InicioEconomíaCómo hace American Airlines para coordinar 6.700 despegues por día

Cómo hace American Airlines para coordinar 6.700 despegues por día

DDALLAS, EE.UU. (Enviado especial). – El centro neurálgico de la aerolínea más grande del mundo tiene una superficie de aproximadamente media hectárea: se llama Centro de Operaciones Integradas Robert W. Baker. Pertenece a American Airlines y está dentro de un edificio construido para soportar tornados de más de 250 kilómetros por hora. En Dallas, los tornados forman parte del calendario anual.

Dentro de esa mole de hormigón ubicada cerca del aeropuerto Dallas-Fort Worth, un equipo de 1.700 personas trabaja a tres turnos las 24 horas, siete días a la semana, en el control y coordinación de cada uno de los 6.700 despegues y aterrizajes por día que hacen los más de 1.500 aviones de American cada día en cinco continentes.

Por dentro el COI recuerda de inmediato a esas imágenes tan difundidas de la NASA: un hormiguero de personas repartidas en 20 equipos de diferentes especialidades, trabajando de manera coordinada. En cada escritorio hay cinco o seis pantallas con estadísticas, reportes climáticos o videos en tiempo real de diferentes aeropuertos.

La función de este centro es planificar cada vuelo, calcular el peso y equilibrio entre pasajeros y equipaje de cada avión, la supervisión de cada pasajero que sube y baja y la coordinación de los vuelos para que las conexiones sean a tiempo. No una sino varias veces al día deben reprogramar varios vuelos vinculados entre sí para conseguir que las condiciones climáticas no echen a perder las conexiones. Los tornados de verano y las grandes nevadas de invierno son algunos de los momentos críticos.

Hay más: desde el COI deben garantizar que cada tripulación (6.700 por día) esté lista para salir. Reciben y dan el ok a los reportes de cada aeronave. Supervisan las condiciones meteorológicas de los aeropuertos y también durante el recorrido de los aviones.

Se trata de una inmensa factoría de servicios que el pasajero no ve, pero que toma cada decisión, al estilo de un Gran Hermano, sobre cada unos de los vuelos.

La línea aérea es la más grande del mundo si se la mide en cantidad de vuelos por día y pasajeros transportados, con 200 millones por año. En cada momento, las 24 horas del día, hay en vuelo no menos de 500 aviones de American, que tiene una flota 977 aviones de gran porte (851 de un pasillo y 126 de doble pasillo) y otros 585 aviones más chicos (entre 50 y 90 asientos). En total son 1.562 aeronaves de pasajeros que vuelan unas 10 o 12 horas por día cada una. Aun si se considera que un porcentaje de la flota queda en tierra para tareas de mantenimiento, en todo momento son cientos los aviones de la aerolínea que están en el aire.

En más de un sentido, de ese centro de operaciones depende no solo la actividad de American Airlines en todo el mundo. También la vida económica de las ciudades de Dallas y Fort Worth, uno de los centros urbanos más importantes de Estados Unidos, están atadas a la aerolínea. American Airlines tiene casi 100 años pero se refundó en 1979, cuando mudó su cuartel central desde Nueva York hacia Dallas. En aquel momento ocupó el lugar que dejó vacante su gran rival Delta Airlines (que hoy tiene en Atlanta el aeropuerto con más movimiento del mundo, seguido por el de Dubai y, en tercer lugar, Dallas-Fort Worth). Todavía los empleados veteranos de American hacen chistes sobre Delta.

American es la principal empleadora de la zona, con 38.000 empleados solo en Dallas-Fort Worth (en total, la aerolínea tiene 160.000 empleados). Pero en Dallas están, además, grandes centros de distribución de empresas como Amazon, por ejemplo. Con la explosión del comercio electrónico después de la pandemia, la ciudad propició la instalación de enormes centros logísticos, al estilo de los parques industriales, que se suceden uno detrás de otro a lo largo de kilómetros, cada uno con 40 o 50 bocas de expendio donde se estacionan los típicos camiones Mack.

El aeropuerto es un espectáculo en sí mismo: en todo momento están despegando y aterrizando tres aviones a la vez, por tres pistas paralelas. La mayoría son aviones de American o de su empresa subsidiaria American Eagle, pero a Dallas llegan 1.000 vuelos diarios de todo el mundo. La superficie del aeropuerto de Dallas equivale a toda la isla de Manhattan.

Fuera del aeropuerto está la sede central de American, llamada Sky View, con hotel propio, donde todas las tripulaciones se alojan al menos una vez por año cuando van a hacer su entrenamiento. Se trata de un centro administrativo que está diseñado al estilo Silicon Valley, con varios edificios de cristal con escritorios sin oficinas, con gente yendo y viniendo en bicicleta o monopatín (hay cuadras enteras entre los distintos pabellones) y con unos 20 espacios recreativos que van desde quinchos hasta un gigantesco gimnasio, o una pileta de natación de 25 metros. En Dallas es verano y varios empleados pasan los mediodías haciendo unos cuantos largos.

La empresa encargó en 2024 unos 260 nuevos aviones para renovar parte de su flota. En American no hay nada más lejos de la idea de “monoflota” que usan las low cost: acá hay todo tipo de Airbus de un solo pasillo, Boeing tanto angostos como anchos (incluidos 22 del B787-9, un avión que salvo las turbinas es completamente eléctrico y que comenzará cubrir la ruta entre Ezeiza y Dallas desde octubre), Embraer (American tiene 333 aviones de esta fabricante brasileña) y CRJ.

La empresa tiene varios centros de reparación en todo el mundo, incluido su taller de Ezeiza, donde trabajan unos 60 técnicos aeronáuticos argentinos certificados por la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos. Una de las tareas del COI es, precisamente, programar cuál de los más de 1.500 aviones va a volar esa noche a Ezeiza, para que le hagan el mantenimiento durante las 12 horas que va a estar parado entre la mañana y la noche siguiente.

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