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La salud mental de los empleados, un costo «no tan oculto» para las empresas

El malestar psicológico o las consecuentes enfermedades del cuerpo que pueden presentar los empleados de una empresa implica, de por sí un gasto y una preocupación para las compañías.

Sin embargo, en los últimos años y especialmente después de la pandemia, el abordaje del tema por parte de las corporaciones cambió. Hoy son cada vez los ámbitos laborales avocados a trabajar en el bienestar de sus talentos. Sesiones de mindfulness, yoga, gabinetes terapéuticos o reintegros en sesiones son prácticas cada vez más extendidas.

Sin embargo, todavía hay muchas dudas y miedos a la hora de abordar una situación de salud mental, y para esto es fundamental que las compañías estén informadas acerca de sus responsabilidades y derechos”, apunta Andrea Gribov, CEO de National Med, una firma que ofrece un servicio integral en medicina laboral y accidentología. Su visión es que, por ahora, “el abordaje de las empresas es más reactivo que proactivo”. Aunque advierte que “lo importante, es estar preparado para reaccionar ante el primer llamado de atención”, resalta.

El malestar psicológico dificulta a quienes lo padecen responder a las demandas ordinarias de la vida cotidiana, desenvolverse socialmente y tener relaciones satisfactorias con otros. En el país se ven números récord: 25,4% de la población mayor de 18 años declaró tener síntomas de ansiedad y depresión en 2022, último dato disponible y el más alto de la serie que comienza en 2010, según datos del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA.

Esto empujó al tema en el centro de las agendas de las compañías. La salud mental deficiente crea costos económicos equivalentes a más de 4,2% del PIB, a nivel global; algunos de ellos son los costos directos del tratamiento, pero más de un tercio se relacionan con menores tasas de empleo y de productividad, según la OCDE.

«Hemos notado, en estos dos últimos años, un incremento de este tipo de interconsultas, entendiendo que estaría relacionado tanto con el aumento de personas afectadas, como por una mayor validación del tema por parte de las empresas», asegura Gribov.

En ese sentido, la experta destaca: “Esta nueva mirada por parte del empleador se traduce en un beneficio para ambas partes: los colaboradores se sienten acompañados, y el empleador se asegura de la existencia de patología, o de lo contrario obtiene las herramientas que le permitirán desarticular a los simuladores”.

Ausentismo y costos ocultos

Hoy es más frecuente escuchar casos de crisis de angustia, ansiedad, ataques de pánico o cuadros de depresión, y el aumento de las psicopatologías impacta directamente en el día a día de las organizaciones: datos de la OIT junto con la OMS muestran que cada año se pierden 12.000 millones de días de trabajo debido a la depresión y la ansiedad, lo que cuesta a la economía mundial US$ 1 billón.

En la Argentina, el ausentismo mensual asciende al 13% de las personas ocupadas con una duración media de 5,2 días, según datos de Ministerio de Capital Humano.

En cuanto al perjuicio para la empresa, considerando un salario promedio bruto de $ 705.832,58 –a marzo, según RIPTE–, el costo para el empleador por persona ausente representa aproximadamente $ 122.000 mensuales, además de las contribuciones patronales, que varían según actividad y convenio.

Además, hay que considerar que las licencias por salud mental pueden ser prolongadas y que el empleador debe abonar el sueldo del empleado por un período que puede extenderse hasta 12 meses, según la antigüedad y la carga de familia del empleado, explican en National Med.

Por otro lado, hay muchos costos ocultos aparejados a estas enfermedades, como por ejemplo el costo de reemplazar a un recurso o capacitar a otros para que puedan suplantarlo.

Prevenir, mejor que curar

Una de las herramientas que las empresas empezaron a incorporar para estimular a sus empleados -e indirectamente prevenir los perjuicios por las ausencias laborales y el stress de los empleados- es el «coaching». Un sistema capaz de facilitar la comunicación asertiva, el autoconocimiento y el desarrollo de las habilidades personales para alcanzar los objetivos propios y de las empresas.

Yamila Martorell, vicepresidente 1° de la Asociación Argentina de Coaching Ontológico Profesional (AACOP), explica que “hay dos factores que impulsan el crecimiento significativo de la demanda de esta herramienta en las empresas.

«Por un lado, la velocidad y competitividad que el mercado exige a las empresas para adaptarse a los cambios y contextos de alta complejidad. Por otro lado, en este vertiginoso mundo, contemplar y procurar el bienestar integral de los colaborares que son quienes llevan adelante estos procesos», dice.

¿Gasto o inversión?

Según los expertos, ya queda obsoleto creer que una herramienta que genere bienestar en los colaboradores es un gasto. Se trata de una inversión que impacta de manera directa en la cultura de la empresa, aseguran.

Martorell agrega un dato: un estudio de la asociación en una empresa multinacional mostró un aumento del 25% en la productividad y una reducción del 20% en el ausentismo laboral.

«El coaching ontológico fomenta un ambiente de trabajo más positivo, colaborativo y creativo. Las empresas con colaboradores más felices y comprometidos son más propensas a tener éxito en el mercado», dice.

«Las empresas enfocadas en cuidar a sus talentos ya están trabajando en la prevención, que es la mejor aliada para atacar el problema. Charlas, campañas de promoción y capacitaciones son las herramientas para actuar, porque la prevención siempre va del lado de la información», agregó.

SN

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