Bravo, bravo y mil veces bravo. No había nada en juego, sólo el honor, la satisfacción de vestir el jersey amarillo y la de ser el heredero de los grandes héroes del Tour para recompensar a los espectadores que sufrían el chubasco de París, una tarde otoñal, desagradable. ¡Bravo! Tadej Pogacar, que sintiéndose cansado, quiso tomarse el último día de carrera como si fuese una clásica mientras el resto de los corredores, entre ellos Jonas Vingegaard, sin nada en juego, se tomó el paseo parisino como si fuese una marcha cicloturista.
Pogacar no sólo es un grande del ciclismo, lo es también del deporte, estrella mundial, que a partir de ahora ya enfoca el camino para una quinta victoria el año que viene, en el Tour que nacerá en Barcelona y será historia en París, la ciudad que este domingo lo volvió a consagrar como hizo décadas antes con los Jacques Anquetil, Eddy Merckx, Bernard Hinault y Miguel Induráin. Los cinco Tours y hasta la posibilidad de superarlos empezarán a estar en 12 meses al alcance de este mito de 26 años que estará cansado, con ganas de vacaciones y que no quiere ahora ni que le hablen de una Vuelta que no correrá. Ciento por ciento confirmado el liderato de Juan Ayuso como relevo de Pogacar en el UEA para la ronda española.
Un grande como él sólo podía desafiar a la lluvia, olvidarse del riesgo y pelear con otro talento de este deporte, Wout van Aert, vencedor en París y que hizo en la última de las tres ascensiones a la colina de Montmartre lo que no había conseguido su jefe Vingegaard en todo el Tour. Dejó clavado a Pogacar. ¡Bravo, bravo, bravo! Espectacular. Fue una recompensa al mejor ciclismo en un Tour que daba la sensación de que llegaba a París cansado después de unas etapas por los Alpes que se inclinaron más por el bostezo que por el ciclismo intenso y emocionante que por una vez se vio en la ciudad de las luces… y la lluvia.
Pogacar puso a París de fiesta e hizo del postre el mejor plato de una tercera semana en la que regaló victorias pensando más en el amarillo que en los triunfos diario. De hecho, desde Hautacam, y todavía con nueve etapas por el camino, ya sentenció el Tour y sólo esperó unos ataques de Vingegaard que se quedaron en amagos. Seguro que Van Aert puede meterse con él y enseñarle el vídeo del instante en que Pogacar levanta el pie. Imposible seguirlo. ¡Bravo, bravo, bravo!
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