InicioSociedadEl conflicto entre Israel e Irán se acerca al punto de quiebre

El conflicto entre Israel e Irán se acerca al punto de quiebre

El conflicto entre Israel e Irán dio un nuevo y alarmante paso hacia una confrontación directa de alto voltaje, con consecuencias que podrían sacudir no sólo a Medio Oriente, sino también al equilibrio geopolítico global. En las últimas horas, Israel lanzó la “Operación León Naciente”, una ofensiva aérea masiva sobre más de 100 instalaciones estratégicas en territorio iraní, que incluyó ataques contra complejos nucleares, centros militares y sistemas de defensa antiaérea.

Esta acción, sin precedentes por su escala y precisión, confirma que las hostilidades dejaron de ser indirectas y a veces solapadas para transformarse en una colisión abierta entre dos potencias militares regionales.

La magnitud de la ofensiva israelí habla por sí sola: en la madrugada del viernes, más de 200 aviones de combate lanzaron más de 330 municiones de precisión contra blancos de alto valor. Entre ellos, el Complejo de Enriquecimiento de Natanz, símbolo del programa nuclear iraní, resultó seriamente dañado. Además, varios altos mandos iraníes fueron alcanzados, entre ellos, el general Mohammad Bagheri, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, y el influyente asesor Ali Shamkhani, herido de gravedad.

Como respuesta, Irán lanzó una oleada de más de 100 drones contra territorio israelí. Si bien la mayoría fue interceptada por el sofisticado sistema de defensa antimisiles de Israel, para Amin Saikal, profesor emérito de Estudios de Oriente Medio y Asia Central de la Universidad Nacional de Australia, el mensaje fue claro: Teherán tiene la intención y la capacidad de responder. Lo que hasta ahora parecía un intercambio limitado, amenaza con escalar rápidamente a un conflicto más amplio y destructivo.

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Israel demostró una vez más su poderío tecnológico y estratégico. Su Fuerza Aérea está entre las más avanzadas del mundo y cuenta con aviones de última generación, municiones de precisión y un sistema de defensa en capas –Iron Dome, David’s Sling y Arrow– diseñado para neutralizar ataques desde el aire. Además, sus servicios de inteligencia, como el Mossad y el Shin Bet, le otorgan una ventaja decisiva en la detección de amenazas y operaciones encubiertas.

Sin embargo, Irán no es un adversario menor. Aunque sufre tensiones internas y desafíos económicos, mantiene un arsenal poderoso y diversificado. Posee misiles balísticos de largo alcance –algunos con más de 3 mil km de alcance– y tecnología hipersónica. También logró consolidar su liderazgo regional en guerra de drones, incluso exportando esta tecnología a aliados como Rusia, y construyendo fábricas fuera de sus fronteras.

Irán además tiene la capacidad de cerrar el Estrecho de Ormuz, un punto neurálgico por donde transita cerca del 25% del comercio mundial de petróleo y gas. Este gesto, de concretarse, tendría consecuencias inmediatas sobre los precios internacionales de la energía, sumando presión económica a una situación ya volátil.

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La posibilidad de una guerra a gran escala entre Israel e Irán también pone en alerta al resto de los actores regionales. Grupos aliados a Irán como Hezbollah, las milicias chiíes en Irak, los hutíes en Yemen y las fuerzas sirias alineadas con Damasco forman parte del denominado “eje de resistencia”, una red informal que podría activarse en caso de una prolongación del conflicto.

En este contexto, las fronteras de Siria, el sur del Líbano, e incluso Irak, son posibles frentes de batalla. De hecho, en las últimas horas se reportó la evacuación de personal diplomático estadounidense en Bagdad, una señal del creciente temor a ataques contra intereses occidentales en la región.

Estados Unidos podría verse involucrado directa o indirectamente, ya sea por ataques contra sus activos o en cumplimiento de sus compromisos con Israel. La implicancia de Washington transformaría rápidamente el conflicto en un asunto global, arrastrando también a Europa, que se vería afectada por posibles ciberataques, migraciones masivas y, sobre todo, una nueva crisis energética.

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Gerardo Fortuna, periodista especializado en temas internacionales, advierte que, pese a la desproporción en tamaño –Irán tiene más soldados, tanques y artillería–, Israel cuenta con una superioridad tecnológica y organizativa que le da ventaja en un conflicto convencional. Sin embargo, “la experiencia de ambos países en guerras de alta intensidad y no convencionales, así como sus capacidades ofensivas en el ciberespacio y en el terreno de la inteligencia, abre la puerta a escenarios impredecibles”, razona el analista.

A medida que Israel continúa desmantelando las defensas aéreas iraníes –lo que podría ser la antesala de nuevos ataques– y que Irán activa sus redes de respuesta, “el interrogante ya no es si el conflicto se intensificará, sino hasta dónde llegará”, conjetura.

A todo esto, la comunidad internacional observa con preocupación creciente, consciente de que esta alimentación del fuego bélico podría desencadenar una conflagración regional con consecuencias globales.

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