Cumpleaños feliz al Peter Pan que vive en La Casa Azul. El Teatro de la Axerquía acogió ayer la penúltima cita del 44 Festival de la Guitarra de Córdoba en esta sala, un concierto muy especial que se convirtió en una macrofiesta musical en la que un millar de fieles hicieron un alto en el camino para participar de una celebración de la vida. Suena muy grandilocuente, pero eso fue lo que ocurrió. Guille Milkyway, el amo de La Casa Azul, había prometido un concierto superguay para conmemorar los 25 años de su banda y lo hizo con un show de dos horas en el que recorrió, rodeado de su equipo, los temas más legendarios del grupo. Orgullosos de la nostalgia como valor, recogieron los frutos cosechados en este tiempo y reivindicaron esa sensación happy contagiosa que provocan en el público con su espectáculo de luz, color, humito y papelillos de colores, pero sin demasiadas imposturas. «Gracias bonicas y bonicos», dijo Guille, «gracias por acompañarnos en este día tan especial para nosotros».
Antes de cantar Gran esfera, Milkyway recordó el origen de esa canción, dedicada a todos los que tuvieron la paciencia de perseverar en su intento de romper la cápsula en la que él se metió de pequeño y que consiguieron hacer que su vida fuera mucho más feliz, confesó. Luego, empapados ya en sudor, se lanzaron a interpretar canciones de los orígenes que «no tocamos nunca jamás», del tipo Tan simple como el amor.
En un momento en el que poca gente escucha ya discos completos, cuando lo normal es tener playlists con cócteles de canciones de unos y otros, resulta enternecedor ver a seguidores capaces de corear prácticamente todas las canciones de un grupo. Acompañado por Paco Tamarit , Pablo Rueda, Guillem Barceló, Lluis Domingo y Jordi Aguilera, el productor, compositor, DJ, cantante y amante de la Vía Láctea Guille Milkyway, vestido con gafas y pantalones galácticos, fue desgranando su gran repertorio pop, insustancial y juguetón, provocando la locura. De esta forma, se sucedieron canciones como La fiesta universal, No más Miolastán y La Revolución Sexual que llevaron a todos los presentes a vivir El momento, Superguay, lo que hizo que Los chicos saltarán a la pista, con Todas tus amigas, Yo también, Hasta perder el control. Y aunque Podría ser peor, todo el mundo tuvo claro que No hay futuro y que ya era hora de Vamos a olvidar. Soleá Morente, la estrella invitada, se encargó de rematar la faena con un dúo maravilloso.
La Casa Azul abdujo al público sin demasiado esfuerzo desde la primera nota, haciéndolo bailar y flotar en las mil historias que cuentan sus canciones, coloridas en la forma y agridulces en el fondo, pero rabiosamente divertidas siempre. Y ya no hubo retorno. Mientras en El Arenal la música de Ca7riel y Paco Amoroso se evaporaba al baño María, en La Axerquía se desataba la exaltación del lado amable de la vida, un regalo de La Casa Azul envuelto en imágenes y efectos lumínicos.
Fuera de la Axerquía
La jornada del miércoles también tuvo su momento clásico en elTeatro Góngora.Después de recibir al Australian Guitar Quartet y a Yhael May, la guitarra clásica se despidió ayer del festival con un concierto del Dúo Siqueira, formado por el brasileño Fernando de Lima y la uruguaya Cecilia Siqueira, que presentaron un amplio repertorio en el que sonaron algunos autores ya presentes en este festival como Villalobos, Astor Piazzolla, uno de los imprescindibles en los recitales de guitarra clásica, o M. Ravel.
Además, el festival celebró otro de sus conciertos extraordinarios, fuera de la sección oficial, en el Patio de los Naranjos, a cargo de la Orquesta joven de Córdoba y el guitarrista cordobés Álvaro Toscano, que regalaron a los presentes una velada inolvidable en un marco ideal. n