La miniserie británica ‘Rehén’ (Netflix, jueves, día 21) ya ha empezado a ser llamada «la nueva ‘Bodyguard'», lo que solo puede significar una cosa: aquí se impondrá la ley de la tensión, la que obliga a un par de giros salvajes por episodio, momentos literalmente explosivos o secuencias alargadas de forma tan agónica como efectiva. ‘That’s entertainment’, sobre todo en días como los actuales, de aparente expansión del déficit de atención. Pero su creador, el dramaturgo y guionista Matt Charman (nominado al Oscar por su trabajo en ‘El puente de los espías’, de Steven Spielberg), quiere que pensemos a la vez que nos estremecemos: ‘Rehén’ puede ser puro escapismo, pero se desarrolla en un paisaje tristemente reconocible, el de una Europa sometida a las presiones de la extrema derecha.
Ocho meses después de su llegada a Downing Street, la primera ministra británica Abigail Dalton (Suranne Jones) busca soluciones para el desabastecimiento del Sistema Nacional de Salud. Todas sus esperanzas recaen en la presidenta francesa Vivienne Toussaint (Julie Delpy) y la propuesta que espera acepte con gusto: permitir atracar en territorio británico al ‘SOS Méditerranée’, un barco de refugiados con casos de ébola. Lo que parecía un día complicado para Dalton va todavía a peor. Su marido, el trabajador humanitario Alex Anderson (Ashley Thomas), ha sido secuestrado en la Guayana Francesa, algo que la llevará a bajarse por un momento de su pedestal moral. Y también Toussaint tiene zonas débiles que la llevarán a tomar decisiones controvertidas.
Dos modelos de poder
Charman parece querer recordarnos que no existe una sola forma de ser mujer y poderosa. Dalton representa un modelo casi anacrónico, idílico, soñado, de política noble, entregada al bien común y preocupada por tomar las decisiones correctas; enamorada de su marido, preocupada por su familia. Al otro lado encontramos a Toussaint, más calculadora, más práctica, más 2025. En plena campaña de reelección, está escuchando a los extremistas, o a lo que ella llama «mayoría silenciosa que valora la identidad nacional». Su hijastro Matheo (Corey Mylchreest) está en primera fila en las protestas por su deslizamiento desde el centro hacia la derecha y su apoyo a las teorías antiinmigración, de los que responsabiliza a su propio padre, dueño de un canal de noticias y dos periódicos.
Delpy y Jones se han entregado al máximo, como de costumbre, en su dibujo de estas líderes más cercanas de lo que les gustaría pensar, ambas muy solas a pesar de pasar el día rodeadas de gente. La francesa-estadounidense es, coherentemente con esta doble nacionalidad, una leyenda viva tanto del cine de autor europeo (debutó con Godard en ‘Detective’ y pasó a codearse con Carax y Kieslowski) como del ‘indie’ americano (sobre todo, gracias a la trilogía ‘Antes de…’ de Richard Linklater, pero también a la ‘Killing Zoe’ de Roger Avary). No es ajena a la televisión (en 2021 estrenaba su creación propia ‘Al borde’), hábitat natural de Jones, idolatrada por los espectadores británicos por papeles como la esposa engañada de ‘Doctora Foster’, la inspectora de policía encerrada en un submarino nuclear en ‘Vigil’ o la histórica terrateniente lesbiana Anne Lister en ‘Gentleman Jack’. En el reparto destaca, además, Jehnny Beth (antigua líder del grupo pospunk Savages) como jefa de gabinete de Toussaint. Poder femenino en abundancia.
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