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Misterio en Coghlan: el juez devolvió la causa al fiscal, retó a la defensa y puso en juego a un polémico testigo

La causa en la que se investiga la desaparición y crimen de Diego Fernández (16) -cuyos restos estuvieron enterrados 41 años en el jardín de un compañero de colegio, en Coghlan– parece haber dado un paso atrás: el juez que debía decidir si citaba a declaración indagatoria al único sospechoso del caso devolvió a la causa a la fiscalía para que detalle mejor la acusación.

Una primera mirada del escrito -de tres páginas- podría indicar un retroceso, pero nada en tan sencillo en Tribunales. Para empezar, el juez Alejandro Litvack habló de una exhaustiva investigación por parte del fiscal, que tiene delegada la causas. No habló del fondo de la cuestión.

Además, aunque Litvack le pidió el fiscal Martín López Perrando que complete con fechas exactas la imputación de «encubrimiento agravado» contra Cristian Graf (58), aclaró que lo hizo para evitar cualquier tipo de futura nulidad impulsada por la defensa.

Cristian Graf (58) era compañero de colegio de Diego Fernández Lima. En su casa de Coghlan encontraron los restos del chico, desaparecido en 1984.

Litvack señala que en el dictamen de la fiscalía se indican dos momentos distintos, uno antes y otro después del hallazgo de los huesos, el 20 de mayo pasado. Y que eso debe ser acompañado por una mejor descripción de los hechos para que el imputado pueda defenderse correctamente.

Ese es el nudo del fallo, pero no lo único de lo que habla.

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Audio del llamado al 911 en el caso Diego Fernández Lima

De hecho, el juez comienza ocupándose de las desprolijidades de la defensa. Por un lado, indica que tuvo que mandar a chequear si el defensor Martín Díaz estaba habilitado porque su credencial estaba vencida, al igual que un certificado del Colegio Público de Abogados fechado en 2022. Por otro, intima a la otra defensora, Erika Nyczypor, a aceptar el cargo «bajo apercibimiento de tener el nombramiento por no efectuado».

Acusaciones y homenajes

La resolución del juez termina tocando un tema delicado, el del testigo Carlos Farías, conocido por dar entrevistas a los medios contando que la víctima, Diego Fernández, lo hostigaba cuando eran compañeros de colegio en el ENET 36. Farías incluso habla de un intento de ataque sexual.

Farías, efectivamente compartió primero y segundo año con Diego Fernández y Cristian Graf, pero para la fiscalía su testimonio no aporta nada a la causa. Por eso, aunque el mismo Farías lo pidió, no lo llamó como testigo.

Los restos hallados en la casa de Coghlan.

Ahora el juez Litvack sostiene que podría ser útil escucharlo. Esto de todas maneras es potestad del fiscal López Perrando, que lleva adelante la investigación.

Sin duda se vienen días agitados en un caso que conmociona a la sociedad desde más de un costado. Este viernes a las 20, por ejemplo, Diego Fernández será homenajeado en el club Excursionistas, donde jugaba al fútbol.

Las autoridades le van a entregar a Javier Fernández, el hermano menor de Diego, un estandarte histórico del club, el que usaban las divisiones inferiores en los actos institucionales entre 1978 y 1985.

En «Excursio», Diego era «El Gaita» y nunca nadie lo olvidó.

El caso Diego Fernández

Diego Fernández tenía 16 años cuando se esfumó para siempre la tarde del 26 de julio de 1984 tras salir de su casa, en el barrio de Villa Urquiza.

Ese día Diego volvió del colegio al mediodía. Almorzó con su mamá «Pochi» (hoy de 87 años) y luego le pidió plata para el colectivo porque iba a lo de un amigo. Nunca dijo quién era. Salió comiendo una mandarina.

La casa del horror, en avenida Congreso 3742. Foto Juano Tesone.

Un conocido que iba en un colectivo lo vio caminando por la vereda a la altura de Monroe y Naón. Le gritó «Gaita». Fue lo último que supieron de él. Ese punto queda a solo cinco cuadras de la casa de los Graf.

Su papá «Tito» murió el 10 de diciembre de 1991, a los 58 años, cuando iba en bicicleta y un auto lo atropelló en la esquina de la calle Galván y la avenida Congreso, a apenas 11 cuadras de donde casi 34 años más tarde aparecerían los restos de su hijo.

Por una demolición en un terreno lindero a una casona donde -entre 2002 y 2003- vivió el músico Gustavo Cerati, los restos humanos quedaron al descubierto.

Una prueba de ADN estableció que los 150 fragmentos de huesos encontrados el 20 de mayo pasado en el jardín del chalet de avenida Congreso 3742 eran los de «El Gaita». Lo que le pasó sigue siendo un misterio.

EMJ

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