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Dólar: ¿podrá el blanqueo de capitales financiar el atraso cambiario?

Una de las certezas que tiene la economía en estos días es que el Gobierno decidió apostar fuerte por mantener la política cambiaria apoyada en un dólar oficial que crece al 2% por mes.

La búsqueda de que la inflación baje al 2% o menos en los próximos meses está basada en el superávit fiscal y en un tipo de cambio real que, nuevamente como sostiene un cálculo de la consultora Quantum, se ubica en los niveles previos a la devaluación de diciembre del año pasado.

La apuesta del ministro de Economía Luis Caputo es fuerte y la viene redoblando semana a semana anticipando que el sistema se encamina hacia la escasez de pesos, por lo que no habrá con qué comprar dólares, y con la intervención del Banco Central en el circuito cambiario para atenuar los movimientos de los dólares libres.

Un tema a seguir y que determinaría, como sostiene la Fundación Capital, que la caja de dólares «continuará tensionada en adelante con la flexibilización en el esquema de pago de importaciones que demandará unos US$ 4.000 millones adicionales desde setiembre».

La baja de la soja en el mercado internacional agrega incertidumbre sobre la posibilidad del Banco Central de recomponer las reservas a partir de la liquidación del remanente de la campaña agrícola.

Las dificultades del BCRA en ganar reservas es el foco de las preocupaciones diarias de los operadores financieros que escuchan con atención cuando el gobierno asegura que tiene los dólares para cumplir con los intereses de la deuda hasta principios de 2026, pero no logran visualizar de dónde vendrá la plata.

Una de las fuentes posibles sería el blanqueo de capitales en marcha y que buena parte de los profesionales impositivos consideran conveniente.

Entre los muchos interrogantes del blanqueo hay tres que se destacan: el costo, el monto resultante y la cantidad de dólares que puede agregarle a la oferta de divisas.

Un informe especial de la consultora 1816 corre el velo sobre esos y otros puntos importantes del blanqueo de Javier Milei y su diferencia con el de Mauricio Macri.

Esa consultora destaca un punto importante al asegurar que, como está planteado, «el principal objetivo no es aumentar la recaudación (por eso es barato): no hay penalidad si se mantiene lo blanqueado depositado en el sistema financiero y/o se lo invierte en activos elegibles hasta diciembre de 2025″.

Este blanqueo, además, al pagarse la multa en dólares, no buscaría bajar la brecha cambiaria por lo que el dato relevante pasa a ser cuantos dólares de las cuentas, las cajas de seguridad y los colchones podrían surgir.

En el acuerdo con el FMI, el blanqueo aportaría 0,3% del PBI que, en la estimación de 1816, podría traducirse en más de US$ 40.000 millones que, a su vez y en un cálculo supuesto, podría determinar el ingreso de unos US$ 5.000 millones al sistema financiero.

Los números resultan modestos frente a los del blanqueo de Macri del que «participaron 255.000 personas que blanquearon activos por US$ 116.800 millones (incluyendo US$ 93.300 millones de bienes off shore) y pagaron multas por US$ 9.522 millones».

De aquel blanqueo surgió que hubo US$ 7.700 millones que pasaron a engrosar los depósitos en dólares.

En aquel momento, los depósitos en dólares privados subieron US$ 32.500 millones, alcanzando un máximo del que fueron bajando hasta los US$ 18.000 actuales.

Por último, en 2016 cuando se hizo el blanqueo, la tasa de riesgo país estaba en 500 puntos. Ahora se ubica en 1.560 en un contexto muy particular caracterizado porque el gobierno mantiene un superávit fiscal y el Banco Central no emite para financiar al Tesoro, pero los operadores financieros y los precios de los bonos parecen estar mirando otra película.

Antes de asumir, se especulaba con que Luis Caputo llegaría al puesto con la seguridad de poder conseguir US$ 15.000 millones, pero las expectativas cambiaron mucho.

Ahora se menciona que posiblemente el gobierno logre instrumentar un Repo con garantía de bonos por US$ 1.000 millones con el banco Santander y que en la negociación de un nuevo acuerdo con el FMI buscaría algún desembolso de fondos frescos.

La apuesta a no devaluar más o más rápido en estos días se prolonga en la perspectiva oficial para llegar a fin de año a la espera de que el republicano Donald Trump gane las elecciones del 5 de noviembre y renazca la fantasía de otro préstamo extraordinario.

Mientras tanto, los operadores financieros seguirán atentos a cómo hará el Banco Central para cumplir con los compromisos externos con las reservas netas de divisas en un campo cada vez más negativo.

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