Si te enfoca la kiss cam de Coldplay, ya no bastará con que quien tengas entre tus brazos sea tu pareja oficial, o al menos alguien sin pareja, para salir airosa del trance. Además deberás sacar de inmediato un pañuelo palestino y gritar una consigna ad hoc, o en caso contrario merecerás la repulsa del mundo entero por tu clamorosa omisión. Si alguien tiene que vestir al mayordomo del algodón, ese ser quisquilloso que aparece en tu cocina sin venir a cuento para ver si has fregado detrás del frigorífico, que sea Miguel Adrover. El diseñador mallorquín reparte carnets de limpieza y corrección políticas. El artista de culto que enamoró a Anna Wintour cuando deslumbró en sus primeras pasarelas de Nueva York junto a Sebastián Pons a comienzos de este siglo ha divulgado su negativa a hacerle un vestido a Rosalía porque la catalana no ha mostrado suficiente implicación en su repulsa contra el genocidio que el gobierno de Israel está cometiendo en Gaza. En opinión del Premio Nacional de Moda, el silencio no es una opción. Ojalá hubiera sido su opción antes de exponer así, sin venir a cuento, ante la opinión pública a una persona cuyo único pecado ha sido solicitar sus servicios de sastrería. Qué meada fuera de tiesto. «No es nada personal, te admiro por tu talento y lo que has logrado«, le dice con condescendencia tras poner su cara en la diana. Podría haberla rechazado en su atelier por objeción de conciencia sin darle publicidad a la cosa, pero no. Se trata de coser y dar el cante.
Digo yo que a estas alturas de la película las mujeres deberíamos ser ya dueñas de nuestras palabras y de nuestros mutismos, sin señoros de todo pelaje y condición dispuestos a corregirnos en los tiempos y en las formas. Ya dirá Rosalía lo que quiera decir cuando le salga de las narices. A lo mejor le haces un traje con mensaje pro palestino y se lo pone. O no se lo pone porque no le da la gana y no le gusta, lo que no la convierte necesariamente en sionista.
En la kiss cam de Coldplay, además aparecen abrazados Miguel Adrover y C Tangana, exnovio de Rosalía y productor de un documental sobre el diseñador que se estrena esta misma semana en el Atlántida Film Fest. Esta coincidencia o ejemplo de sororidad masculina ha encendido las alarmas sobre las auténticas intenciones, quizás publicitarias, de una controversia que ha generado miles de comentarios. En ellos, los numerosísimos fans de la cantante hacen un repaso de las veces en a través de mensajes en sus redes ha denunciado el salvaje ataque contra el pueblo palestino, el disco en el que colaboró por esta causa, o alguna memorable andanada contra la ultraderecha: el tuit «fuck Vox» con millones de ‘me gusta’. No se cansen. Si una Motomami no se justifica nunca por lo que dice, mucho menos ha de dar explicaciones por lo que calla a un modisto sobreactuado que hila fino con argumentos gruesos. En fin. Solo nos queda desear que no cunda el ejemplo de poner un listón ético inalcanzable a la clientela antes de proporcionarle un servicio. Un fontanero que no te desatasca el inodoro porque no has dicho en tus redes sociales algo sobre las matanzas de armenios, o un médico de urgencias que sospecha de tu silencio sobre Ucrania y pasa el siguiente en la sala de espera. Acusar a Rosalía de complicidad con los crímenes del infanticida Netanyahu… daría risa si el asunto no fuera tan atroz.
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