Cerca 200 líderes mundiales se comprometieron en noviembre de 2016 a hacer todo lo posible para limitar el calentamiento global a 1,5ºC por encima de los niveles preindustriales. Aquel compromiso quedó registrado en el Acuerdo de París, un tratado internacional legalmente vinculante que hasta ahora ha sido firmado por 194 países (193 más la Unión Europea).
A partir de ese momento, los responsables de las políticas en todo el mundo diseñaron innumerables leyes partiendo del supuesto de que el calentamiento nunca cruzaría ese umbral. Pero algo ha fallado. Los científicos han comprobado que la Tierra ya superó los 1,5 grados de calentamiento el año pasado y se dirige rápidamente hacia un calentamiento aún mayor, que podría llevar al planeta a un abismo climático irreversible.
Según una investigación recién publicada en la revista ‘Science’, incluso si todos los países conjurados en París cumplieran sus compromisos (y eso está muy lejos de cumplirse), el planeta seguiría camino de calentarse 2,7ºC para el año 2100.
El estudio es meridianamente claro: con un calentamiento de 2,7ºC el mundo estaría al borde del colapso climático. El Ártico, por ejemplo, se transformaría hasta quedar irreconocible: «Prácticamente todos los días del año habría temperaturas del aire superiores a las extremas preindustriales, el océano Ártico estaría libre de hielo durante varios meses en verano, la superficie de Groenlandia que alcanza temperaturas de fusión durante al menos un mes se cuadruplicaría y la superficie de permafrost sería aproximadamente la mitad de lo que era en la época preindustrial».
Nanortalik, en Groenlandia. / Pixabay
Estos cambios geofísicos estarían acompañados de «alteraciones generalizadas de los ecosistemas y daños a la infraestructura que podrían reducirse sustancialmente si se intensificaran los esfuerzos para limitar el calentamiento global«, señalan los autores, que llaman a redoblar esfuerzos para ajustar los objetivos climáticos a «esta nueva realidad».
Los mares árticos, irreconocibles
¿Por qué se han superado los 1,5ºC de calentamiento mucho antes de lo previsto? En parte, tiene que ver con lo que está sucediendo por encima del Círculo Polar Ártico, según apunta Edward Schuur, coautor del estudio, centrado precisamente en los polos.
La investigación confirma los peores augurios: el Ártico se está calentando casi cuatro veces más rápido que el resto del planeta. Porque sus superficies heladas se están derritiendo.
Antes del calentamiento global actual, el océano Ártico se congelaba en invierno y se derretía parcialmente en verano. Pero ahora que el planeta ha superado los 1,5ºC de calentamiento, una mayor porción del hielo invernal se derrite cada verano, dejando cada vez más océano expuesto hasta finales del otoño. Esta circunstancia acelera el calentamiento porque el agua oceánica, más oscura, absorbe más luz solar que las capas de hielo, de color claro.
Imagen del Ártico. / Pixabay
«Los mares del Ártico ya se han vuelto irreconocibles«, alertan los investigadores. «La cantidad de hielo que nos queda al final del verano sigue disminuyendo con el tiempo. Muy pronto, el hielo de verano podría convertirse en algo del pasado», apunta Schuur. Esto cambiaría la vida de las personas que viven en la región, abriría nuevas rutas de navegación y desataría nuevos atolladeros en las relaciones internacionales. En realidad, todo eso ya está ocurriendo.
En tierra firme, el calentamiento está afectando al Ártico de forma no menos dramática. A medida que aumentan las temperaturas, enormes franjas de suelo que estaban cubiertas por permafrost se están descongelando, liberando al aire carbono secuestrado durante mucho tiempo en forma de gases de efecto invernadero.
Los científicos auguran que a medida que sigan aumentando las temperaturas, esta materia orgánica en descomposición liberará cantidades de dióxido de carbono y metano. Cantidades comparables a las emisiones de las grandes naciones industrializadas.
Un mundo aún más cálido
Estos fenómenos relacionados con el permafrost no se tuvieron suficientemente en cuenta en los cálculos de los responsables políticos en 2016. Y los cambios en el Ártico no se quedan en el Ártico, resalta Schuur. «Una vez que perdemos ese ‘congelador’ de materia orgánica, se liberan gases de efecto invernadero que van a la atmósfera y aceleran el calentamiento», añade.
Los autores del estudio resaltan que el actual ritmo de liberación de carbono a la atmósfera y aumento de las temperaturas crearán «un mundo aún más cálido que el actual». Ante esta situación, indican que la «tarea colectiva» ha de ser conseguir que las comunidades sean «más resistentes al inevitable cambio que se avecina y tratar de reducir aún más las emisiones humanas de gases de efecto invernadero«.
Las fronteras en el Ártico. / © Sémhur
«No podemos impedir que se produzcan cambios, que ya se están produciendo», destaca Schuur. «Pero podemos frenarlos reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero y gestionándolos lo mejor posible para que las personas y los ecosistemas estén mejor preparados para el futuro«, añade.
Los investigadores animan a la ciudadanía a participar en las iniciativas de sostenibilidad de los lugares en los que residen, ya que pueden ser «más directas». La participación podría significar «asistir a reuniones cívicas, llevar nuevas ideas políticas a los líderes, o simplemente apoyar medidas de sostenibilidad votando en las elecciones», proponen.
Schuur también aconseja seguir tomando «medidas individuales«.»No hay que darse por vencido, ni siquiera ante el cambio que se avecina. En lugar de eso, hay que cambiar la manera de pensar. Hay que decirse a uno mismo: vivo en un mundo nuevo y diferente. ¿Qué puedo hacer para adaptarme y frenar el cambio de modo que tengamos más tiempo para adaptarnos?», remata Schuur.