La Iglesia Católica celebra hoy -13 de abril. el Domingo de Ramos, día con el que se inicia la Semana Santa y que conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, en la que una multitud lo recibió con alegría y lo aclamó como el Mesías.
En el Domingo de Ramos los fieles se congregan en sus parroquias para recibir del sacerdote la tradicional bendición de las palmas y participar en la procesión y la Misa Solemne, en la que se lee el relato de la Pasión de Cristo.
Dos tradiciones litúrgicas
Cabe destacar que en esta fecha se entrecruzan las dos tradiciones litúrgicas que originaron la celebración del Domingo de Ramos: la tradición litúrgica de Jerusalén y la tradición litúrgica de Roma.
En la tradición litúrgica de Jerusalén se recuerda el gesto profético de Jesús siendo aclamado al ingresar como Rey de Paz y el Mesías y después condenado para el cumplimiento de las profecías.
En el Evangelio de San Mateo, se narra que la gente alfombraba el camino por el que pasaría Cristo y gritaba: «Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto».
Los fieles que participan en la procesión, tradición que data del siglo IV en Jerusalén, deben llevar en las manos ramos de palma, olivos u otros árboles, y entonar cantos adecuados. Los sacerdotes y los ministros, llevando también ramos, deben marchar delante del pueblo.
La bendición de los ramos y palmas tiene lugar antes de la procesión. También se debe instruir a los fieles cristianos a que conserven en sus casas, junto a las cruces o cuadros religiosos, los ramos bendecidos como recuerdo de la victoria pascual del Señor Jesús.
La segunda tradición litúrgica es la de Roma, la cual nos invita a entrar conscientemente en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo, anticipando la proclamación del misterio en el Evangelio de Mateo (26:14-27:66).
La Santa Misa
La Santa Misa del Domingo de Ramos se caracteriza enteramente por el tema de la Pasión de Jesús: esto es particularmente cierto con el texto de los Evangelios, que presentan el relato de la Pasión según el año correspondiente.
La primera lectura, tomada del libro del profeta Isaías (el Canto del Siervo del Señor, Isaías 50), se convierte en una oración en el Salmo 22, con el estribillo «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Un temor que, sin embargo, no impedirá a Jesús obedecer al Padre «hasta la muerte en la cruz», como recuerda el texto de Filipenses, elegido como segunda lectura.
La Semana Santa no es una celebración de «duelo» y «lamento», sino la semana que expresa el corazón del misterio pascual, cuando Jesús da su vida por nuestra salvación: por amor Jesús se hizo hombre, y por amor da su vida. En esta obediencia, Jesús ama al Padre y ama a los hombres que vino a salvar.
Para los católicos, en el Domingo de Ramos se ofrece una interpretación de nuestra vida y destino. Cada una de nuestras penas y dolores encuentra una respuesta en Jesús: ante preguntas como por qué sufrir, por qué morir, por qué tomar tantas decisiones incomprensibles a los ojos humanos, Jesús no nos dio respuestas vagas, sino que con su vida nos dijo que está con nosotros, a nuestro lado. Hasta el final. Nunca estaremos solos en nuestra alegría y en nuestro sufrimiento. Jesús está allí.
Y la Iglesia recuerda que esta celebración pide ser entendida, más que con palabras, con silencio y oración.