En Mendoza y ante un gran marco de público, el equipo de Cheika mostró una pobre versión especialmente en el primer tiempo, y perdió sin atenuantes.
Los Pumas consiguieron poco ante los All Blacks. Apenas con el try de final, el aplastante triunfo de Nueva Zelanda, dejó constancia de la entrega aún cuando no conduce a la victoria, ni a la remanida “derrota digna” que en los últimos tiempos había dejado de estar asociada a la selección argentina de rugby. En Mendoza, el último campeón del Championship maniató al anfitrión y, sencillamente, lo pasó por arriba.
Porque las diferencias de la primera parte ya lo hacían irremontable: el parcial fue de 31 a 0, una diferencia abrumadora. Para encontrar una mayor ante los All Blacks hay que ir hasta 1997, cuando se fueron a los vestuarios con una de 43. Los Pumas lograron plasmar lo que planeaban en la primera acción del juego, cuando había corrido un puñado de segundos desde el kick off. En esa primera acción llevaron a Nueva Zelanda a la linea de gol y apoyaron, pero el TMO anuló. Tal vez la historia hubiese sido otra.
Pero la que escribieron los All Blacks, fue concreta. La respuesta a esa acción inicial fue el comienzo de una lección de rugby con tries de Dane Coles, Ardie Savea, Jordie Barrett, Rieko Ioane y Aaron Smith, y las tres conversiones del apertura Damian McKenzie. Si hasta aquí Los Pumas habían construido una imagen y una idea que les permitió un triunfo histórico en Nueva Zelanda, el año pasado, en Mendoza esa noción fue destruida.
Tras dos años sin presencias, el pilar Lucio Sordoni consiguió el descuento. Apenas 12 minutos habían pasado del reinicio y la instancia era esperanzadora. Pero a la hora de la conversión, el infalible Emiliano Boffelli no logró sumar los dos puntos. Lo que parecía una posible recuperación se empañó con un nuevo try de los All Blacks. Beauden Barret terminó de aguar la fiesta y Emoni Narawa la clausuró.
El entrenador principal Michael Cheika buscó en el banco las alternativas para intentar pelear un partido que parecía -y así lo fue-, perdido. Aunque Los Pumas lograron hilvanar algo de lo que prepararon para esta ocasión, apenas alcanzaron el consuelo del try final de Agustín Creevy y, esta vez, la conversión de Boffelli. Esos único 12 puntos lo único que dejan es la certeza de que todo podría haber sido aún peor.
Entre las falencias del equipo argentino se puede apuntar la inconsistencia defensiva: los All Blacks atacaron con facilidad principalmente por las puntas, con recurrentes desbordes que terminaron en el in goal.
A diferencia de otras presentaciones, esta vez las formaciones fijas estuvieron flojas: perdieron tres line outs a favor y la cantidad de penales -cinco- en el scrum dan cuenta del retroceso. La ofensiva tampoco sumó para la cuenta. La autocrítica deberá ser fundamental para el próximo encuentro del Championship, ante Australia la semana próxima.
Lo mejor de Los Pumas se vio al final, cuando los All Blacks ya jugaban con la tranquilidad del partido ganado. Las dudas quedaron para el lado de Cheika, que no logró plasmar en el juego nada de lo que había planeado. Si la explicación de la derrota se encuentra en la falta de preparación desde el último partido, ahora se avecina una seguidilla de trabajo que podría entonces permitir una mejora.
A Los Pumas les queda dar vuelta de página y empezar a proyectar lo que sigue y ver qué pueden sacar de una derrota durísima como la de Mendoza.
Enviado especial a Mendoza