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Pedro Orgeira, profesor: «He eliminado la entrega de trabajos a la vieja usanza, ya no sé quién tiene la idea o resuelve un problema»

Como usuario e incluso beta tester de algunas soluciones de IA, conoce bien su potencialidad. Está convencido de que deberían marcar «un punto de inflexión» en el modelo educativo y enseña a los alumnos cómo utilizarlas de manera ética en un curso que se imparte de forma virtual en los tres campus. Oferta 30 plazas y la preinscripción se abre el viernes.

-¿La idea del curso surge de su experiencia como docente? Ya que es inevitable que los estudiantes recurran a ChatGPT, al menos, que hagan un buen uso.

-Por una parte, la IA, en general, y la generativa, en particular, siempre han formado parte de mi trabajo. En su momento, en la empresa privada, y ahora de mi investigación en la Universidad. He dedicado miles de horas a esta temática que me divierte y me entretiene y a la que le veo mucha utilidad. Y, por otra parte, desde hace dos años se empezó a detectar que el potencial riesgo a la hora de entregar la memoria de una práctica, un TFG o un TFM ya no es el plagio, ni siquiera utilizar la IA generativa para reescribir o retocar un poco el texto, sino que se han llegado a detectar casos de «send out and forget». Es decir, el alumno introduce un prompt con el enunciado, genera el PDF con lo que le devuelve y lo envía sin ni siquiera mirarlo. Y sin aprender nada en el proceso. Debemos ser conscientes de que la IA es una herramienta más, que está ahí y al alcance de cualquiera. Y la idea del curso es enseñar a los estudiantes caminos alternativos que les apoyen en el estudio y refuercen su aprendizaje. Son un conjunto de herramientas excelente y por eso incido en cómo utilizarlas de una manera que se traduzca en un enriquecimiento de la persona.

-Ante la inutilidad de prohibir, la formación parece la mejor opción.

-Es una cuestión que trasciende un mero curso. De hecho, estoy intentando fomentar un grupo de innovación docente con otros profesores. La clave es que es una herramienta que está ahí para quedarse y que se está utilizando de forma ardua por parte de los estudiantes. Lo que hay que hacer es ver el lado positivo y cómo puede potenciar el aprendizaje y la formación de una persona en una temática en concreto. Y también comentar con el estudiantes los riesgos que supone utilizarla como un esclavo virtual que va a hacer tu trabajo sin que intervengas, lo cual te quita la tarea de encima pero el aprendizaje es rulo. A partir de ahí, ponerle puertas al campo es muy complicado.

-Salvo los casos muy burdos, en otros será imposible detectar un mal uso. Solo queda la formación y fomentar el comportamiento ético.

-Además de un uso ético, que ya supone un beneficio en sí, es interesante enseñar que estas herramientas realmente abren un mundo de oportunidades de aprendizaje y para ser más ágil. Yo soy usuario y he sido beta tester de algunas de la soluciones de IA generativas y, utilizadas de manera adecuada, son una herramienta más. Vengo de la industria y hay que aprender a convivir con ellas porque hay una diferencia de productividad bastante notable entre las empresas que las están utilizando y las que todavía no están en ese barco.

-En todo caso, parece una formación que trasciende un curso y que quizá debería potenciar la propia Universidad.

-Es cierto que a todos nos vino de repente esa explosión de uso hace un par de años. Me consta que hay otras personas con iniciativas en este sentido. Toda la comunidad universitaria, implicando también a los alumnos, deberíamos establecer no solo un reglamento ético sino también unas alteraciones en el modelo educativo. La IA generativa es un punto de inflexión que debería afectar incluso a la manera en la que se imparte la docencia. Yo he eliminado en mis materias la entrega de trabajos o memorias a la vieja usanza, como cuando yo estudiaba en los 80 los 90, porque llega un momento en el que no sé quién ha tenido la idea, resuelto un problema o escrito una memoria. La docencia tiene que evolucionar y aprovechar la herramienta. No se trata de negar su existencia, prohibirla o eliminarla del acto educativo porque está ahí. Sería como si a finales de los 90 nos hubieran sacado google. La idea es integrarla porque además tiene muchísimas posibilidades de potenciar nuestro aprendizaje a nivel educativo, laboral e incluso personal. Los estamentos públicos tienen una inercia, pero es necesario que nos movamos en este sentido.

-¿Hay interés de los estudiantes por el curso?

-Se imparte dentro del programa formativo Destrezas, que es muy interesante y que funciona muy bien tal y como ratifican los alumnos. En la primera convocatoria del año pasado ya hubo una cantidad significativa de estudiantes que se quedaron fuera y por eso hemos planteado al Rectorado la posibilidad de hacer otra convocatoria en el segundo cuatrimestre para ampliar plazas y llegar a más alumnos. Me han trasmitido su interés estudiantes de mi escuela y también de Teleco o Industriales.

-¿En qué consiste el trabajo final?

-Evidentemente no se trata de un enunciado que se pueda trasladar como prompt y obtener un resultado. Consiste en ir construyendo un TFG ficticio, sobre unas temáticas que planteo, apoyándose en IA generativa pero de una manera constructiva, enriqueciendo y acelerando el proceso de formación. Se habla de que hay personas que, por un determinado importe de dinero, elaboran TFG, TFM o incluso tesis . En caso de que fuese cierto, no solo no es ético sino que además te estás perdiendo una enorme oportunidad de aprender sobre una temática sobre la que en unas semanas o meses a lo mejor vas a estar trabajando. Si los ordenadores supusieron un salto cuántico en los entornos de trabajo en los 80-90, estas herramientas en suponen otro de un orden de magnitud mucho mayor.

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