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Dólar tic-tac: 90 días difíciles o cómo es el plan de Luis Caputo para acelerar oferta y eliminar la demanda

En un contexto de creciente presión por estabilizar las finanzas públicas y con un dólar que ha cruzado la barrera de los $1.300, el ministro Luis Caputo quiere garantizar la tranquilidad en los mercados.

El Gobierno parece dispuesto entonces a acelerar su plan de corto plazo. Noventa días separan a la Casa Rosada de la posibilidad de conseguir en el Congreso su «equipo de vetadores» para sostener cerradas las ventanillas fiscales que, en la mirada del presidente Javier Milei, la oposición y la casta quieren abrirle. La estrategia es clara: captar dólares frescos vía una mayor oferta y reducir la presión sobre el tipo de cambio a través de una menor demanda proveniente del mercado de pesos.

La necesidad de fortalecer las reservas del Banco Central, en un año marcado por las elecciones legislativas de octubre, ha llevado a la Casa Rosada a desplegar un plan que combina incentivos al sector agroexportador, negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y un manejo activo de la política monetaria para sostener el atractivo de los pesos. Sin embargo, mientras el Ejecutivo busca evitar tensiones en el dólar, el tipo de cambio oficial exhibe un movimiento ascendente, aunque controlado, que refleja las complejidades de la coyuntura económica.

La cuenta del almacenero: el dólar manda, los pesos obedecen

Desde el lado de la oferta de divisas, la reducción de las retenciones al campo se presenta como una medida clave para estimular la liquidación de exportaciones agropecuarias, un pilar fundamental para el ingreso de dólares. La medida busca incentivar la venta de unas 12 millones de toneladas de granos aún retenidos por los productores, lo que podría generar un flujo adicional de hasta u$s4.000 millones en la segunda mitad del año. Este impulso, sin embargo, enfrenta incertidumbre: la baja temporal de retenciones en el primer semestre ya aceleró liquidaciones anticipadas, y la continuidad de plazos estrictos para la liquidación de divisas podría limitar el impacto inmediato. A largo plazo, la reducción permanente podría aumentar la superficie sembrada en 2026, potenciando la producción de soja y maíz, pero el costo fiscal, estimado en un 0,2% del PBI, plantea interrogantes sobre la sostenibilidad del equilibrio fiscal comprometido con el FMI.

Paralelamente, el Gobierno apuesta por un nuevo desembolso del FMI, con una reunión clave del directorio programada para este jueves. La aprobación de aproximadamente u$s2.000 millones es vista como un respaldo esencial para reforzar las reservas internacionales, que han mostrado signos de fragilidad con niveles negativos estimados en u$s6.000 millones. Este flujo de divisas no solo proporcionaría un alivio financiero inmediato, sino que también enviaría una señal de estabilidad a los mercados en un contexto global de volatilidad. La Casa Rosada confía en que este apoyo del FMI actúe como un ancla para las expectativas cambiarias, especialmente en un mercado sensible a las señales políticas en la antesala electoral.

Desde el lado de la demanda, el Gobierno busca sostener el atractivo del «carry trade» mediante tasas de interés competitivas, en un momento en que enfrenta vencimientos de deuda en pesos por $11,8 billones. La reciente licitación del Tesoro, que incluyó Lecap de corto plazo y bonos dólar linked, refleja un esfuerzo por absorber liquidez y mantener a los inversores en activos en pesos. La baja demanda por los instrumentos dólar linked, con una adjudicación de apenas $80.000 millones, sugiere que el mercado confía en la estrategia oficial de evitar una devaluación abrupta.

Decisión en puerta: más emisión y tasas más altas

Sin embargo, el Tesoro enfrenta el dilema de convalidar tasas más altas, que encarecen el financiamiento, o emitir más pesos, lo que podría generar presión inflacionaria y cambiaria, complicando la estabilidad del dólar. El dólar, en este escenario, se mantiene como el termómetro de la economía. Pese a los esfuerzos oficiales por evitar sobresaltos, el tipo de cambio oficial, que ya superó los $1.300 en el Banco Nación, exhibe un deslizamiento lento pero constante.

Según el análisis del FMI, el tipo de cambio real efectivo de Argentina estaba sobrevaluado en un 18,9% en 2024, lo que implica que el nivel nominal actual, cercano a los $1.300, es insuficiente para alinear la economía con los fundamentos macroeconómicos. Traspolando los parámetros, el organismo estima que un tipo de cambio de equilibrio debería rondar los $1.395 en julio de 2025, ajustado por la inflación acumulada del 15,1% entre enero y junio, más un 1,6% en julio, y descontando la inflación promedio de los socios comerciales (2,5% anual). Este valor, próximo al techo de la banda cambiaria fijada en $1.400, refleja la necesidad de un dólar más competitivo para fortalecer las exportaciones y las reservas. La prioridad del Gobierno es clara: mantener la calma en el frente cambiario hasta las elecciones de octubre.

En la City creen que una disparada del dólar, en un contexto de inflación constante, podría complicar las aspiraciones oficialistas en las urnas. Por ello, la combinación de incentivos al campo, el respaldo del FMI y una política de tasas atractivas se presenta como una jugada estratégica para acumular divisas y contener la demanda de dólares, con la intención de ir mejorando, gradualmente, el tipo de cambio real. Sin embargo, el camino hacia la estabilidad enfrenta obstáculos significativos, que el Ejecutivo busca sortear con negociaciones clave en el ámbito internacional y ajustes en la política monetaria.

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El Gobierno apuesta por un nuevo desembolso del FMI, con una reunión clave del directorio programada para este jueves.

Renegociar la meta de reservas con el FMI: misión urgente

La renegociación de la meta de reservas para septiembre se ha convertido en un pilar crítico de esta estrategia. El Gobierno, consciente de que las reservas internacionales no alcanzaron la meta de acumulación de u$s5.000 millones establecida en el acuerdo con el FMI, ha iniciado conversaciones para flexibilizar este objetivo. La dificultad para cumplir con el compromiso responde a un menor ritmo de liquidaciones agropecuarias y a las restricciones en el acceso a divisas en un entorno global adverso. Esta renegociación busca evitar un incumplimiento formal que podría generar turbulencias en los mercados, pero pone de manifiesto las limitaciones estructurales de la economía para acumular dólares en el corto plazo, lo que podría complicar las negociaciones futuras con el organismo.

El FMI insiste en la necesidad de un tipo de cambio competitivo para corregir la sobrevaluación del peso y fortalecer la posición externa del país. Este diagnóstico subraya la tensión entre mantener un tipo de cambio controlado para evitar presiones inflacionarias y la necesidad de un dólar más alto para impulsar las exportaciones, un factor clave para sostener las reservas en el mediano plazo. El manejo de la liquidez en pesos agrega otra capa de complejidad a la estrategia oficial. La baja demanda por bonos dólar linked, frente al éxito de las Lecap de corto plazo, refleja la confianza del mercado en el «carry trade» como una opción atractiva en el corto plazo.

Sin embargo, un exceso de emisión de pesos para cubrir vencimientos podría reavivar las tensiones cambiarias, especialmente si el flujo de dólares del campo (estimado en u$s4.000 millones) y el FMI no cumple con las expectativas. En este escenario, el Gobierno enfrenta un equilibrio precario entre la acumulación de reservas y la estabilidad cambiaria. La baja de retenciones y el desembolso del FMI buscan robustecer la oferta de divisas, mientras que las tasas atractivas intentan contener la demanda de dólares.

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