, le decía «sos propietario, hijo, sos propietario».
Y, sí, la tele, como la vida, a veces te da sorpresas. Y este hombre de 41 años que se recibió de Licenciado en Geología en la Universidad Nacional de La Plata consiguió finalmente lo que siempre había soñado: la casa propia. Y todo gracias al programa de Guido Kaczka: «Alquilo desde hace muchísimos años, con todo lo que eso implica, porque ahí se te va gran parte del sueldo. Con lo cual el objetivo de tener un departamento mío me quedaba cada vez más lejos. Y lo conseguí gracias a la televisión, estoy como que todavía no lo puedo creer, y eso que ya pasaron unos días», le cuenta José a Clarín este miércoles al mediodía, unas horas después de que se lo viera ganar el mano a mano con Fabián.
«Estoy muy emocionado, muy feliz, especialmente muy agradecido, pero todavía no caigo del todo. Se me vienen muchos cambios, porque no hace mucho que renové el alquiler y hay que ver cómo hago con todo. Pero no sería un problema, sería algo muy lindo», se lo escucha decir mientras sus compañeros de la Dirección de Geología Ambiental -trabaja en el Servicio de Geología que depende de la Secretaria de Minería de la Nación– manifiestan su euforia.
José Bedmar ganó la llave en octubre del año pasado y este martes se hizo acreedor del departamento.Flamante ganador del departamento, que queda en San Cristóbal y tiene pileta y gimnasio, entre otros servicios, fue recibido en su oficina a la mañana con clima de fiesta.
-¿Llevaste factura o cosas ricas para festejar?
-No, pero ya les prometí un asado para todos. Es lo menos que puedo hacer. Todos sabían que estaba participando, pero nadie supo lo que pasó en la grabación. Se enteraron anoche viendo el programa.
José, el cuarto (remera negra con gafas), este miércoles al mediodía con sus compañeros de trabajo. Foto Gentileza José Bedmar-¿Ya habías probado suerte en la televisión?
-Nunca, ni siquiera había pensado en anotarme. Lo veía, porque siempre me interesó este tipo de propuestas, y en casa arriesgaba respuestas, pero jamás se me había cruzado inscribirme. Pero fue tanta la insistencia de mi abuela, que es fan de Guido y lo ve todas las noches, que dije «Bueno, le voy a dar el gusto».
-¿Ya hablaste con ella?
-Sí, está chocha y muy emocionada. Ella confía mucho en mí, tal vez más que yo. La adoro, ella es una persona muy especial para mí.
Habla de la abuela Carmen de 95 años, que vive en Mar del Plata, ciudad en la que José nació. Después la familia se mudó a Balcarce -donde viven sus padres-, él estudió en La Plata, volvió a residir a Mar del Plata y desde el 2018 alquila en Buenos Aires. Ahora vive en un departamento de Villa Santa Rita y más adelante se instalará en su propia casa. O casa propia, que suenan parecido pero no es lo mismo.
José, acompañado de su mamá, María Inés, quien jugó con él en dos escalones: fue ayuda fue clave.
Ahora le cambian los planes
Además de Carmen, en la charla habla de sus otros afectos, de sus padres -su madre jugó con él en dos escalones de la gran final-, de sus amigos y de su novia, Silvina. ¿El departamento a estrenar cambiará los planes de la pareja?: «Creo que ahora, con esto, se puede empezar a planear distinto, ya sobre un escenario más firme».
Fanático desde chico de los juegos de trivia, reconoce que «siempre tuve mucha curiosidad por saber un poco de todo. De pibe era fanático del Carrera de mente -un juego de mesa de preguntas y respuestas-, y leía bastante. Y como mi abuela me dijo que con todo lo que yo sabía me podía ir bien me anoté en marzo del año pasado como para que se pusiera contenta. Y me llamaron en septiembre para que me presentara en octubre».
-¿Qué te acordás de aquella noche?
-Estaba nervioso, pero con ganas. Éramos nueve participantes y en ese escalón se jugaba por la llave para tener chance de competir en algún momento por el departamento. Se la ganaba el que más respuestas correctas metía en un minuto y a mí me tocó la categoría para clasificar animales en aves, anfibios, insectos y mamíferos. Por suerte elegí una planilla de la que sabía, porque si me tocaba la de los nombres de los hijos de famosos estaba perdido.
Después no tuvo más noticias hasta agosto del 2024, cuando lo volvieron a llamar ya para la final, que tuvo varias etapas. En total participó cuatro veces, pero no siempre con la misma cábala.
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José Bedmar ganó un departamento a estrenar en «Los 8 escalones», por El Trece.
«Cuando te convocan de producción te preguntan qué ropa y accesorios vas a llevar. Y el primer día usé una gorrita que tenía un parche del Coyote y me fue bien. En la segunda elegí volver con gorrita, pero llevé otra, que ya no me la saqué más: es de Suicidal Tendencies, una de mis bandas favoritas de rock medio pesado. Y le agregué las tres estrellas por los mundiales ganados», detalla José, el hombre que con los meses se fue familiarizando con las cámaras.
«Cuando vivía en Mar del Plata hice unos talleres de teatro que me sirvieron ahora para pararme frente a las cámaras. Igual, los nervios de estar ahí no te los saca nadie. Pero Guido te hace las cosas llevaderas, es muy afable, te hace sentir muy bien«, elogia el marplatense que recién se vio como posible ganador en los últimos minutos del programa: «Estaba muy peleado, al último día llegamos cuatro y podía ser para cualquiera».
Pero fue para José Bedmar, el que a lo largo de cuatro emisiones siempre contestó más sabiendo que adivinando. Y, a veces, la meritocracia tiene premio. Y tiene techo, pero no de límite, en este caso, sino de hogar.