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Fernando López Miras, presidente yeyé

Fernando López Miras. / EPE

No es nada raro salir por la noche por Murcia para tomar una copa y encontrarse a Fernando López Miras (1983), presidente de la comunidad autónoma, en alguna discoteca. Tampoco es extraño que, cada cierto tiempo, se viralice un vídeo suyo bailando en un concierto de Viva Suecia. Se le ha visto hasta por los suelos cantando canciones de esta banda de su tierra. Y lo hace por varios motivos. El primero, y que debería ser suficiente, es porque le da la gana. Ojalá muchos de los políticos que vemos desfilando por los juzgados o por comisiones de investigación hubieran optado por adquirir notoriedad a base de fiestas.

La oposición no ha dudado en criticar al presidente del PP murciano por actitudes que tachan de impropias para alguien con sus responsabilidades. Sin embargo, él nunca ha tenido problema en responder a lo que no considera una polémica: «Ir con los amigos de la infancia a ver a un grupo un sábado de agosto es un buen plan. Quien no entienda esto es quien tiene el problema, no yo. Y quien quiera usar la vida privada de alguien para atacarle, se define solo«.

Está bien trazar una línea entre lo que se debe criticar de un político y lo que está de más. Un hombre que por poco no puede acogerse a las deducciones para jóvenes —en Murcia llegan hasta los 40 años— tiene derecho a salir y pasárselo bien. Y también una mujer. La exprimera ministra de Finlandia, Sanna Marin, con dos años menos que el murciano, tuvo que aguantar carros y carretas cuando se publicó un vídeo que la mostraba bailando con amigos en una vivienda. La oposición de su país insinuó que parecía que hubiera tomado alguna sustancia ilegal y dijo que debería hacerse una prueba de narcóticos. Dio negativo. En la Región no se fue tan lejos.

López Miras llegó al poder en 2017, con tan solo 33 años de edad, convirtiéndose en el presidente autonómico más joven de la democracia española. Su juventud y gustos musicales le valieron el mote del presidente indie. Era una nueva generación tomando las riendas. Y no lo ha tenido nada fácil en política. Para empezar, fue nombrado presidente del Gobierno autonómico tras la dimisión de Pedro Antonio Sánchez, al que la justicia estaba acorralando peligrosamente. Sobre él pesa en la actualidad una condena de tres años de cárcel.

A Miras le costó presentarse al mundo como alguien capaz con esa carta de presentación. Los socialistas pensaban que era un títere en manos de su antecesor, que corrió a la Florida a hacer negocios y allí sigue. Es más, perdió por un puñado de votos las elecciones de 2019 (por 751, para que vean que no exagero). Un buen golpe para un partido que venía arrasando desde 1995. Aun así, se llevó el gato al agua y pactó la legislatura con los liberales. No fue fácil. Tuvo que hacer frente a la pandemia de coronavirus, como todos, pero a él se le sumó una moción de censura que casi lo saca del Palacio de San Esteban. Suerte que estaba por ahí el entonces secretario general del PP, Teodoro García Egea, que ahora se vende como experto en criptomonedas. Mucho tuvo que negociar el también murciano para que hasta cuatro diputados de Ciudadanos dieran la campanada como tránsfugas y dejaran a España entera con la boca abierta. Murcia será del PP o no será.

En las siguientes elecciones, los murcianos se dejaron de experimentos y el PP ganó las elecciones holgadamente, aunque no con mayoría absoluta. Minipunto para López Miras que, por otra parte, aún no se imaginaba lo duro que sería gobernar con Vox. No se crean que es fácil comprometerse a «que un millón y medio de murcianos desarrollen sus proyectos de vida sean cuales sean, piensen como piensen, amen a quien amen o recen a quien recen» cuando tu socio es Santiago Abascal.

Miras anda ahora buscando la forma de acordar con esta gente los presupuestos de 2025, haciendo equilibrios para no incluir partidas que suenen a diversidad, feminismo y desarrollo sostenible. Pero lo hace con el corazón contento. Hace una semana sorprendía en un programa musical de la radio pública regional compartiendo un tema «muy especial» que le recuerda a alguien: El principio de algo, de La La Love You y la cantante Samuraï. «Es la canción que sonó cuando me estaba tomando la primera cerveza con la mujer de la que estoy enamorado», reconoció.

No sabemos cómo acabará la cosa, pero si es con boda, seguro que será un fiestón.

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