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Sheinbaum se prepara para lo peor y confía en la capacidad de México frente a la embestida arancelaria de Trump

Con la certeza de un hecho consumado, y bajo el sigilo que impone la noche, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se reunió antes de que concluyera el viernes con varios integrantes de su gabinete. El encuentro en el Palacio Nacional, a pocas horas de la anunciada entrada en vigencia de los aranceles 25 % impuestos por el mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, sirvió para que Sheinbaum intercambiara impresiones con el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente, el director para América del Norte de la SRE, Roberto Velasco, los responsables de las secretarías de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez; Economía, Marcelo Ebrard; Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, y otros importantes funcionarios. Se sumó también la empresaria Altagracia Gómez Sierra, coordinadora del Consejo Asesor de Desarrollo Económico Regional y Relocalización de Empresas.

El contenido de los intercambios no fue filtrado a la prensa. Poco antes, Trump había dicho que nada podían hacer México, Canadá o China para evitar los nuevos gravámenes porque, dijo, no son un instrumento de negociación.

 El silencio de la reunión en el Palacio Nacional contrastó con la elocuencia de la presidenta en un acto previo destinado a promover un programa social. Sheinbaum aseguró ante los presentes estar tranquila por razones que no tienen que ver con la deriva de las relaciones bilaterales sino con la capacidad del frente interno de enfrentar eventuales turbulencias. «Tenemos un pueblo extraordinario, el pueblo de México es lo mejor que hay en el mundo», dijo y se refirió a «los que vivimos aquí en nuestro territorio y los que están del otro lado de la frontera, que son también lo mejor, héroes y heroínas de la patria». Frente a la realidad económica que se avecina y que, según los especialistas, impactará negativamente en la economía mexicana, Sheinbaum destacó que «no hay divorcio» entre el Gobierno y la sociedad. «No hay nada que nos ocupe más que servir al pueblo, que entregar los recursos que entrega el pueblo de México en sus impuestos para que regresen al pueblo de México».

Incertidumbre

México tiene un superávit comercial con Estados Unidos de unos 157.000 millones de dólares y recibió en 2024 remesas del otro lado de la frontera por casi 60.000 millones de dólares. La amenaza que Trump había formulado durante la campaña electoral, cuando justificó los aranceles como una manera de que México ponga freno a la migración ilegal y el tráfico de drogas, ha dejado de ser una conjetura o una agitación proselitista. La supuesta frialdad con la que el Gobierno analiza la situación, y la eventual existencia de planes contingentes para enfrentar la novedad, encuentra a la opinión pública sumida en el desconcierto y el temor.

«¿Qué quiere en realidad Donald Trump? Su aparente cerrazón a negociar ante la decisión de imponer aranceles a México no cuadra con su historial de lanzar amenazas comerciales para luego obtener algo a cambio», se preguntó el diario ´Reforma`. «A Trump le tiene sin cuidado que estas medidas relancen la inflación en su país y que, por tanto, el precio del dinero se eleve de nuevo. Tampoco le preocupa la destrucción de esos sectores económicos que actualmente dependen de la exportación», señaló Ricardo Raphael, columnista de ´Milenio`.

El editorial de ´La Jornada` recuerda en similar dirección que el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha advertido que los aranceles impactarán en los costos que los hogares estadunidenses pagan por automóviles, computadoras, televisores –de todos los cuales México es el principal exportador a su vecino del norte–, frutas, verduras, carne y cerveza. «Por la manera en que se diseñó la integración norteamericana, los aranceles contra México son, en buena medida, contra empresas estadunidenses que directa o indirectamente trasladaron sus procesos productivos a México».  Ebrard ha recordado que el principal exportador de México a Estados Unidos es General Motors, «por lo que las empresas del otro lado del río Bravo resentirán tanto como las del sur la afectación de la guerra comercial».

De acuerdo con ´La Política Online` el Gobierno tiene listos los retoques finales para responder a la embestida arancelaria de la Casa Blanca. México dejaría de comprar el cerdo que importaba de Iowa, Indiana y Carolina del Norte, todos lugares donde Trump ganó con comodidad en noviembre. «Ebrard espera que la demanda mexicana de carne de cerdo pueda reemplazar esa proveeduría esencialmente con la Unión Europa, bloque que recientemente renovó su tratado comercial con México«. Lo mismo sucedería con el pollo que exportan estados de corte agropecuario como Arkansas, Georgia y Alabama. «La apuesta es reemplazarlos con proveedores de Brasil y otros socios de Sudamérica». Otros negocios para afectar sería el de las manzanas y ciertos cereales. «Ebrard está convencido de que México tiene mejores herramientas que Estados Unidos para reemplazar la demanda, especialmente por la cantidad de frentes comerciales que ha abierto el gobierno republicano».

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