InicioSociedadLa guerra política del agua

La guerra política del agua

Entre el 60 y el 80% del ser humano es agua, lo diga la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG), la Junta de Andalucía o la Diputación Provincial. Luego los asuntos del agua son de vital importancia. Mientras que la comunidad científica mantenga con estudios rigurosos que el cambio climático está afectando de manera alarmante a los ciclos de precipitaciones, deberíamos todos de tomar nota y poner medidas, urgentes y preventivas, para paliar dichos efectos de importancia vital. Que 80.000 ciudadanos de la provincia de Córdoba estén en medio de un fuego cruzado (y sin el agua garantizada) entre administraciones de distinto signo político, solo un año después de haber echado el verano entre colas y garrafas, es otra muesca vergonzosa en el haber de una determinada clase política que debería hacer un alto de reflexión antes de que el freno de mano lo echen los ciudadanos en las urnas y acabemos en los brazos de los populismos más radicales.

El año pasado, solo un fenómeno que escapa al control humano, aunque cada vez más condicionado por nuestras propias actividades, como fue la lluvia, condicionó y fue decisivo en el final de los cortes de suministro de agua potable en el norte de la provincia, después de varios meses. Ni las actuaciones de urgencia en los embalses y plantas potabilizadoras a las que se han referido esta semana la Confederación Hidrográfica del Guadiana, ni los llamamientos a la mediación divina de aquellos días para poner fin a las colas frente a los camiones cisterna, fueron una solución definitiva a un problema que, vista la deriva climática en la que estamos inmersos de largos periodos de sequía y temperaturas extremas, será recurrente e interpela a las administraciones, a todas, a poner sobre la mesa propuestas conjuntas, definitivas y solidarias. Todo lo que no sea sentarse en una mesa, ideologías y estrategias electorales al margen, con responsabilidad y generosidad para dar soluciones a los ciudadanos, será un ejercicio más de soberbia que merece un amplio rechazo social.

De un lado, una administración en manos socialistas, la Confederación Hidrográfica del Guadiana, con sede en Extremadura, y de la que depende buena parte de la política hidráulica del norte de la provincia de Córdoba, que insiste en que las medidas con carácter de urgencia que se tomaron para garantizar el suministro de los vecinos fueron las adecuadas y que descarta nuevas actuaciones con el suministro ya garantizado. Y, de otro, la Junta de Andalucía y la Diputación Provincial, en manos del PP, que han solicitado a la CHG esta semana, una vez más, que dé vía libre a su proyecto (sufragado por la Junta, ya adjudicado y frenado por el organismo de cuenca con sede en Extremadura) para una conexión definitiva entre los embalses de La Colada y Sierra Boyera, para garantizar un agua de calidad y suficiente para los periodos de sequía que afecta a unos 80.000 ciudadanos del norte de la provincia. En medio, como siempre, el vecino en ebullición. Entre un 60 y un 80% hecho de agua, y que no entiende la incapacidad de algunos de sus representantes para llegar a consensos con argumentos razonables, técnicos y científicos, y no solo políticos. De muy malos políticos.

Más noticias
Noticias Relacionadas