«El monstruo que (Vladímir) Putin ha creado con Wagner está mordiéndole. El monstruo está actuando contra su creador», advertía el alto representante para la política exterior de la UE, Josep Borrell, a su llegada este lunes a la reunión de ministros de Exteriores de la Unión Europea en alusión a la «insurrección armada» fallida protagonizada este pasado fin de semana por el grupo de mercenarios de Yevgueni Prigozhin. Según la lectura que ha ofrecido el político europeo al término de la reunión, la situación es «compleja» e «impredecible», muestra que el poder militar en Rusia se está «agrietando», que está afectando al sistema político, y alerta del riesgo que supondría que una potencia nuclear entre en una fase de inestabilidad política.
«Es importante comprender que esto está agrietando el poder militar de Rusia y afectando a su sistema político. Y, desde luego, no es bueno que una potencia nuclear como Rusia pueda entrar en una fase de inestabilidad política. Es también algo que hay que tener en cuenta», ha recordado Borrell desde el Consejo de Ministros de Exteriores celebrado en Luxemburgo. Una preocupación compartida por el resto de jefes de la diplomacia europeos. «Rusia es una de las grandes potencias nucleares del planeta y no podemos ser indiferentes a lo que suceda allí», ha recordado el austríaco Alexander Schallenberg, advirtiendo de que «Putin sacó al genio de la lámpara y ahora le persigue». «Sería absolutamente peligroso para Europa que el país más grande del mundo, con el mayor arsenal de armas nucleares, se desmoronara», ha alertado el luxemburgués Jean Asselborn.
Pese a este temor, los Veintisiete han insistido en que lo ocurrido es un «asunto interno ruso» y han evitado especular sobre las consecuencias del intento fallido de Prigozhin. «Comprendo muy bien la preocupación que plantean estos acontecimientos pero pensar en lo que va a suceder en el futuro es un ejercicio de adivinación. No tenemos una bola de cristal. Insisto en que es un asunto interno ruso. Ha habido una insurrección armada, de un grupo armado con capacidades militares que se ha alzado contra el gobierno para imponerle sus condiciones. Nosotros no tenemos nada que ver con esto», ha zanjado Borrell, que al igual que el resto de ministros de Exteriores ha optado por la cautela sobre qué harán los mercenarios de Wagner que han abandonado sus posiciones en el frente de Ucrania.
«Solo han pasado unas horas desde que se produjeron todas estas noticias y tenemos que hacer más análisis», ha manifestado el sueco Tobias Billstrom, que ostenta este semestre la presidencia semestral de la UE. La lectura es compartida por París y Berlín que han reconocido que «hay muchas zonas grises», según ha valorado la ministra francesa Catherine Colonna, y que en cualquier caso «todavía no está claro lo que está sucediendo (…) porque se trata solo de un acto en el espectáculo ruso», ha opinado la ministra alemana Annalena Baerbock.
Putin, debilitado
El diagnóstico, en todo caso, es compartido: el presidente ruso está debilitado. «Lo que parecía una solidez monolítica interna rusa ha demostrado que tiene brechas, y brechas que son profundas y que tal vez tengan más profundidad que los hechos ya evidencian», ha manifestado el español José Manuel Albares tras una reunión que ha servido para acordar la ampliación de la dotación del Fondo Europeo para la Paz (EPF en sus siglas en inglés), el instrumento con el que financiación la compra de armas a Ucrania y a otras operaciones europeas, en 3.500 millones de euros. Lo que sigue bloqueado, por el veto de Hungría, es el visto bueno a un nuevo tramo de 500 millones de euros para financiar la compra de armas a Ucrania. «Todavía no está resuelto y tenemos que resolverlo lo antes posible», ha indicado Borrell.
Ese, sostienen los diplomáticos europeos, debe ser el objetivo a perseguir en los próximos meses: seguir ayudando a Kiev a hacer frente a la agresión rusa y no distraerse por acontecimientos como los del fin de semana. «Ahora es el momento de seguir apoyando a Ucrania más que nunca, y eso es lo que haremos», ha prometido el político español que como el resto de ministros ha evitado especular sobre posibles consecuencias. «Seguimos vigilantes y comprometidos», ha añadido tras escuchar el último balance del ministro ucraniano Dmitro Kuleba.