En las últimas semanas, los altos mandos del Gobierno israelí han cargado con extremada dureza contra los miembros del Ejecutivo español. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, y miembros de su gabinete han calificado al presidente Pedro Sánchez de “antisemita”, “corrupto”, “comunista” o “mentiroso”. Le han acusado de favorecer al grupo islamista palestino Hamás. Han prohibido la entrada en Israel de la vicepresidenta Yolanda Díaz y la ministra Sira Rego. Como señal de protesta, España ha retirado temporalmente (llamado a consultas, en la jerga diplomática) a su embajadora en Tel Aviv; Israel no tiene embajador en nuestro país desde hace año y medio.
Todo han sido desavenencias desde que Sánchez tomara la iniciativa a las pocas semanas de que comenzara la ofensiva de Israel contra Hamás en Gaza, cuando el número de víctimas civiles ya estaba disparado. En noviembre de 2023, viajó a Israel y criticó cara a cara a Netanyahu por la “insoportable muerte de civiles” en la Franja. En abril de 2024 pidió a la UE que suspendiera el acuerdo de asociación con Israel. En marzo de 2024, impulsó el reconocimiento de Palestina como Estado, iniciativa a la que sumó a Noruega, Eslovenia e Irlanda.
Sánchez fue por todo ello blanco de las iras de los líderes israelíes. Pero, de un tiempo a esta parte, ya no está solo. En julio de este año, Netanyahu acusó a Emmanuel Macron de “alimentar el odio antisemita” y de “premiar a Hamás”, después de que el presidente francés anunciara que también va a reconocer el Estado palestino en esta Asamblea General de la ONU que ahora comienza en Nueva York. El Elíseo respondió calificando las palabras de Netanyahu como “erróneas” y “abyectas”.
La misma suerte han corrido el primer ministro de Reino Unido, el laborista Keir Starmer; el de Canadá, Mark Carney; el de Australia, Anthony Albanese; o el de Nueva Zelanda, Christopher Luxon. Todos decidieron reconocer al Estado palestino este mes de septiembre, y todos fueron insultados como Sánchez antes. El movimiento de los anglosajones fue calificado por Tel Aviv de acto “vergonzoso” que “da un premio a quienes destruirían el único Estado judío”. Más de lo mismo.
Reconocimiento de Palestina como Estado
«El paso que dimos de reconocer el Estado de Palestina era para España la única vía para lograr la implementación de la solución de los dos Estados, el único camino que permite satisfacer las legítimas aspiraciones de paz y seguridad de ambos pueblos», aseguran fuentes oficiales de Exteriores. «Varios Estados han contactado con instituciones españolas para interesarse sobre nuestro proceso de reconocimiento del Estado palestino y conocer en detalle la visión del Gobierno respecto del conflicto» apuntan las mismas fuentes.
Recuerdan que Francia, Bélgica, Canadá, Australia y Malta han anunciado que reconocerán al Estado palestino durante la semana ministerial de la Asamblea General de la ONU y que otros países lo han hecho, como Reino Unido o Portugal, lo acaban de hacer y otros han mostrado interés en hacerlo próximamente, como Luxemburgo, Finlandia, Dinamarca, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur.
El Partido Popular criticó en su momento que la medida se tomara de espaldas a los grandes países de la Unión Europea. «No fue solo una decisión moralmente correcta, sino que también contribuyó desde el año pasado a generar el impulso necesario para reavivar el espíritu de dicha solución», concluyen desde Exteriores. «La próxima Conferencia de Nueva York en unas semanas será el escenario en el seremos testigos de cómo andamos cada día más acompañados».
El final de la soledad de España
España recorrió el camino al principio casi en soledad. En octubre y noviembre de 2023, tras los ataques de Hamás en los que fueron asesinadas 1.139 personas y 250 fueron secuestradas, los líderes mundiales desfilaron por Israel para mostrar su apoyo tras la masacre y abrazar, a menudo literalmente, a Netanyahu, a pesar de que entonces ya bombardeaba indiscriminadamente la Franja. Había una ola de solidaridad internacional hacia Israel. Sánchez fue uno de los últimos en acudir.
Iba acompañado del entonces primer ministro belga, Alexander De Croo, e hizo algo que no hicieron los anteriores. Tras visitar los lugares de la matanza de civiles de Hamás, como las comunidades agrícolas cercanas a Gaza, y mostrar sus condolencias, se reunió con el primer ministro israelí y le afeó la muerte de civiles. Netanyahu respondió recordando a ETA. Luego, Sánchez fue a la frontera entre Egipto y Rafah y dijo algo que desataría una tormenta diplomática y política: Estaba dispuesto a reconocer el Estado de Palestina si no se detenía la ofensiva que entonces ya acumulaba 11.000 muertos palestinos, en su mayoría mujeres y niños. Hoy son más de 65.000 (la relatora de Naciones Unidas, Francesca Albanese, apunta a que la cifra podría ser diez veces superior). Fue criticado no solo en Israel, sino por la oposición en España.
Por aquel entonces, los principales valedores de Israel, Alemania y Estados Unidos, ni siquiera acompañaban a España en su petición de un alto el fuego. Querían que Netanyahu terminara el trabajo de destruir a Hamás.
En los meses posteriores, sin embargo, se irían sumando otras voces contra la masacre. El entonces presidente de Estados Unidos, Joe Biden, condenó los “bombardeos indiscriminados” de la población civil gazatí, aunque al tiempo seguía enviando miles de bombas. La entonces ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock, criticó a Israel por “quemar vivos” a civiles con sus ataques en tiendas, al tiempo que se proyectaba la bandera de Israel en la Puerta de Brandemburgo. Nadie tomó acción alguna, salvo una suspensión temporal de envío de munición ordenada por Biden para impedir sin éxito que Israel entrara en la ciudad de Rafah, ahora completamente destruida.
Presión económica en la UE
El 14 de febrero de 2024, Sánchez y su homólogo irlandés, Leo Varadkar, enviaron una carta conjunta a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pidiéndole que revisara el acuerdo de asociación UE-Israel porque, en su segunda cláusula, exigía el cumplimiento de los derechos humanos, algo que a su juicio había dejado de producirse.
Por aquel entonces, el Gobierno de Madrid insistía casi en soledad que Israel incumplía el derecho internacional, en particular el humanitario. Ahora hay pocos que nieguen esa circunstancia. La Corte Internacional de Justicia tiene un caso abierto por “plausible” genocidio de Israel, la Corte Penal Internacional ha emitido una orden de busca y captura contra Netanyahu por crímenes de guerra. El grupo independiente de derechos humanos de Naciones Unidas ha concluido que Israel comete un genocidio en la Franja, que es lo que denuncian también organizaciones israelíes como Btselem o Médicos por los Derechos Humanos y las asociaciones y revistas de expertos en genocidio.
Contra la inacción de Von der Leyen
Von der Leyen metió aquella carta en un cajón y ni siquiera respondió, como no se cansa de recordar el ex Alto Representante de Política Exterior y de Seguridad de la Unión Europea, Josep Borrell. Había 40.000 muertos menos y las principales ONG médicas y de derechos humanos y la ONU ya advertían de las violación sistemática de las leyes de la guerra por parte del Ejército israelí.
La semana pasada, por sorpresa, Von der Leyen cambió de enfoque. En el discurso del Estado de la Unión ante el Parlamento Europeo (con la bancada de la izquierda vestida de rojo en recuerdo a los muertos palestinos) clamó contra la hambruna forzada por Israel en Gaza y lamentó las imágenes de madres gazatíes con el cuerpo sin vida de sus hijos en brazos. Y recogió el guante que le habían tendido España e Irlanda, 510 días después: anunció que iba a pedir la suspensión, siquiera parcial, del acuerdo comercial con Israel. Ya no era solo España la que presionaba. Se habían sumado Países Bajos, Bélgica o incluso Francia e Italia.
Desplazados palestinos en medio de la ofensiva a gran escala lanzada por el Ejército de Israel contra la ciudad de Gaza, en el norte de la Franja de Gaza (archivo) / Europa Press/Contacto/Omar Ashtawy
La propuesta la aprobó inmediatamente el Europarlamento, con el apoyo del grupo del Partido Popular, otro hecho inédito. Y este miércoles, la Comisión ha dado luz verde al plan, que ahora debe ser refrendado por el Consejo de los 27 por mayoría cualificada Se suspenderán ciertos aspectos del acuerdo comercial entre la UE e Israel, como por ejemplo las exclusiones arancelarias. Un tercio de los productos israelíes se verá afectado y tendrán que volver a pagar aranceles, aunque los primeros cálculos son de un impacto de tan solo unos centenares de millones de euros.
Ahora, boicot cultural y deportivo
En la Asamblea General que ahora da comienzo en la sede de Naciones Unidas de Nueva York, el ambiente diplomático ha cambiado respecto a la del año pasado. Hay países grandes más cercanos a las tesis españolas, de Francia a Reino Unido, que ha suspendido las negociaciones comerciales con Israel, pasando por Alemania, que ha anunciado la suspensión de la venta de armas que puedan ser usadas en Gaza, algo histórico y relevante. Otra media docena de países se sumarán al reconocimiento de Palestina, que ya será oficialmente un Estado para más de 150 de los 193 países de Naciones Unidas.
La inmensa mayoría se opone a la continuación de la ofensiva de Israel en Gaza y exige que permita la entrada libre de comida. El pasado 12 de junio, 149 países, incluida Alemania y el resto de países de la UE salvo Hungría, votaron a favor de la propuesta de resolución presentada por España junto a Palestina, en la que se cargaba con dureza contra las prácticas israelíes en la Franja.
Incluía el texto una firme condena a “toda práctica de hacer padecer hambre a la población civil como método de guerra”. Enfatizaba la obligación de “no privar a la población civil en la Franja de Gaza de bienes indispensables para su supervivencia”. Advertía contra la limpieza étnica, rechazando “firmemente los intentos de cambio demográfico y territorial en la Franja de Gaza y Cisjordania, incluyendo Jerusalén Oriental” y de “las acciones encaminadas a desplazar por la fuerza al pueblo palestino y a apoderarse ilegalmente del territorio palestino”.
Archivo – Niños palestinos esperan ayuda humanitaria en Gaza / Omar Ashtawy/APA Images via ZUMA / DPA – Archivo
Ahora, el Ejecutivo español ha puesto el foco en el boicot cultural y deportivo. Después de que protestas masivas obligaran a suspender el final de La Vuelta ciclista a España, el Gobierno ha pedido sin éxito al Comité Olímpico Internacional que excluya a Israel por estar cometiendo un genocidio, algo que va contra los valores olímpicos. Y los consejeros de RTVE han advertido al organizador del festival de Eurovisión de que España no participará si lo hace Israel en el próximo certamen, siguiendo esta vez la estela de otros países como Islandia.
El presidente de Irlanda, Michael Higgins, ha llegado a sugerir que Israel y aquellos países que le suministran armas sean excluidos de Naciones Unidas, después de conocerse el informe de expertos independientes de la ONU sobre el genocidio de Israel en Gaza. También ha solicitado una acción militar con bandera de Naciones Unidas para proteger a la población civil gazatí. Es, quizá, uno de los pocos líderes que está llegando más lejos y más rápido que Sánchez y su Gobierno de Sumar.
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