Los forenses que atendieron a la joven que denunció por agresión sexual al futbolista Dani Alves no tuvieron «ninguna sospecha» en sus exploraciones psicológicas de que simulara o exagerara sus síntomas y concluyeron que sufría un trastorno postraumático.
Así lo han sostenido los forenses que han comparecido en la tercera sesión del juicio en la Audiencia de Barcelona en el que Alves afronta una petición fiscal de nueve años de cárcel, que la acusación particular eleva a doce, acusado de violar a la joven en la discoteca Sutton de Barcelona la noche del 30 de diciembre de 2022.
La psiquiatra que atendió a la víctima tras los hechos ha subrayado ante el tribunal que no tiene «ninguna sospecha» de que la chica estuviese simulando o que exagerara su sintomatología, ya que lo habrían detectado en los cuestionarios que le hicieron.
Por el contrario, ha subrayado que el examen psicológico que le hicieron apuntaba a un cuadro por trastorno postraumático, que era coherente con lo que la chica explicó en el momento de la entrevista y había referido previamente a los médicos forenses, en relación con la agresión sexual.
En este sentido, han explicado que las pruebas que hacen en estos casos tienen mecanismos para detectar «inconsistencias, infrecuencias o distorsión de la imagen» por parte de los pacientes, para saber si esconden información o pretenden dar una imagen que no se corresponda con la realidad.
En el caso de la víctima, los resultados de las pruebas no dejaron espacio a la duda, ya que descartaron que simulara síntomas, según los forenses.
Además, han indicado que, aunque la joven no presentara lesiones vaginales, ello no descarta que fuese violada, dado que no todas las agresiones sexuales provocan daños físicos en las víctimas.
Por su parte, los peritos aportados por la defensa han intentado desacreditar estas conclusiones y han denunciado que no les dejaron hacer una exploración completa de la víctima, que no ebía tener una afectación tan grave teniendo en cuenta la medicación que se le recetó y que es poco habitual que una víctima de violación no presente daños vaginales.
Sin embargo, los forenses han insistido en que la víctima explicaba las cosas de forma coherente, ya que mantuvo un relato de lo ocurrido «más o menos ordenado», pese a que estaba en «shock» y «fragilidad emocional», teniendo en cuenta que la memoria postraumática «puede ser fragmentada».
Una de las psicólogas que ha comparecido como perito de la defensa ha denunciado que en la primera exploración psicológica discrepó de la forma en que abordó la situación la especialista del Instituto de Medicina Legal y Forense y que no le autorizaron a hacer una segunda exploración.
Asimismo, los forenses han explicado que es habitual que las víctimas de violaciones tengan sentimiento de culpa «por una cosa que no han generado».
También han subrayado que no es extraño que una persona con un estado emocional alterado no tome la medicación porque en casos de sintomatología postraumática a veces tienen la sensación de que pierden el control de su vida y de sus emociones, porque han sufrido un ‘shock’ que «desconfigura» muchos aspectos de su vida.
Alves sabía lo que hacía, según las psicólogas de la defensa
Además, dos psicólogas designadas por la defensa de Alves para acreditar que iba ebrio han sostenido que el futbolista tenía las capacidades cognitivas «levemente afectadas», pero «distinguía el bien y el mal y sabía lo que estaba sucediendo».
Las dos psicólogas han expuesto ante la Audiencia de Barcelona las conclusiones del informe pericial que les encargó la defensa para determinar si el futbolista estaba borracho la noche en que fue acusado de violación, con el análisis de los tiques de las consumiciones y de las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad de la discoteca Sutton.
Según las peritos, de esos tiques de consumición, que la defensa les entregó el mes pasado, Alves tomó con sus tres amigos cinco botellas de vino y una de whisky, posteriormente un gin tonic él solo y, ya en Sutton, pudo beberse también seis copas de champán que aparecen en la grabación de las cámaras de seguridad.
Estos datos, unidos a una de las imágenes grabadas en Sutton en las que el jugador «parece que se caiga», hacen pensar a las psicólogas que el futbolista podía estar sufriendo una «intoxicación alcohólica» que le provocaba una «afectación importante a sus capacidades volitivas».
Esta prueba pericial, con la que la defensa de Alves pretende acreditar que el futbolista iba ebrio para beneficiarse de una atenuante, se ha girado no obstante en su contra a preguntas de Ester García, la abogada de la acusación particular ejercida de la víctima, sobre el alcance de esa supuesta intoxicación alcohólica en la consciencia del procesado.
En ese sentido, las peritos han reconocido que el consumo de alcohol que se deduce de los tiques de consumición y de las imágenes de Sutton pudo afectar «levemente» las capacidades cognitiva del procesado, pero que «distinguía el bien y el mal, sabía lo que estaba sucediendo«.
Por otra parte, las psicólogas, que han llevado a cabo un estudio de la personalidad del acusado a lo largo de varias entrevistas, han apuntado además que de su biografía, relaciones familiares y personales no se desprende ningún factor que apunte a una persona «con tendencia a la impulsividad y la agresividad».
«Es muy poco probable que una persona con su personalidad cometa una agresión sexual», han mantenido.