Desde hace unos años van sucediéndose los estudios e investigaciones científicas que demuestran los perjuicios para la salud que representan las tradicionales cocinas de gas, que todavía son muy abundantes en España y en todo el mundo. La causa de ello es, principalmente, las emisiones de benceno que generan,
Ahora, la Universidad de Standford, en EEUU, ha develado que el riesgo de desarrollar cáncer es más elevado en aquellas personas que viven en hogares con cocinas de gas y donde los sistemas de ventilación son deficientes, lo que aumenta la concentración de los compuestos que emiten estos aparatos.
Estudios referidos a España desvelan que cada año mueren unas 2.000 personas de forma prematura a causa de las emanaciones de las cocinas de gas.
Especialmente vulnerables, según dicho estudio, son los niños, que tienen casi el doble de posibilidades de sufrir problemas de salud por este motivo, tal y como explican los autores del estudio en la revista ‘Journal of Hazardous Materials’.
Uno de los científicos, efectuando mediciones en una cocina de gas / Universidad de Stanford
El benceno que emiten las cocinas de gas está considerado como carcinógeno, es decir, capaz de provocar cáncer, y además está clasificado en el nivel 1 por la Organización Mundial de la Salud. El benceno está relacionado con la leucemia y otros problemas de salud graves. Por ello, la presencia de este compuesto en estancias poco ventiladas puede constituir un serio peligro para salud de sus habitantes, que lo inhalan de forma frecuente.
Casi el doble de riesgo en los niños
En el caso de los niños, que son más vulnerables por su menor peso corporal y sus tasas de respiración más altas, el riesgo asociado de cáncer por este motivo es 1,85 veces mayor que en los adultos, según el índice usado por la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EEUU para medir las posibilidades de desarrollar cáncer.
Las cocinas de gas son todavía ampliamente usadas en España / Getty
En mediciones efectuadas en EEUU en 24 viviendas típicas, tanto pisos de ciudad como casas unifamiliares en el campo, se observó que el límite de seguridad para el benceno se sitúa en una concentración de 1 parte por mil millones. Sin embargo, en cocinas mal ventiladas ubicadas en viviendas pequeñas se pueden alcanzar concentraciones superiores a las 3 partes por mil millones. Eso sucede incluso en las habitaciones de la vivienda, dado que el benceno se dispersa fácilmente a lo largo de la casa.
Como era de suponer, hay una mayor concentración en apartamentos de ciudad, mientras que las viviendas del campo, al estar más aireadas, presentaron niveles más bajos en las pruebas realizadas.
Los expertos recomiendan campanas extractoras de alta eficiencia y la apertura de ventanas en la cocina para reducir los niveles de benceno. Sin embargo, ni siquiera en estos casos se elimina completamente este compuesto.
“Nuestros resultados demuestran que las emisiones de benceno de cocinas de gas son una fuente importante de contaminación del aire interior que hemos estado subestimando. Esto tiene implicaciones significativas para la salud pública, especialmente para los niños y aquellas personas que pasan largos períodos en casa”, señaló Anchal Garg, primera autora del estudio.
También hay fugas de metano
Otro estudio publicado hace tres años por la misma Universidad de Stanford reveló otro peligro asociado con estos sistemas de cocción, pues las fugas de metano de las cocinas de gas natural en los hogares de los EE UU representan un impacto climático comparable a las emisiones de dióxido de carbono de aproximadamente 500.000 automóviles de gasolina.
Alertan de los riesgos de las cocinas de gas / Agencias
Además, estas fugas de gas metano puede exponer a los usuarios a contaminantes capaces de desencadenar enfermedades respiratorias. El gas natural, en realidad, está compuesto en más de un 90% por metano.
A diferencia de otros aparatos de gas, como los calentadores de agua y otros que generalmente se colocan en lugares apartados de la vivienda, los aparatos de cocina exponen directamente a las personas a sus emisiones, que pueden incluir formaldehído, monóxido de carbono y óxidos nítricos, sustancias que pueden desencadenar asma, tos y dificultad para respirar, provocando ocasionalmente la hospitalización de los pacientes.