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Pistolas, AK-47 y rifles y fusiles semiautomáticos, las armas preferidas por los narcos que operan en España

El fusil Zastava M70, una variante serbia del Kaláshnikov de toda la vida, fue una de las armas clave de la Guerra de los Balcanes, en concreto la versión AB2, que tenía la culata plegable, lo que la convertía en más práctica a la hora de manejarla y transportarla en los carros de bombate. Ahora es una de las armas más codiciadas por los clanes de la droga que se asientan en España, junto con los AK-47 y los rifles VZ-58 checos.

Se trata de armas de guerra que disparan a ráfagas, pero que son raramente utilizadas, ya que suelen usarse de forma disuasoria y «como una manera de intimidar a los grupos rivales», según explican a EL PERIÓDICO desde el Grupo de Tráfico de Armas de la Jefatura de Información de la Guardia Civil. Es una marca de estatus, de rango.

Se trata de piezas que son difíciles de conseguir -suelen provenir de países del Este de Europa- y que, además, cuentan con otro ‘handicap’: si las Fuerzas de Seguridad les pillan con ellas pueden ser condenados a entre tres y cinco años de prisión solo por su tenencia. Además, la munición de las armas de guerra es más difícil de conseguir. No se encuentran en ninguna armería porque solo puede suministrarse a las fuerzas armadas o las fuerzas de seguridad.

Armas incautadas a un clan criminal dedicadao al narcotráfico en una operación reciente de los Mossos D’Esquadra. / Mossos d’Esquadra

En algunos casos, se trata de armas originalmente letales, pero que fueron trucadas para que solo disparen balas de fogueo para darle salida en el mundo del coleccionismo, pero que más tarde, en talleres clandestinos, son reactivadas para ponerles fuego real. Así ocurrió, por ejemplo, con las armas usadas en los atentatos de París de 2015. Eran armas de fogueo reconvertidas que se comercializaron por Internet. El precio de estar armas de guerra oscila entre los 3.500 y 5.000 euros en el mercado ilegal.

Buena parte de los delincuentes prefieren llevar pistolas, como la Glock, porque son más fáciles de ocultar y su tenencia está penada con menos cárcel si son detenidos

La dificultad de encontrarlas hace que los delincuentes suelan decantarse mayoritariamente por armas cortas, pistolas o revólveres, más fáciles de ocultar, por las que, si son detenidos, además, como mucho les pueden caer entre seis meses y dos años de pena al tratarse de armas reglamentadas.

La Glock, la más vendida

La reina de la corona en esta tipología son las Glock, perfectas para llevar ocultas por su tamaño pequeño y compacto, y que son trucadas para que dejen de ser de fogueo y disparen fuego real. Su precio se sitúa entre 800-1.000 euros en armería y unos 2.500 una vez tuneadas en talleres clandestinos [en los últimos cinco años se han desarticulado más de 20 en nuestro país].

Una pistola Glock tuneada en un taller clandestino puede llegar a alcanzar los 2.500 euros

Los delincuentes también tienen predilección por los rifles y escopetas semiautomáticas, que tienen apariencia de ser armas de guerra, pero que en verdad son civiles: solo disparan una vez por cada ocasión que se aprieta el gatillo. «Son armas de ostentación, les da sensación de poder. Buscan intimidar, dar miedo. Parecen fusiles de asalto, pero son semiautomáticas. A simple vista no puedes apreciar si son de guerra o no, por eso tienes que llevarlas al laboratorio para comprobarlo», aseguran en la Jefatura de Información de la Guardia Civil.

Este tipo de armas fueron halladas, por ejemplo, en la operación Brutale realizada por la Guardia Civil el año pasado en varios puntos de Andalucía, cuando se aprehendieron varias versiones civiles de fusiles tácticos de asalto, del calibre 300 blackout, a un grupo que se dedicaba al tráfico de estupefacientes.

Estas armas son legales, ya que se pueden comprar en armerías si se tiene licencia, lo que aprovechan las mafias para hacerse con ellas pagando una buena comisión después de que su legítimo dueño las denuncie como robadas o extraviadas, entre otros casos. Estos compradores funcionan como una suerte de testaferros.

Algunos de los modelos más demandados por los delincuentes son la Stinger TAK 2, la Smith & Wesson MP15 o el Rifle semiautomático Astra Brutale VG4. «Son imitaciones de armas militares para uso civil», precisan desde la Jefatura de Información, donde aseguran que su precio en el mercado legal es de 800-1000 euros, pero aumenta a entre 3.000 y 5.000 en el mercado negro. «Mucha de la diferencia se la quedan los intermediarios; en algunos casos puede llegar a haber cinco».

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