Al día siguiente de abrirse al público, el Ayuntamiento de París ha vuelto a izar la bandera roja prohibiendo el baño en el río Sena debido a las fuertes lluvias que azotan estos días la región de Île-de-France.
Debido a las condiciones meteorológicas “que comprometen la calidad del agua«, el ayuntamiento ha anunciado a través de un comunicado la prohibición y ha invitado a los bañistas a regresar a las piscinas este próximo miércoles cuando cesen las lluvias. Aun así, las autoridades están esperando este lunes los resultados de los tests de calidad del agua para tomar una decisión respecto al resto de la semana.
El agua de lluvia y las residuales se mezclan en una sola red que acaba desembocando en el río Sena, lo que provoca el aumento de la presencia de bacterias fecales, como E.coli o Enterococos, ambas peligrosas para la salud. Por este motivo y para garantizar la seguridad de los bañistas, las autoridades han implementado un nuevo sistema de medición mejorado que puede detectar la presencia de bacterias en 15 o 20 minutos, a diferencia de las 24 a 48 horas que requerían los análisis de laboratorio tradicional utilizados durante los Juegos Olímpicos de 2024.
Un sistema de control que se suma a la megaconstrucción de la cuenca de Austerlitz, en la que las autoridades estatales y locales han invertido más de 1.400 millones de euros para que el Sena y el Marne, su principal afluente en Île-de-France, sean aptos para el baño.
Cierre previsible
Tras más de un siglo sin acoger a bañistas, el Sena abrió sus aguas el fin de semana bajo una gran expectación. El sábado, cientos de personas acudieron a los tres puntos habilitados en París para poder darse el primer chapuzón y refrescarse en plena ola de calor.
Sin embargo, las autoridades alertaron de que el baño en el río estaría sujeto a limitaciones desde el primer momento. De hecho, advirtieron de que solo sería posible si las condiciones meteorológicas y sanitarias del agua así lo permitían. “Si el agua no es apta para el baño, la zona se cerrará, probablemente al día siguiente de una lluvia intensa”, explicó Pierre Rabadan, encargado de deportes en el Ayuntamiento de París, durante la apertura de las instalaciones al público.
Y así ha sido. Un día después del histórico baño, el ayuntamiento comunicaba de nuevo el cierre al público hasta nueva orden. Un anuncio que no sorprende a los parisinos, quienes están acostumbrados a la lluvia. Se estima que la capital francesa solo cuenta con una media de 60 días de sol al año, según Météo‑France. Prueba de ello es que el verano pasado las históricas precipitaciones afectaron a los Juegos Olímpicos, obligando a cancelar en varias ocasiones las pruebas deportivas que implicaban el baño en el río Sena, ante sus altos niveles de bacterias fecales.
Baño bajo vigilancia
No solo la calidad del agua está bajo una extrema supervisión, también lo están los bañistas. El Gobierno francés aprobó una normativa que entró en vigor a finales de junio que endurece las multas para aquellos que se vean tentados a darse un chapuzón fuera de las zonas asignadas al baño. Además, estas tres zonas estarán supervisadas por una decena de socorristas y los usuarios deberán llevar un flotador.
Unas medidas que se justifican ante “riesgo de ahogo a causa del cieno y las plantas adheridas, las fuertes corrientes, el riesgo de hidrocución y el tráfico fluvial», ha explicado la subprefecta Elise Lavielle, quien ha señalado que el año pasado se produjeron «13 muertes en el Sena» y el balance de este año ya va por «tres este año».
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