Telefónica cerró el pasado viernes con un precio de 3,97 euros por acción y una capitalización de 22.660 millones de euros. Es el undécimo valor con mayor peso en la bolsa española, por detrás de Inditex, Iberdrola, los bancos y la estatal Aena. Cabría pensar que estas cifras son mejores que las del siglo pasado, pero son cinco veces más bajas: la teleco llegó a liderar el parqué nacional con una capitalización superior a los 100.000 millones de euros y títulos a más de 30,7 euros cada uno. Una privatización después, con la vuelta del Estado a su accionariado en el último año, las célebres ‘matildes’ de los años 50 y 60 ya no son lo que eran.
La historia de Telefónica se remonta a la dictadura de Miguel Primo de Rivera. La teleco nació en 1924 bajo el nombre de Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) y con la participación del Estado en un 79,6% en 1945. La capacidad de comunicarse por teléfono se extendió por todo el territorio gracias a su actividad, puesto que Telefónica ostentaba el monopolio del sector de las telecomunicaciones. Es en este momento cuando aparecen las ‘matildes’ como parte de una campaña publicitaria tras una primera ampliación de capital que pretendía abrir a la empresa a los pequeños accionistas. Así es como el capital de la empresa pasó de 20.000 millones a 85.000 millones de pesetas.
Su salto a bolsa se dio primero en Nueva York (1987), y dos años más tarde, en el parqué español. Con el inicio de la Transición, la participación estatal en Telefónica se había reducido hasta el 35,34%. Fueron los años de gloria de la compañía. La privatización llegó a finales de siglo como parte de la liberalización del sector en todos los Estados de la Unión Europea. Se completó en dos partes: el Gobierno de Felipe González vendió la mitad de sus acciones en 1995 y el Ejecutivo de José María Aznar culminó el proceso dos años más tarde. Según recoge el informe anual de Telefónica de 2003, los principales accionistas de Telefónica ya eran los bancos, con un 6% perteneciente a BBVA y un 3,5% de La Caixa.
Deuda galopante y apertura del mercado
En 2005, Telefónica, bajo el mandato de César Alierta, era la cuarta empresa del sector más valiosa del mundo con una capitalización de 83.837 millones de euros, solo por detrás de Vodafone, China Mobile y Docomo. Hoy es la cuarta más importante de Europa y la decimoquinta a nivel mundial. Alierta impulsó la expansión internacional durante sus más de 15 años al frente de la compañía, una estrategia que generó, al mismo tiempo, el fuerte endeudamiento que todavía hoy sufre. La deuda del grupo llegó a alcanzar los 53.000 millones de euros y se ha reducido hasta los 27.350 millones en los últimos siete años de presidencia de José María Álvarez-Pallete mediante algunas desinversiones.
A este obstáculo se ha añadido la aparición de compañías low cost. El sector español de las telecomunicaciones está liderado por Vodafone, Telefónica y Masorange (fruto de la fusión de Orange España y el Grupo MásMóvil en mayo de 2023), pero actores como el grupo rumano Digi están alterando la cuota de mercado a partir de una estrategia agresiva de precios bajos.
Nuevos retos
Telefónica tiene por delante un futuro lleno de retos. A finales del 2023, el grupo STC, perteneciente al Estado de Arabia Saudí, anunció su interés por llegar al 9,9% de su accionariado por valor de 2.100 millones de euros. Como consecuencia y en aras de la seguridad nacional, el Gobierno revirtió su posición de hace un cuarto de siglo para entrar de nuevo en la teleco. Actualmente, a través de la SEPI, el Estado español cuenta con un 10% en Telefónica, una posición que le ha permitido forzar una reunión extraordinaria el pasado sábado que ha culminado en la sustitución de Pallete por Marc Murtra, entonces presidente de Indra (donde la SEPI también cuenta con un 28%).
Poco antes de iniciarse el centenario de la firma y en plena sacudida accionarial por la entrada saudí y del Gobierno en la compañía, Telefónica cerró la negociación con los sindicatos sobre un nuevo convenio colectivo para los próximos tres años y el despido de 3.400 trabajadores. Esta decisión le otorgará un ahorro de 285 millones al año. La empresa también ha aprobado un nuevo plan estratégico con vigencia hasta 2026 para que su transformación en un gran grupo tecnológico y digital se note en bolsa.