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La Sirenita: por qué es el musical que tiene todo para ser un éxito descomunal

Imponente, impresionante y por momentos emocionante. Así es la puesta de La Sirenita, con sus proyecciones inmensas, con personajes colgando del techo y desplazándose hasta llegar al escenario, con efectos y, principalmente, con una pareja de protagonistas que transmiten más que entusiasmo, un cangrejo de antología y un excelente ensamble.

La Sirenita era un clásico de Hans Christian Andersen, hasta que se convirtió en “la” película animada de Disney en 1989 que todos los chicos, adolescentes y adultos recuerdan y que marcó en su momento el renacimiento de la compañía cuando parecía que se hundía y no precisamente bajo el mar.

El musical que estrenó ahora en la calle Corrientes es una adaptación de aquel filme animado, y ambos, el filme y el musical, están virados a la comedia y no a la tragedia que escribió Andersen en 1837, donde el final no era precisamente feliz.

No importa.

Nace una estrella: Albana Fuentes tiene carisma, canta muy bien y el público la ovaciona. Fotos Prensa

Algunas canciones, con letras distintas

La historia de amor entre Ariel, la hija menor del rey Tritón (un Osvaldo Laport que no entona ni desentona: está y cumple), y el príncipe Eric se mantiene tal cual era en la película, aunque hay más canciones -la obra no arranca con Ariel cantando Parte de él, el tema que casi ni queda en la película original, pero a no preocuparse que los hits están todos-. Por alguna razón las letras de algunas canciones no son las mismas que los chicos están acostumbrados a escuchar (y a cantar de memoria), aunque el sentido sea el mismo.

Y si los buenos musicales entran por los ojos y también por los oídos, La Sirenita tiene un batallón de arsenales para hacer que perduren y también en nuestra memoria.

«La Sirenita» es visualmente magnífica

El fondo del mar -habría que decir los fondos del mar, porque son varios- están magníficamente logrados. Y cuando Eric y su tripulación están a bordo del barco que naufragará y del que lo rescatará Ariel, el efecto de movimiento en el mar aparece sorprendentemente genuino. El diseño de videos de Maxi Vecco es otro punto a favor de la puesta de Ariel Del Mastro.

Sebastián, un José María Listorti estupendo.

La versión les da distintas participaciones y preponderancias a los personajes denominados secundarios. Las hermanas de Ariel tienen un cuadro en especial, situadas en una peluquería, el personaje de Scuttle, la gaviota (Nahuel Adhami) está mucho mejor desarrollado y tiene un impacto mayor que, por ejemplo, el pececito Flanders (Valentín Zaninelli), lo cual puede llevar a sentir una pequeña decepción.

Pero allí está otro de los sidekicks, los compañeros marinos de Ariel, como Sebastián, el cangrejo al que Tritón envía a cuidar a la rebelde, curiosa y enamoradiza Ariel. Y José María Listorti está realmente estupendo. No solo agarra, aprisiona con sus tenazas al público -todo, sin distinción de edades- y por su simpatía y hasta la manera en que se mueve su personaje, sino que hasta canta muy bien con su acento cubano. Es el personaje que más aplaude la platea, después, claro, de La Sirenita.

Evelyn Botto le da a Ursula todo la malicia -y el humor- que necesitaba el personaje.

Nace una estrella: Albana Fuentes

Albana Fuentes merece más que un párrafo aparte. Formada profesionalmente en la escuela de Ricky Pashkus y Fernando Dente, la ex comunity manager le ofrece a Ariel frescura y carisma, que llega a comunicarlos al público de una manera tan sencilla como entradora. Canta maravillosamente, mueve su cuerpo como si estuviese nadando en el mar cuando su personaje aún no tiene piernas sino su cola de pez y establece buena química con su coprotagonista, Pablo Turturiello.

Turturiello -visto en Heathers, en Rent y, ay, en Footloose-, le da a Eric la presencia que el personaje pide, siendo dubitativo y seguro de sí mismo cuando debe serlo. Canta y actúa bien, y también se lleva sus merecidos aplausos.

Pablo Turturiello (Eric) y Albana Fuentes (Ariel) tienen una química perfecta.

Como Evelyn Botto, la malvada Ursula, la Bruja del mar que en el original era solo eso y ahora es la hermana mala de Tritón. La ex Perros de la calle le da a Ursula toda la malicia y la vileza que necesita el personaje, pero también su humor. Y el público se lo reconoce.

No está de más aclarar que la versión que sube al escenario del Gran Rex no es la original estrenada en Broadway en 2008, en la que las hermanas de Ariel andaban en patines para simular que estaban nadando, y que fue un fracaso. Disney dejó pasar un tiempo prudencial, y dio a conocer esta “interpretación”, que se promociona aquí como “nueva versión de 90 minutos”, que dura 97 y no las dos horas y diez minutos.

Las proyecciones del fondo del mar están muy logradas y producen un efecto único.

¿Le falta algo? Nada. ¿Le sobra algo? Tampoco.

La Sirenita es, sin duda, el mejor espectáculo -por realización, por producción, por las actuaciones, las coreografías, por las canciones de Alan Menken, que no hay con qué darle, por la homogeneidad en las escenas (aunque el cuadro de la cocina podría mejorar, lo mismo que, y a estas alturas no es spoiler, la muerte de Ursula)- del equipo que ha traído Matilda y School of Rock.

Ojalá que haya una cuarta y nueva propuesta para 2026.

La Sirenita

Muy buena

Libro: Doug Wright. Música: Alan Menken. Letras: Howard Ashman y Glenn Slater. Dirección general: Ariel Del Mastro. Codirección: Marcelo Caballero. Escenografía: Jorge Ferrari. Coreografía: Analía González. Con: Albana Fuentes, Evelyn Botto, Pablo Turturiello, José María Listorti, Osvaldo Laport, Valentín Zaninelli. Sala: Gran Rex. Funciones: miér. a vier. a las 20; sáb. y dom. a las 15 y 17.30. Entradas: de $20.000 a $60.000.

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