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Bustamante llena de verdad y emoción la ciudad de Córdoba

El Gran Teatro de Córdoba vivió anoche una de esas citas en las que la música se convierte en espejo de quien la canta. David Bustamante aterrizó en Córdoba con su gira Inédito, y lo hizo en plena forma, con una actitud serena y una seguridad absoluta. Entre aplausos, emoción y un público fiel y entregado que lo ha acompañado a lo largo de estas décadas de trayectoria, el cántabro desplegó un concierto lleno de verdad, emoción y energía.

Vestido de chaqueta, impecable y con ese aire entre caballero clásico y pícaro encantador que lo caracteriza, Bustamante apareció en escena con la impronta de quien pisa su casa. Desde la primera nota, el Gran Teatro se vino abajo: gritos, aplausos y un público que coreaba su nombre incluso antes de la primera canción. Lo acompañaba una banda de músicos con la que mostró una complicidad brutal, construyendo juntos un directo impecable, elegante y lleno de vida.

Las ovaciones se sucedieron tras cada tema, entre gritos de «¡guapo!» y risas que el cántabro recibía con naturalidad y humor. «Es impresionante esta tierra y es impresionante vuestra forma de querer», confesó emocionado. Durante todo el concierto, el cantante estuvo muy pendiente de su público, recorriendo con la mirada cada rincón del teatro, dedicando gestos, sonrisas y palabras de complicidad a quienes lo seguían en la primera fila o desde el final del teatro.

El arranque del concierto repasó alguno de sus grandes éxitos como Devuélveme la vida o Feliz, pero todo ello «derramando verdad, disfrutando de ser yo», como bien defiende en un verso de su último disco, que sonó anoche al completo en el Gran Teatro.

En uno de los momentos más especiales de la noche, interpretó Sé, sentado en las escaleras del escenario, acompañándose él mismo con la guitarra y emocionando al público. De la mano vino Dos hombres y un destino, donde pidió al público encender las linternas «para formar estrellas como las que a mí me acompaña», dijo refiriéndose a Álex Casademunt. Se bajó al público y, abrazado a una espontánea fan, volvió a regalar un momento inolvidable.

Como no podía ser de otra manera, el final del concierto fue una auténtica fiesta de nostalgia y emoción. Bustamante, ya sin chaqueta, regaló al público una tirada de esas canciones que forman parte de la memoria colectiva: Contracorriente, El aire que me das o No soy un Superman pusieron al teatro en pie, coreando, aplaudiendo y reviviendo una historia compartida que va mucho más allá de la música.

Sin duda, un cierre brillante y lleno de energía, donde el artista volvió a mostrar que su carisma se mantiene intacto aunque pasen los años.

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