La compañía dirigida por Mario Galizzi presentó dos obras, «Suite en Blanc» y «Windgames», en la que se brilló el italiano Davide Dato.
Mario Galizzi, director del Ballet del Colón, pensó dos títulos muy consistentes como tercera propuesta de esta temporada 2023, comenzada tan exitosamente con El lago de los cisnes.
Ochenta años separan las fechas de estreno de las dos obras estrenadas este domingo 6 de agosto: Suite en Blanc, de Serge Lifar, tuvo su debut en 1943 en la Ópera de París –sí, en plena ocupación por parte del ejército nazi de la capital de Francia– y Windgames, fue montada por Patrick de Bana para el Ballet de la Ópera de Viena en 2013.
En realidad en ese momento De Bana había creado solo una primera sección y luego agregó dos más hasta tener recientemente una estructura completa, que es la obra que presentó en el Teatro Colón.
Sólidas y conectadas entre sí
La consistencia de este programa está dada, por supuesto, por la solidez de las dos obras. Pero también por una suerte de conexión íntima entre ellas, a pesar de todo lo que las separa.
Si las miramos por separado, Suite en Blanc, sobre una partitura preexistente de Édouard Lalo, es una elegante y bella declaración de amor al ballet académico: a su pureza de líneas, a su virtuosismo, a la claridad y precisión de su construcción espacial.
Pero más allá, o quizás mejor desde abajo de este evidente propósito de homenaje, aflora una gran inventiva que Lifar pone en juego como un prestidigitador del espacio: un gran practicable colocado en el fondo del escenario, del que se desprenden dos escalinatas, le dan la posibilidad de transformar la acción escénica con otras perspectivas y contrastes y con la eficaz colaboración del diseño de las luces que ocultan y revelan.
En cuanto a la coreografía propiamente dicha es encantadora: tríos, dúos y grupos se suceden, se encadenan o se superponen en una corriente incesante de variaciones que aunque alimentadas por el vocabulario del ballet académico introducen desvíos inesperados.
Los bailarines atraviesan, ocupan y despejan el espacio escénico sostenidos en ese devenir por el maravilloso y conmovedor Concierto para violín Op.35 de Tchaikovski.
El lenguaje de Patrick de Bana, al menos en esta obra, se nutre también del vocabulario académico; pero sus quiebres son mucho más radicales que los que podemos encontrar en Suite en Blanc. Es cierto que estamos frente a dos épocas muy alejadas en el tiempo y que De Bana atravesó sus propias experiencias, en tanto bailarín, con coreógrafos de este tiempo como Nacho Duato.
De Bana maneja con mucha soltura las grandes escenas grupales, pero también puede profundizar en momentos más líricos, como el precioso dúo de la segunda segunda, tan bien interpretado por Paula Cassano e Igor Vallone.
Un bailarín magistral
En pocos minutos, e incluso segundos, se condensan formas de moverse e intenciones expresivas que pareciera que nunca podrían caminar juntas: la acción más intensa y vigorosa, por ejemplo, es seguida inmediatamente por una quietud serena y casi indiferente que Dato asume –una y otra- como si bailar con esa exigencia fuera la cosa más natural del mundo. Es realmente un bailarín fuera de lo común.
¿Qué une a Suite en Blanc y Windgames? Entre otras cosas, la posibilidad que en su momento se abrió para la danza de “hablar” por sí misma, sin necesidad de recurrir a grandes historias ni a tramas argumentales más o menos elaboradas.
Este es uno de los legados de los Ballets Russes de Serguei de Diaghilev, que entre 1909 y 1929 revolucionaron el ballet de los siglos anteriores sin romper enteramente con él. Una compañía audaz, renovadora, vanguardista, de la que Serge Lifar fue uno de los últimos coreógrafos y de la que Patrick de Bana se reconoce como un fervoroso admirador.
Ficha
Ballet del Colón
Calificación: Excelente
Programa mixto: Suite en Blanc (Lifar-Lalo) y Windgames (De Bana-Tchaikovski) Director: Mario Galizzi Bailarín invitado: Davide Dato Teatro: Colón Libertad 621 Funciones hasta el 22 de agosto.
WD