Los investigadores afirmaron que los mismos generan un impacto negativo. Actualmente, constituyen la constelación satelital más grande que rodea la Tierra.
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Ungrupo de investigadores de la Universidad de Curtin, en Australia, encendió una nueva alarma en la comunidad científica al publicar un estudio que denunció el impacto negativo de los satélites en las observaciones astronómicas. Entre los principales responsables, señalaron a los dispositivos de Starlink, propiedad de Elon Musk, cuya red constituye la constelación satelital más grande que orbita actualmente la Tierra.
Según detallaron, el servicio de conectividad global que ofrece SpaceX permitió una revolución en el acceso a Internet en todo el mundo, aunque a un alto costo para la radioastronomía, una de las ramas más afectadas por estas tecnologías.
Interferencias que alteran investigaciones
“El estudio detectó algunos satélites emitiendo señales en frecuencias que deberían estar libres para la radioastronomía”, sostuvo Dylan Grigg, autor principal del trabajo. Las emisiones, provenientes de artefactos electrónicos en los satélites, no forman parte de transmisiones intencionadas, por lo que resultan difíciles de anticipar o filtrar para los astrónomos.
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Los satélites de Starlink constituyen la red más amplia que rodea la Tierra.
Archivo
Los investigadores analizaron más de 76 millones de imágenes y determinaron que hasta un 30% de los conjuntos de datos se vieron perjudicados por interferencias generadas por los dispositivos de Starlink. Esta distorsión podría afectar de manera significativa los resultados de múltiples estudios.
La relación entre Starlink y la comunidad científica
Pese a las dificultades, el informe aclaró que la empresa de Elon Musk no viola ninguna reglamentación. “Starlink no está incumpliendo las normativas vigentes. Las conversaciones con SpaceX fueron constructivas”, aseguró Steven Tingay, profesor de la Universidad de Curtin y director ejecutivo del Instituto Curtin de Radioastronomía.
Tingay remarcó que el objetivo es avanzar en la creación de políticas que contemplen los efectos de estas emisiones no intencionadas.
“Esperamos que este estudio apoye los esfuerzos internacionales para actualizar las políticas que regulan el impacto de esta tecnología en la investigación”, concluyó.
Una regulación que quedó desactualizada
La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) es el organismo encargado de controlar las emisiones de los satélites para evitar que interfieran con las investigaciones espaciales.
No obstante, las normas actuales no contemplan aquellas señales que no son emitidas de forma deliberada, lo que representa un vacío legal para la radioastronomía.
Si bien la problemática se extiende a varias constelaciones satelitales, los científicos apuntaron especialmente a Starlink, que actualmente posee más de 7.000 satélites en órbita, lo que la convierte en la principal fuente de interferencia según los datos recabados.