La detención del jefe de la Policía Caminera desató un verdadero escándalo dentro de la Policía de Córdoba. Se cree que el comisario general Maximiliano Ochoa Roldán era el cabecilla de una asociación ilícita vinculada a hechos de coacción, enriquecimiento ilícito, peculado y encubrimiento por omisión.
Lo que muchos desconocen es que la investigación que derivó en su detención fue iniciada por la Fiscalía de Cosquín por una serie de hechos registrados en el Valle de Punilla.
Esta mañana, el fiscal de la causa, Guillermo González, manifestó que se ordenó la aprehensión de Ochoa, su hermano (quien es abogado de la Caminera), tres comisarios, un suboficial y un civil. La oscura trama quedó al descubierto luego de la caída de una banda que operó durante el 2024 en distintas ciudades de la región y hacía estafas con inmuebles y usurpaciones.
«Mi colega, la doctora Paula Kelm, en su ámbito de actuación, que es Cosquín, tenía una avanzada investigación con otra banda que cometía delitos parecidos. De allí surge información de que un civil, que estaría relacionado con esa banda también, está relacionado con esta misma»; precisó el funcionario judicial.
Sobre cómo se trabajó en la investigación, aseguró «Venimos siguiendo esta investigación desde hace un tiempo y es un trabajo interinstitucional que es el único modo de poder abordar estas investigaciones en delitos complejos. Las maniobras de esta banda tienen que ver con gente que tiene distintos cargos y funciones dentro de la Policía. Lograron acceso a la información que les daba esa situación de privilegio, pero no necesariamente cometían el delito donde se estaban desempeñando. No tienen que ver las multas con la función que desempeñaban en cada cargo».
«Nos gusta decir que los delincuentes son delincuentes, al margen del cargo que ocupen: policía, fiscal o abogado»; completó.