La noche del miércoles Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal terminaban una intensa jornada que había comenzado a las nueve de la mañana con la primera sesión de control al Gobierno del nuevo curso político, y en la que como es habitual ambos habían confrontado abierta y crudamente con Pedro Sánchez. Era el mismo día en que Begoña Gómez, la mujer del presidente del Gobierno, volvía a declarar ante el juez Juan Carlos Peinado y admitía que su asesora pagada por Moncloa, Cristina Álvarez, le había hecho algún que otro favor, en relación a su actividad comercial, de manera “puntual”. Y la jornada en la que por la tarde se consumaba la primera gran derrota parlamentaria de la temporada para el Gobierno, que veía cómo la mayoría formada en esa ocasión por el Partido Popular (PP), Vox y Junts per Catalunya tumbaba a la primera de cambio una de las leyes estrella de la legislatura, la reducción de la jornada laboral semanal a 37 horas y media. En síntesis, una jornada razonablemente favorable a sus intereses como líderes de una derecha española que aspira a llegar al Gobierno como muy tarde en 2027, cuando terminaría el actual mandato de Sánchez si persiste en su idea de llevarlo a término.
Pero el asesinato en un campus de Utah de Charlie Kirk no tardaba en hacerles moverse del asiento, antes incluso de que Donald Trump, en quien influía enormemente el considerado niño prodigio del nuevo movimiento conservador norteamericano, confirmase su muerte. Cuando la noticia de que el joven agitador derechista (nacido en 1993 en Chicago) había sido alcanzado por una bala en el cuello durante una de sus charlas multitudinarias ya había saltado a la palestra, los dos líderes de la derecha española se apresuraron a condenar en las redes sociales lo que a la postre sería un asesinato que ha conmocionado a Estados Unidos. “¿Qué clase de sociedad es aquella en la que la palabra se combate con pistolas? Mis mejores deseos de recuperación a Charlie Kirk. En democracia, la violencia no puede tener cabida ni justificación”, publicó pocos minutos después de las diez de la noche Feijóo. Algo más de media hora antes, Abascal se había referido a la noticia con un tono mucho más vehemente y concluyente: “Otra vez el odio y la violencia de los de siempre. Otra vez la muerte de los de siempre. Nuestras oraciones con la familia de Charlie Kirk”.
No tardaría el presidente de Vox, confirmada ya la muerte de Kirk por disparo de bala, en equiparar lo ocurrido a los años del terrorismo de ETA, cuya amenaza vivió como hijo de un dirigente del PP de Álava, ya fallecido, y luego él mismo como joven dirigente de la formación que terminaría abandonando para fundar la suya propia. “Ya lo he vivido, unos señalan y otros disparan”, señaló al respecto.
La importancia que ambos concedieron al trágico acontecimiento, desde el primer momento, contrasta con la de los líderes de la izquierda. El propio Sánchez, siempre activo en su perfil de X, evitó referirse a una noticia de tanto impacto, que por ejemplo fue objeto de sentidos comentarios de antagonistas de Kirk como los expresidentes Joe Biden y Barack Obama.
Víspera del Viva de Vox
Pasadas las horas, la ola expansiva del crimen de Utah no dejaba de agitar las aguas de la derecha en todo el mundo, y particularmente en España, donde la causalidad ha querido que coincida con el evento internacional que este fin de semana va a celebrar de nuevo Vox en Madrid, el conocido como Viva, que también se agita por la condena al expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, otro de los correligionarios de los de Abascal. Allí donde habrá importantes presencias de la extrema derecha internacional, si bien esta semana se ha caído la principal estrella invitada, el presidente de Argentina, Javier Milei. Fuentes de la dirección de Vox dan por descontado que habrá referencias a Kirk en casi todos los discursos que se pronuncien en la plaza de Vistalegre, al sur de la capital, mientras los sectores más proclives a Vox siguen reivindicando compulsivamente en las redes la figura del agitador asesinado, quien fue clave por ejemplo en la elección de J.D. Vance como compañero de ticket electoral de Trump y ahora su vicepresidente.
Sin perder la estela de ese debate, el número dos del PP, Miguel Tellado, un hombre muy concernido en su papel de hacer los discursos más incómodos o en los que prefiera no entrar tan directamente su jefe de filas, cogió el toro por los cuernos lanzando una carga de profundidad en X, con un mensaje que no en vano comenzaba proclamando su intención de abrir “debate”. “¿Qué pasaría en España si una persona de ultraderecha asesinara a tiros a un activista de izquierdas? ¿Qué pasaría si un ciudadano español de piel blanca asesinara a una mujer de procedencia extranjera y otro color de piel?”, comenzó preguntándose de manera algo retórica, trazando una analogía especulativa con el asesinato de Kirk y con el de Iryna Zarutska, la joven refugiada ucraniana asesinada el pasado 22 de agosto en un tren ligero de Charlotte por un afroamericano con antecedentes de enfermedad mental y un historial de arrestos previos, que la apuñaló mortalmente. Tellado asegura en su reflexión que “el silencio ante la barbarie es lo que prende la llama de la crispación y la polarización” y concluye que “la violencia no tiene cabida en una democracia que se precie de serlo y hay que condenarla siempre, venga de donde venga”. Fuentes de Génova aseguran que siempre intentan ser rápidos, claros y contundentes cuando se producen actos de violencia política tan sonados, como ocurrió recientemente con el asesinato en Colombia de Miguel Uribe este mismo verano. Y que la reflexión de Tellado trata de poner el foco en quienes hacen cálculos “infames” en función de la ideología de la víctima.
Las palabras del número dos del PP son muy cuidadas y respetuosas, pero apuntan en la misma dirección que el espacio a su derecha, que a las claras culpa a los discursos de la izquierda de la tragedia ocurrida en un campus universitario de Utah. El propio Donald Trump, en su declaración desde el Despacho Oval tras el asesinato, lamentó que “durante años la izquierda radical ha comparado a americanos maravillosos como Charlie con nazis o los peores criminales del mundo”. Y en España Abascal considera que el asesinato habría puesto de relieve “la manía homicida que domina a gran parte de la izquierda occidental”, que estaría justificando el asesinato, según el líder de Vox.
La posibilidad de que Kirk -un joven padre de dos niños, que en el momento de ser brutalmente asesinado ofrecía una charla abierta con estudiantes universitarios sobre sus ideas ultraconservadoras- termine convirtiéndose en todo un mártir para toda una generación de conservadores en el mundo y en España no es nada descartable. Y los dos partidos de la derecha de nuestro país ya han empezado a honrar su figura en medio de un enorme y polarizado debate.
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