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Ya son más de 11 mil los ahijados presidenciales en Argentina: historia de cómo una maldición de lobizones se convirtió en ley única en el mundo

¿El padrinazgo de Mauricio Macri o el madrinazgo de Cristina Kirchner podrían revertir la «maldición rusa» sobre el séptimo hijo varón o séptima hija mujer de «convertirse en lobizón o en bruja»? Esa creencia popular introducida en el país por una familia inmigrante rusa a principios del Siglo XX, a partir de una tradición de los zares, aún sigue vigente y ya suman 11.381 los ahijados presidenciales en Argentina.

Medalla, diploma, el envío de una comitiva con el edecán para el bautismo y una escueta beca estatal -solo con fines educativos-, son los resabios de aquel primer pedido que hicieron los inmigrantes rusos Enrique Brost y Apolonia Holmann en octubre de 1907, residentes en Coronel Pringles, en el sudoeste de la Provincia de Buenos Aires y que años después se institucionalizó a través de una ley.

La primera requisitoria fue ante el por entonces presidente José Figueroa Alcorta con el objetivo de proteger a su séptimo hijo varón, José. Aquella creencia indicaba que el séptimo hijo varón consecutivo podía convertirse en lobizón y por eso necesitaba protección, en el caso de Argentina, una protección presidencial. Al día de hoy es una costumbre que solo rige en nuestro país. Es 100% patrimonio Argentino; un mito ruso que ni en ese país se «respeta», solo acá. 

Emir, el séptimo hijo varón de Roxana, ahijado de Alberto Fernández.

Emir, el séptimo hijo varón de Roxana, ahijado de Alberto Fernández.
Pero además, por si faltaran datos esotéricos sobre la leyenda, según publicó el diario El Orden de Pringles, el sacerdote de aquel primer bautismo se llamó Alfonsín. El mismo apellido de quien 76 años más tarde fuera el primer presidente del retorno democrático, y que figura cuarto en la lista de Presidentes con más ahijados al ser padrino de 963 séptimos varones.

Establecido por decreto presidencial en la última presidencia de Juan Domingo Perón y convertido en ley en 1974, el nombramiento todavía genera expectativas. En la Casa Rosada aún reciben llamados de padres que -tras recibir el padrinazgo para sus hijos- consultan si los presidentes asistirán al primer día de clases o si llamarán a sus ahijados para el cumpleaños, además de la preguntas sobre el beneficio económico.

Hasta ahora el presidente con más ahijados es Juan Domingo Perón, que gobernó el país poco más de 10 años. Contabiliza 1.628 ahijados. Segundo en el listado aparece Carlos Saúl Menem con 1.166, que también estuvo en el poder poco más de una década. Mientras que la tercera en la lista es Cristina Fernández de Kirchner, que gobernó ocho años, y figura con 1.152. Mientras que el último de la lista es Eduardo Duhalde con uno.

Néstor Kirchner llamó por teléfono a los padres de su primer ahijado Néstor Carlos Santibañez en Centenario, Neuquén. Foto: DYN

Néstor Kirchner llamó por teléfono a los padres de su primer ahijado Néstor Carlos Santibañez en Centenario, Neuquén. Foto: DYN
Duodécimo en el ranking, Néstor Kirchner tuvo 328 ahijados presidenciales. El primero, al que le pusieron su nombre Néstor Carlos Santibañez, fue cuatro días después de asumir el mandato. El Presidente llamó a la familia en Centenario, Nequén, y en la fotografía todavía se ve la herida en la frente producto del tropiezo y el choque con el fotógrafo Martín Acosta, que cubría la ceremonia para Clarín.

«Todo empezó por una costumbre de la Rusia zarista, que apadrinaba al séptimo hijo varón por este mito o leyenda del lobizón», explica a Clarín Natalia Aprile, Directora General de Programas de Gobierno de la Secretaría General de la Presidencia, el organismo encargado de la beca por los ahijados presidenciales. «Debían acreditar buena conducta, buen concepto moral», aclara la funcionaria.

En 1974, mediante un decreto, la ex presidenta María Estela Martínez de Perón agregó el madrinazgo sobre los séptimos hijos varones consecutivos. En su poco más de año y medio en el poder como la primera presidenta mujer de la Argentina, se convirtió en madrina de 473 varones.

Ahijados presidenciales, una tradición que nació en Argentina en 1907.

Ahijados presidenciales, una tradición que nació en Argentina en 1907.
Meses después, la costumbre se convirtió en ley (20.843), con un beneficio explícito: «Tendrá derecho a que el Estado nacional le asegure la realización gratuita de los estudios de nivel primario, secundario, universitario o especial que curse en establecimientos educativos oficiales; independientemente de cual fuera el sexo del beneficiario o beneficiaria«.

El Estado sigue con la entrega de eso fondos. Actualizados a 2023, para el nivel inicial y primario la cifra es de $ 40.000 anuales; para el nivel secundario: $ 51.000, también por año; y para el nivel superior (universitario y no universitario) de $ 76.400.

Hasta la pandemia, el gobierno enviaba una comitiva presidencial encabezada por el edecán o la edecana, que participaba del bautismo. Como parte de la ceremonia, el representante del Estado entregaba una medalla, que aseguran que supo estar bañada en oro, pero con las sucesivas crisis económicas ya no tiene ese revestimiento. Aunque la sigue confeccionando la Casa de la Moneda.

Los sextillizos López, ahijados de Carlos Menem y Chiche Duhalde. Foto: Lorena Lucca

Los sextillizos López, ahijados de Carlos Menem y Chiche Duhalde. Foto: Lorena Lucca
«Para la beca deben presentar documentación en el Ministerio de Educación y se brinda una asistencia desde acá. En algún momento se hacían informes sociales sobre los ahijados y se advertía si había situaciones de violencia, de pobreza extrema. Actualmente es netamente institucional», agrega Aprile.

Durante la gestión de Alberto Fernández se hicieron siete bautismos antes de las restricciones por el coronavirus. Pero después del covid hubo cambios. Ya no se envían las comitivas a las provincias, mandan la medalla por Correo Argentino e incluyen un certificado que antes no existía.

Entre las consultas que reciben a diario, una de las más recurrentes es si la medalla es de oro. Pero también hay inquietudes de algunos séptimos hijos nacidos en dictadura y piden ahora el reconocimiento porque prefieren un presidente democrático como padrino. 

En 2010, Gastón Castillo pidió por carta a la Iglesia la renuncia al bautismo porque su padrino había sido el dictador Jorge Rafael Videla.

La historia es siniestra. Su padre, al momento de nacer en 1977, estaba desaparecido. Al ser el séptimo hijo varón, su madre decidió apelar al padrinazgo presidencial con la esperanza de que le permitiría dar con el paradero de su marido.

«Pero no fue así. De hecho, sus restos fueron hallados en 2009 en un cementerio de Avellaneda enterrado como NN y con signos de haber sido asesinado, según el informe forense», publicó Clarín en 2010. 

Los cambios que introdujo Cristina Kirchner y los nuevos ahijados

En 2009, la ex presidenta Cristina Kirchner modernizó la ley mediante un decreto en el que le quitó la obligatoriedad de que el séptimo varón o la séptima mujer deban ser consecutivos para recibir el beneficio, entre otros cambios. Siguen recibiendo una pensión anual desde el nivel inicial hasta el superior, siempre que presenten los certificados de alumnos regulares.

Durante sus dos mandatos presidenciales, Cristina Kirchner tuvo dos particularidades destacadas sobre ahijados. Uno fue el caso de Iair Tawil, el primer ahijado presidencial judío, tras el cambio en la ley. Nacido en 1993, cuando la familia solicitó el reconocimiento el gobierno de Carlos Menem le aclaró que solo era para familias cristianas.

Cristina Kirchner, madrina del primer ahijado presidencial judío, Iair Tawil, en 2014.

Cristina Kirchner, madrina del primer ahijado presidencial judío, Iair Tawil, en 2014.
«En 2014, Cuando cumplí la mayoría de edad, averigüé con el gobierno de Cristina por mi cuenta y me respondieron que se podía hacer. Me interioricé sobre los trámites que tenía que hacer, qué mandar y pude lograr hacerlo», cuenta Iair -hoy de 29 años- a Clarín.

«La ceremonia principal fue sin Cristina, no vino ella, vino la edecana al templo. Ahí les dije que me gustaría conocer a la Presidenta, y me contestaron que tenía una agenda agitada pero iban a intentar. Y al otro día, me llamaron para decir que lo aprobó y que podía ir con toda mi familia», reveló Iair.

No tuvo más contacto con la ex Presidenta, de la que asegura ser «simpatizante», aunque no de la política.

La otra particularidad fue un doble madrinazgo en Río Hondo, en Santiago del Estero.

La familia Parrado tuvo la ceremonia de bautismo del séptimo hijo varón, Álvaro Gastón el 28 de abril de 2015, pero además, el 29 de octubre de ese mismo año, cuatro días después de la elección que marcó el primer balotaje de la historia argentina entr Daniel Scioli y Mauricio Macri, Cristina Kirchner fue madrina de Alejandra Vanina Parrado, séptima hija mujer del mismo matrimonio.

El otro ranking, de ahijados presidenciales por provincia, lo lidera Buenos Aires con 253, seguido de Tucumán con 1223, y en el tercer lugar, Córdoba con 1068.

«Tuve que vender la medalla»

En febrero de 2006, el periodista Pablo Calvo reconstruyó algunas de las historias de los ahijados presidenciales en un artículo de Clarín, donde figuran Germán Fernandez Moores -ahijado de Juan Carlos Onganía-, o Pablo Belén, primer ahijado de Juan Domingo Perón. Pero además, encontró la excepción a la regla, que hasta tuvo que vender la medalla:

Eduardo Grillo reparte hielo por bares de Palermo. Es hijo único pero, como excepción a la regla del séptimo hijo varón, los contactos políticos de su padre, jefe en Teléfonos del Estado, lo convirtieron en ahijado de Evita y de Perón.

Eduardo Grillo, ahijado de Perón, en 2006. Foto: Leo Vaca/Archivo Clarín

Eduardo Grillo, ahijado de Perón, en 2006. Foto: Leo Vaca/Archivo Clarín
«Evita me regaló una pelota de tiento 306 y le quiso dar uno de sus famosos anillos a mi madre, que ella no aceptó. Además, Perón estuvo en mi bautismo, el 19 de junio de 1949. Recuerdo los relatos familiares de aquel día».

«Mi madrina murió pronto, por eso no tuve relación, pero aún conservo el certificado de bautismo de la Sociedad de Beneficencia y los telegramas que la Fundación Evita me mandaba para mis cumpleaños», relata Eduardo, que tiene 57 años y vive en Villa Maipú, San Martín.

Lo que no pudo conservar fue la medalla: «La tuve que vender hace un año para levantar la hipoteca de mi casa. Me costó desprenderme de ese tesoro, pero era mi último recurso».

Ahijados presidenciales, una tradición que nació en Argentina en 1907.

Ahijados presidenciales, una tradición que nació en Argentina en 1907.
Y contó: «Cuando Perón volvió al país, luego de 18 años de exilio, quisimos visitarlo en Gaspar Campos, pero me mandaron a pedirle audiencia a Rucci y me enfurecí. Salí con una bronca bárbara y dije: «Nunca más». La ley de padrinazgo, vale aclarar, no fija ningún derecho para los ahijados. Ni siquiera el derecho al afecto.

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