El Archivo General de la Nación conserva una joya audiovisual de casi diez minutos que invita a viajar en el tiempo. Se trata de un recorrido filmado desde Cruz del Eje hasta Villa Carlos Paz que, con sus imágenes en blanco y negro, captura la esencia de un turismo en plena expansión.
La cámara avanza por las sierras, mostrando caminos serpenteantes y paisajes que todavía hoy siguen siendo motivo de admiración. Hasta el minuto 4:41, el registro se centra en las rutas turísticas, pero a partir de allí la escena se traslada a Carlos Paz, entonces epicentro del veraneo cordobés.
El video abre con el Reloj Cucú hacía pocos años inaugurado, rodeado de turistas que lo miran con fascinación. Más adelante aparecen las imágenes de la recordada Playa Esmeralda, situada al norte del puente carretero. Hoy relegada por balnearios más modernos, en aquel tiempo era un punto de reunión multitudinario. La filmación deja ver centenares de familias disfrutando del río en un ambiente que transmitía vitalidad y novedad.
Otro de los recuerdos entrañables que revive el documental es el paso del anfibio turístico, un vehículo mitad colectivo, mitad embarcación, que circulaba por las calles de Carlos Paz para luego internarse en el lago San Roque. Desde allí navegaba hasta el dique, donde los visitantes podían bajar, comprar recuerdos y volver a bordo, completando una experiencia única que combinaba modernidad y aventura.
Las imágenes también rescatan la impronta hotelera de la época, con el Gran Castell como estandarte del confort y la elegancia serrana. Por las calles se distinguen automóviles antiguos, mientras que el puente negro y el paredón del dique San Roque recuerdan la infraestructura que marcaba el pulso de la ciudad.
El lago, verdadero protagonista del turismo local, aparece repleto de lanchas y veleros, con la costanera colmada de visitantes. La cámara asciende luego a la aerosilla, ofreciendo vistas panorámicas de la villa. Allí se observan turistas con telescopios, peinados y vestimentas típicas de la moda de mediados del siglo pasado.
Este registro no solo muestra cómo se vivía el turismo en aquellos años, sino que también ofrece una postal sentimental de una ciudad que comenzaba a consolidarse como ícono del verano argentino. Villa Carlos Paz era entonces un símbolo de modernidad, pero al mismo tiempo un espacio de encuentro popular, donde la vida social y el contacto con el paisaje serrano se fusionaban en una experiencia inolvidable.