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Juan del Val, ganador del Premio Planeta 2025: «Hay demasiados escritores educados, el arte tiene que tener cierto afán de provocación»

-¿Se levanta uno más escritor después de haber ganado el Planeta?

-Bueno, se levanta feliz. No sé si hay un baremo de más o menos escritor. Es lo que soy. Después del Planeta, quizá un escritor de más éxito.

-Los libros de autores mediáticos suelen generar cierto recelo. ¿Cómo lo afronta?  

-Yo soy una persona que está muy expuesta, por lo que las críticas y el recelo es algo que me preocupa poco. Relativizo muchísimo eso. Pero, vamos, imagínate si hay recelo que aún faltan tres semanas para que la gente pueda leer la novela. Eso ya es recelo, es un prejuicio. Sobre lo de escritor mediático, polemista… Todas esas cosas que se dicen en los titulares… La acepto, pero me da igual. Si no me lees, es bastante difícil romper el prejuicio. Cada vez que publico una novela, siempre aparece alguien que me dice: “joder, tío, me has sorprendido muchísimo”. Y te dices, “bueno, ¿y por qué?”.  

-¿Y eso?  

-Es una cosa bastante española, y más de esta época. Antes los escritores salían en la tele, eran personajes famosos y nadie dudaba de que fueran más o menos literarios. Ahora tendemos a reducirnos tanto que si sales en la tele solo puedes salir en la tele; si escribes, tienes que poner cara de escritor. Pero lo importante es lo que está entre las dos cubiertas. Ahí es donde cada uno nos definimos y donde algunos que son escritores puros que no interesan y otros que son mediáticos, sí. O al revés. Hay gente comercial que es mala, como la hay que es buena, pero no por el hecho de ser comercial has de tener menos calidad.

-¿De dónde sale Vera, la protagonista de ‘Vera, una historia de amor’, la obra ganadora? 

-Nunca construyo una novela a partir de una idea, sino más bien sobre la evolución de un personaje. Me apetecía contar una historia de amor entre dos personas de dos universos completamente distintos y la evolución de Vera desde que se separa de su marido, el único hombre de su vida, hasta que termina siendo dueña de sí misma. Para mí las tramas son una excusa para contar personajes, así que Vera sale de lo que miro, de lo que observo y de lo que me interesa contar.

-Se reivindica como un escritor de mujeres. “Hay mucho de femenino en mí”, dijo ayer durante la rueda de prensa. 

-Si tú miras mis novelas, evidentemente los personajes femeninos tienen mucha más fuerza. Son más protagonistas. Con los hombres, cuando uno me empieza a gustar lo mato o lo convierto en un gilipollas. Es una especie de tendencia que tengo que asumir que debe ser lo que yo quiero hacer. Al final, en mis novelas, aunque haya mucho amor, jamás hay un príncipe azul. Ningún hombre salva a ninguna mujer. Las mujeres acaban siendo dueñas siempre, en todas, de lo que quieren hacer.

-La relación entre los protagonistas está marcada, en cierto modo, por las diferencias sociales. ¿Una manera de volver a sus orígenes?

-Puede haber algo de eso, aunque igual es más simple y se trata de elegir escenarios que conozco bien. No sé si esto queda bien decirlo, pero a lo mejor es por pereza. No me apetece irme a la Edad Media, no la conozco. Entonces, si tengo que hablar de barrios, los conozco. Y si tengo que hablar de la alta sociedad, también, porque he estado en los dos sitios. 

-Carmen Posadas le elogió las escenas de sexo de la novela. ¿Qué se dice a eso?  

-Es una cosa que me persigue en todas las novelas, aunque en general, hay menos escenas de sexo de las que parece. Lo que pasa es que deben llegar… A mí me parece que el sexo y el deseo nos explican muy bien a las personas y a los personajes. Cuando cuentas una escena de sexo estás viendo lo que verdaderamente le está pasando al margen de la situación normal, lo que le pasa vitalmente. Me parece un instrumento muy válido y entretenido para contar personajes, sobre todo femeninos. El deseo o su ausencia. Yo escribo de lo que vivo, de estar atento. Debe ser que lo hago bien.

-¿Qué tipo de lector hay detrás del Juan del Val escritor? 

-Mi cultura tiene que ver mucho más con el audiovisual, con el cine. Si me preguntas de dónde salgo yo, te diría Woody Allen. Ese sí es un referente para mí. Lo que quiero contar se parece mucho a lo que hace él. Y también Antonio Soler, que me parece sensacional, sobre todo ‘Sur’, que es una obra maestra. Pero de donde vengo es del cine de Woody Allen.

-Ahora que se le presenta una larguísima gira promocional, ¿le preocupa tener que morderse la lengua?

-Es que soy incapaz de ser otro que no sea yo. No me sale. No me sé morder la lengua, pero tampoco busco provocar por provocar. Creo que hay demasiados escritores educados, y el arte tiene que tener cierto afán de provocación. Tiene que incomodar un poco, ponerte nervioso. Hay una responsabilidad en ser provocador. 

-Teniendo en cuenta que las últimas novelas que han ganado el Planeta han recibido críticas más bien duras, ¿fueron sus palabras a favor de la literatura comercial un ataque preventivo? 

-En absoluto. Lo que intentaba decir es que la literatura tiene sentido si se ve. No me parece raro querer que la gente me lea o me vea. Lo comercial puede tener calidad o no, igual que lo no comercial. Las críticas no me preocupan. Hay gente que opina sin haber leído. Eso no lo puedo manejar. Una de las pocas cosas que he hecho bien es olvidarme de lo que se dice de mí. Si te crees todo lo bueno, te vuelves idiota; si te afecta lo malo, te paraliza. No compensa. Soy poco ambicioso en general, salvo escribiendo. No pretencioso, pero sí ambicioso.

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