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El 85% de los menores de 30 años no se pueden emancipar: el peor dato desde 2006

El segundo semestre de 2024 confirma la tendencia negativa en materia de emancipación juvenil y coloca a la juventud española en un escenario crítico dado que el 80% de los menores de 30 siguen en casa de sus madres o padres. La culpa, básicamente, es de la vivienda y sus precios inasequibles. Según la última edición del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE), solo el 15,2% de las personas con edades comprendidas entre 16 y 29 años vive fuera del hogar familiar, el peor dato registrado en un segundo semestre desde 2006, cuando comenzaron a realizarse registros oficiales.

Por comunidades, Madrid ostenta la tasa más alta (17,9%), seguida de Cataluña (17,6%), que, a pesar de mantenerse en el segundo lugar, sufre un bajón considerable respecto al último informe del CJE: 3,8 puntos porcentuales. Es la caída más acusada de toda España, salvo en Canarias (4,6 puntos porcentuales menos). En 2023, Cataluña ostentó la mayor tasa de emancipación (20,6% frente al 17% de media española). Galicia y Cantabria son las únicas comunidades donde el porcentaje de jóvenes que viven por su cuenta ha crecido. Eso sí, apenas la mitad de un punto porcentual. De todo el listado autonómico, los territorios con menor emancipación juvenil son Castilla-La Mancha (10,6%) y Andalucía (12%).

«Necesitamos destinar más del 90% de nuestros ingresos para pagar el alquiler. ¿De qué sirve tener más empleo si no podemos emanciparnos?»

— Javier Muñoz, Consejo de la Juventud de España

Serie histórica

La tasa de emancipación -que el CJE mide dos veces al año- tiene una tendencia a la baja desde 2007, justo antes de la gran recesión económica de 2008. En todo este tiempo, solo se ha registrado un ligero repunte en los años posteriores a la pandemia (2021 y 2022). Sin embargo, ni de lejos se alcanzó el 26% de jóvenes emancipados que había en 2007.

El 26% de los jóvenes con empleo tienen contratos a tiempo parcial y más del 18% de los jóvenes ocupados se encuentra en situación de pobreza

Presentado esta mañana, el informe del CJE recuerda que la tasa de paro juvenil ha descendido a finales de 2024 al 19%, el valor más bajo desde 2007. Sin embargo, la precariedad laboral es un hecho palmario. El 26% de los jóvenes con empleo tienen contratos a tiempo parcial, algo más acusado entre las mujeres (casi 34%) que entre los hombres (20%). El 30% de la población joven está en riesgo de pobreza o exclusión social, el segundo colectivo más vulnerable tras la infancia. Esta situación afecta, incluso, a los que tienen trabajo: más del 18% de los jóvenes ocupados se encuentra en situación de pobreza.

En todo caso, el hecho de que tener un proyecto de vida propia sea una tarea titánica no lo es tanto por la precariedad laboral (que también) sino por los astronómicos precios de la vivienda. El salario neto mensual es de 1.170,54 euros, una cantidad inferior a los gastos que conlleva independizarse (119,24 euros para suministros y 1.080 para el alquiler).

El precio medio de compraventa (197.210 euros) equivale a 14 años de salario juvenil y la entrada necesaria para adquirir una casa (59.163 euros) supone cuatro años completos de sueldo

Hasta los 30 o 34 años

“La situación de la juventud empeora porque la vivienda se ha convertido en un negocio con el que unas pocas personas se lucran. La conclusión es que no somos ciudadanas y ciudadanos de pleno derecho”, sentencia el informe. Hay que esperar hasta tener entre 30 y 34 años para ver crecer la estadística de emancipación, que roza el 70%.

Para la mayoría de los que tienen entre 16 y 29 años (horquilla que determina el concepto de juventud, según los acuerdos internacionales), alquilar una casa es un sueño imposible, incluso teniendo trabajo. De hecho, más de siete de cada diez jóvenes siguen viviendo con sus madres y padres a pesar de tener empleo. El precio medio de la renta ha alcanzado un máximo histórico de 1.080 euros mensuales, así que un joven asalariado debe destinar el 92,3% de su sueldo si quiere alquilar, en soledad, una casa. El estudio del CJE destaca que este desequilibrio está agravado por una subida de precios mucho más rápida que de salarios y está consolidando lo que ya se conoce como ‘generación inquilina’: casi el 58% de las personas jóvenes emancipadas vive de alquiler y, de ellas, casi un tercio comparte piso para poder asumir los gastos. Solo el 19% de los emancipados se pueden permitir el lujo de vivir solos.

Comprar, otra quimera

Comprar una vivienda es otra quimera. El precio medio de compraventa (197.210 euros) equivale a 14 años de salario juvenil, y la entrada necesaria para adquirir una casa (59.163 euros) supone cuatro años completos de sueldo. Esta barrera económica, unida a la precariedad laboral, retrasa la independencia residencial y prolonga la permanencia en el hogar familiar. Si bien es cierto que el paro juvenil está bajando (19% a finales de 2024), no afecta por igual a los que tienen estudios básicos (42%) que superiores (13%).

“La realidad es dura: necesitamos destinar más del 90% de nuestros ingresos para pagar el alquiler de una vivienda, y más del 35% para acceder, en el mejor de los casos, a una habitación en un piso compartido. ¿De qué sirve tener más empleo, más estabilidad o mejores salarios si ni con eso podemos emanciparnos?”, lamenta Javier Muñoz, responsable de Socioeconómica del CJE. El estudio de la organización juvenil exige a las administraciones públicas que desplieguen políticas para fomentar la emancipación y destacan que las consecuencias de seguir como hasta ahora no son solo materiales (seguir viviendo en casa familiar) sino que también existe un impacto en el bienestar y en la salud mental de los jóvenes. “Vivimos con incertidumbre. Tenemos miedo a no llegar a fin de mes, tenemos empleos precarios y viviendas inadecuadas. Todo esto genera ansiedad, depresión y estrés”, concluye el estudio.

El 35,5% de los jóvenes combinan trabajo con estudios, una cifra que ha crecido un punto porcentual en un año

De los ninis a los sisi

Una vez más, el informe echa por tierra el mito de los ninis, jóvenes que ni estudian ni trabajan. En España, el 17% de los jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y los 24 ni estudian ni trabajan, según reveló en 2023 el estudio de la OCDE sobre educación, ‘Education at Glance’ (‘Panorama de la Educación’), que precisó que más de la mitad están intentando encontrar (sin éxito) un empleo. Se trata de un colectivo estigmatizado que está asociado no solo con menores tasas de ocupación y salarios sino también con una salud mental baja y exclusión social. Frente a esta generación –cuya cifra permanece estancada en España desde 2018– se sitúa otra que va en aumento. Son los bautizados sisi, jóvenes que sí estudian y sí trabajan. Los datos del CJE revelan que el 35,5% de los jóvenes combinan trabajo con estudios, una cifra que ha crecido un punto porcentual en un año. Los ninis, según los datos del CJE, solo suponen el 2,2% de los jóvenes españoles (76.199 a finales de 2024). La diferencia con la cifra (más elevada) de la OCDE es que el porcentaje del organismo internacional incluye a los que están buscando un empleo.

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