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El Real Madrid escapa del laberinto de Unicaja para alcanzar la final de la Liga ACB

Fue una guerra fiera y equilibrada, como lo había sido dos días antes también en el Carpena, qué diferencia con los dos primeros episodios de la serie en Madrid. El tercero de ellos se había decantado in extremis del bando verde, del de este entusiasta y admirable Unicaja. Pero en el cuarto, exhaustos, encallaron los malagueños y triunfó el Real Madrid (79-86), a lomos de Tavares (16 puntos y 12 rebotes), ya finalista de la Liga ACB. El Valencia Basket, a partir de este viernes (21.15 en Madrid), será su último obstáculo para revalidar el título.

Nunca nadie había remontado un 2-0 adverso en unas semifinales de la Liga ACB y este Unicaja tampoco será quien quiebre esta estadística. Llegó demasiado tarde el equipo de Ibon Navarro a esta serie y lo ha acabado pagando. Nada, en todo caso, que empañe la mejor temporada de su historia, la Supercopa, la Copa, la Champions y la Intercontinental sumadas a su palmarés. Así se lo reconoció el Carpena este martes, cuando todo acabó, después de dibujar un complejo laberinto del que el Madrid, de algún modo, logró escapar.

Osetkowski fue el mejor del primer tiempo, con 4/4 en triples. / EFE

Inicio frenético de Unicaja

Unicaja recibió al Madrid con las fauces desplegadas, tres triples en los dos primeros minutos de partido, otros dos poco después. Un torrente excesivo para un equipo muy estático en sus ataques, sobrepasado por la energía que se encontró ante sí, solo compensada cuando Llull tomó las riendas de la nave al final del primer cuarto (22-16).

Se agarraba el equipo blanco a su capitán y a su superioridad clara en el rebote frente a un Unicaja que presumía de su profunda rotación para mantener alta la intensidad del duelo. Encontraban los de Ibon Navarro los puntos flacos de su rival, la frustración creciente desde hace tiempo de Bruno Fernando, las pérdidas del Madrid al que le costaba ser estable en su concentración.

La vieja guardia al rescate

Chus Mateo se convenció de que aquello se le escapaba de las manos y redujo su rotación al mínimo, la vieja guardia a la cancha, Campazzo alimentando a Hezonja y Musa para que la cosa no se fuera de madre. Cuatro puntos del croata y dos finales de Llull, tras la segunda pareja de triples de Osetkowski, provocaron que los blancos se fueran al descanso con una desventaja de cuatro puntos (43-39) que, a tenor de lo visto, se antojaba muy benevolente para un atascado Madrid.

Solo cinco jugadores blancos tenían para entonces puntos en su cuenta, insuficiente para conquistar el Carpena. Con los puntos de Tavares y los rebotes de Feliz, el Madrid logró alcanzar su primera ventaja mediado el tercer cuarto (54-53). Aceleró entonces Unicaja para recuperar su gobierno en el partido y todo quedó igualado para los 10 minutos finales (63-61).

Tavares, determinante

Fue entonces cuando el Madrid logró activar la más mortífera de sus tácticas: balones a Tavares. Dominante al fin en las dos canastas, el caboverdiano fue el sol sobre el que gravitaron los de Mateo para desactivar a un Unicaja que se obcecaba en lanzamientos abiertos que no conseguía concretar. El cansancio empezaba a hacer mellas en los malagueños, ya sin remedio.

La eliminación de Tavares por personales, con el Madrid cuidando una ventaja de siete puntos, le concedió una brizna de esperanza al Unicaja. Baldía, pues los blancos ya habían hecho lo más difícil y no lo iban a desperdiciar a estas alturas. Un parcial de 16-25 culminó la remontada y llevó al Madrid en la final. Poco se podrá reprochar al respecto un Unicaja ya de vacaciones para descansar de una temporada que jamás olvidarán.

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